En La Bandera se viaja al interior con Dios y su ayuda

Frente a las taquillas del Sistema Integral de Transporte Superficial (Sitssa), en el Terminal de La Bandera, un gentío se agolpa como si temiera que se acaben los boletos y tenga que retornar mañana en procura de mejor suerte. Una serie de funcionarios con chalequitos amarillos tratan de calmar el desespero, la inquietud de la multitud, así como darle respuestas a preguntas que salen de todos lados y al mismo tiempo . Sitssa, institución del Ministerio del Poder Popular pata el Transporte, es la más buscada por los viajeros, por su bajo costo y tarifas solidarías. Sin embargo, no se da abasto para atender la creciente demanda.

En las distintas salas de espera del terminal, centenares de usuarios cargando con las maletas, y los niños, pasan largas horas sentados en los bancos de los negocios de expendios de comida, a veces evadiendo la mirada del mesonero que necesita el puesto para ubicar a los clientes. Las paredes también sirven como “recostaderos”. Algunos amanecen durmiendo en el suelo sobre cartones con la maleta de almohada.

“Esto es para locos, lo que está ocurriendo. No se adecua a la parte financiera de nosotros. Con lo del pasaje cada quien pone el precio que desea. Yo voy para Ciudad Ojeda, en el estado Zulia, y no consigo quien me lleve para Ciudad Ojeda. Tengo que irme para Barquisimeto, y desde allá tomar un transporte para Ciudad Ojeda. Aquí no hay ley, cada quien hace lo que le da la gana. Hasta Barquisimeto, aquí están cobrando 4 millones 700 mil”, señala Romelia Álvarez, una dama casi de setenta años, quien confiesa que llegó a las 8:00 de la mañana al terminal, y a las 11:00 todavía estaba en la cola, frente a una empresa privada, esperando comprar su boleto.

Desde la entrada al terminal, mientras se sube la rampa de acceso, el usuario es recibido por voceadores de rutas y destinos parea cualquier parte del país: a Valencia en carrito; “pa Maracay con aire ”; “pa Barquisimeto en buscama”; Coro, Guanare, Barinas, San Fernando, Puerto La Cruz, Barcelona, Ciudad Bolívar, Puerto Cabello, Calabozo, sin hacer cola”, señala un hombre apostado en la entrada de una de las salas de espera y venta de boletos.

De La Bandera se alaba que es un terminal limpio y que al menos funcionan los baños, a pesar de las dificultades que suelen presentarse con el servicio de agua.

Una queja recurrente entre los usuarios del terminal se centra en la diferencia abismal entre el pago en efectivo y el “punto”, el sencillo y la transferencia digital

“Se puede mejorar organizando esto. Hay un pésimo servicio. Mi hijo va para Mérida, el pasaje cuesta 48 bolívares soberanos. Debe haber un ente administrativo que vele por los intereses del usuario, que está siendo perjudicado. Muchos de ellos (las empresas) no tienen punto de venta; hay que pagarle en efectivo. Aquí aceptan la mitad en efectivo y la otra por transferencia”, señala Lorenzo González, quien acudió junto a su hijo a La Bandera a comprar el boleto que les permita viajar en horas de la tarde.

“Está funcionando un poquito irregular. Tengo cuatro días esperando para el pasaje. Son 86 soberanos pare Maracaibo, por Sitssa. En las líneas privadas el pasaje cuesta 120 bolívares soberanos”, indica por su parte Carlos Isea.

Un funcionario dice sin embargo, en tono confidencial, que la situación, en cuanto a los pasajes, ha mejorando paulatinamente desde que se autorizaron las nuevas tarifas. “No se pude negar que existe una escasez de unidades por la cuestión de los repuestos”, admite.

Por caridad

Milagros Azuaje lleva dos días esperando por comprar un boleto con destino a Valera, ciudad trujillana. Incluso, su hermana se quedó a dormir dentro del recinto para estar a primera hora frente a la taquilla del Sitssa.

“Pero es algo muy fuerte para comprar el boleto”, señala con cierto tono de desconsuelo, “Llegamos en la mañana. A veces pasamos todo el día o toda la noche, los niños durmiendo con sus representantes. Queremos un cambio. Que nos presten un mejor servicio. No somos animales. En los privados el pasaje para Valera cuesta 45 millones de los viejos o 18 millones en efectivo. Demasiado. Te piden la mitad en transferencia y la otra en efectivo. Hay mucha corrupción acá. Queremos que se dé una orden para que se vendan los pasajes como tiene que ser, como lo estipula la ley”, señala la mujer, mientras su hermana asienta afirmativamente, respaldando sus palabras.

Para Pablo Triana, quienes se presenta como militante del PSUV el quit del asunto estriba en que el Gobierno nacional y las autoridades internas del terminal tienen que poner mano dura, ya que “todo el mundo hace lo que le da la gana”.

Señala que vea pa los lados y que mire cómo está la gente, apostada en el suelo, recostada en la pared, deambulando de un lado a otro.

“Si quieres vamos”, dice, y ofrecemos dinero para que veas como te venden el pasaje inmediatamente. Así es como se “caza” a la gente: viendo. El que se equivocó es porque no hace las cosas por amor al arte sino por el temor al castigo. Igual que el militar, que tiene un comando, el orden superior, pero si el jefe esta podrido, los demás lo están. El Presidente puede tener buenas intenciones pero si los de abajo no colaboramos, no funciona nada. Hay que trabajar por el pueblo. Yo necesito que al llegar al terminal se me dé la opción de escoger dónde se vende más barato. Entonces, todos te cobran un nivel más alto y todo el mundo se guía por un tabulador irreal, una tabla que no es. Ellos se guían por el dólar paralelo y no por el interno. Yo digo, mire nada más el terminal. Tienen que venir dos, uno para cuidar la maleta y el otro para cuadrar el pasaje. Pagar un billete para poderse ir.

-¿Usted va para dónde?

-Para Barinas.

-¿Cuánto le cobran?

-En una línea pirata, 20 millones de bolívares fuertes, que son 200 (doscientos soberanos). Mientras yo estoy aquí con la maleta, ella (su esposa) da vueltas para ver cómo hace para conseguir un pirata ¿Qué vamos a hacer? ¿devolvernos otra vez para la casa con la maleta? Llegamos hace como una hora y pico. Aquí vale lo que ustedes tienen. El Gobierno nos da los reales (los bonos y el aumento del salario mínimo) y mire, otra vez no los exhuman. El pueblo tiene las soluciones. Yo tengo la novedad, pero también puedo darle la alternativa?

-¿Cuál es la alternativa?

-Trabajar con el pueblo, no con los corruptos .Usted hace lo malo porque no hay quien lo castigue, si usted está haciendo lo malo hay que hacérselo saber. El día que lo sancionen no volverá a hacerlo.

Yo vengo con ella y tengo que cuidar la maleta como tengo que hacer cuando salgo con el carro. Si sale en el carro, yo te llevo, pero haces la diligencia y yo me quedo vigilando el carro, porque si me llevan la batería, el arranque o me parten un vidrio , yo soy el que tengo que responder. El pueblo es sabio, nosotros tenemos la alternativa. El problema es coordinar.

T/ Manuel Abrizo
F/ Héctor Rattia
Caracas

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