El viernes 19 de mayo a la cruz la vistieron con flores en la histórica esquina de La Candelaria que lleva su nombre. Cultores, activadores de Misión Cultura, músicos y lugareños asistieron puntuales para entonar los cantos y oraciones frente al altar, puesto donde está un crucifijo de madera, protegido con una puerta de vidrio, que los cronistas le atribuyen un valor histórico.
El Veloria de Cruz de Mayo, una tradición nacional, comenzó a las 6:00 pm frente a la emblemática plaza de la capital. Fue un acto de regocijo, alegría, paz y unión popular. Aunque algún espontáneo se presentó a despotricar del Gobierno, la jornada siguió con devoción, camaradería y muchos versos al son del cuatro y el tambor, en la que no faltaron las bebidas espirituosas.
Este año asistieron cultores del estado Lara, además de los asiduos de San Agustín, el 23 de Enero, Catia, Sarría y San Juan. En la esquina de Cruz de La Candelaria no faltaron los abrazos del reencuentro, las conversas sobre la importancia de ese tradición, que en el caso de ese emblemático punto de la capital se remonta a una historia de 300 años.
Fue en el año 2005 cuando el grupo de sistematización Waraira Repano, de Misión Cultura, tuvo la iniciativa de retomar el rito en esa emblemática esquina, cuya historia se remonta hasta 300 años atrás, y que los activadores han mantenido jornada tras jornada.
CANTO ININTERRUMPIDO
Son 12 años de celebración ininterrumpida gracias al empeño de Angélica Campos, Marcia Contreras, Mervin Marmil, Jimmy Morales, Luis Felipe, Luis Frontado, Johnny Da Costa y Néstor García, el poeta que partió a la eternidad.
Pero la actividad no se queda ahí. En la mañana del viernes, miembros del grupo realizan con niñas, niños y estudiantes jornadas lúdicas como la elaboración de flores de papel para adornar la cruz y otras actividades lúdicas para incentivar en infantes y jóvenes esa ancestral tradición.
Muestra del sincretismo cultural en Venezuela, como lo asentó el Libertador Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, el Velorio de Cruz de Mayo coincide con el inicio de la temporada de lluvias en el país, por lo que se efectúan rituales que piden la bendición para una buena cosecha en el campo y la prosperidad y la paz en las urbes, en presencia del madero en que fue crucificado Jesucristo.