En Mérida y Nueva Esparta están arraigadas las manifestaciones populares de devoción al Niño Jesús

Las manifestaciones culturales de devoción al Niño Jesús en los pueblos del sur del estado Mérida y en la comunidad de El Cercado de Nueva Esparta son prácticas que se mantienen vivas, están arraigadas en las comunidades y han resistido a la vida moderna.

Así lo demostraron ayer las profesoras Rosa Sulbarán y Yolanda Pérez, que presentaron trabajos sobre estas expresiones populares como parte de las ponencias de las Jornadas Nacionales de Investigación de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte), que culminarán el viernes.

Rosa Sulbarán presentó ayer un extracto de su trabajo doctoral, culminado en 2012 y a propósito de las expresiones dramático-musicales que acompañan el advenimiento del Niño Dios en los pueblos del sur de Mérida, a partir de un ensayo sobre el pensar mantuano, del filósofo José Manuel Briceño Guerrero.

Después de estas investigación, la docente pudo constatar que unas cinco manifestaciones culturales dedicadas al Niño Jesús en unos 18 pueblos de la entidad andina se mantienen vivas, especialmente las “posadas”, que unen a los pobladores, en torno a la Iglesia católica, durante nueve días de devoción en las calles y casas de los lugareños, con música y expresiones teatrales.

Las parrandas en honor al Niño Dios, rememoró la profesora Sulbarán, fueron introducidas en los pueblos del sur de Mérida como forma de evangelización por parte de los padres Agustinos, quienes evangelizaron los andes venezolanos a partir del siglo XVI.

Esta manifestación fue “revivida” en el siglo XX por el padre Adonay Noguera, quien fue párroco de Canagua, Mucutuy, Aricagua, Acequias, El Morro, Santa Bárbara de Barinas, El Real y Obispo, estas dos últimas poblaciones también en Barinas.

Y hasta la década de 1970, los pueblos del sur de Mérida vivieron “muy aislados” del mundo moderno y su acceso se hacía en bestias y por caminos de tierra. “Esa particularidad mantuvo a estos pueblos en un aislamiento histórico” y esto ayudó a que las referidas manifestaciones se mantuvieran allí “muy genuinamente”, acotó.

Sulbarán recordó que “desde la concepción hasta la muerte, la vida del hombre americano en la época colonial estaba indisolublemente unida a la iglesia. En este sentido, el estudio etnográfico y el análisis crítico de las posadas como manifestaciones musical-dramático y religioso que se practica en los pueblos del sur del estado Mérida, vistas a la luz de la historia, muestran la importancia de la encomienda y la doctrina como elementos del sistema colonial español en estos parajes del sur merideño”.

Se trata de elementos, dijo la investigadora, que han contribuido a unificar a América, desde la contrareforma e integrando la pluralidad del “nuevo mundo con el modelo de la estructura superior”. Así es como manifestaciones similares se observan en lugares de México y Perú.

Sulbarán resaltó la vigencia de las “posadas de Mucutuy”, que se nutren de la tradición y que se han convertido en una de las tradiciones más antiguas de los andes venezolanos.

DESDE EL CORAZÓN
DE NUEVA ESPARTA

Otra de las ponentes de las Jornadas de Investigación de la Unearte fue la profesora Yolanda Pérez Mendoza, quien presentó una investigación que inició hace tres años sobre la Parranda del Niño Jesús de El Cercado, del estado Nueva Esparta, una celebración que “pone de manifiesto las prácticas comunitarias”.

La investigadora explicó que El Cercado es un territorio que se ha mantenido al margen de la actividad comercial del puerto libre de la isla y donde todavía se evidencian rasgos de relaciones comunitarias ancestrales. La localidad se ha destacado por producir la alfarería típica de Nueva Esparta con barro rojo. Es, además, el lugar de nacimiento y de residencia del maestro de la música oriental “Beto” Valderrama Patiño.

A diferencia de las devociones al Niño Dios en Mérida, que datan de los tiempos de la Colonia, la manifestación en El Cercado se inició en el año 1963, por iniciativa de la señora “Chepita”, quien compró en Caracas una imagen del hijo de la Virgen María que llevó hasta El Cercado.

La cultora se organizó con otras señoras de la población para llevar la imagen del Niño Jesús a cada casa y así se celebra cada 25 de diciembre, desde 1963, la parranda religiosa con la suma de los músicos del pueblo, detalló.

“Llama la atención cómo toda la población se vincula a la parranda del Niño Jesús y la asume como propia, poniendo en evidencia rasgos ancestrales en su manera de relacionarse, de compartir y de celebrar con fe y alegría las experiencias que están por venir”, mencionó Pérez Mendoza.

La profesora describió que en los últimos años la parranda se inicia a las 12:00 de la noche del 25 de diciembre, en un nacimiento colocado en la entrada del pueblo, con figuras de barro gigantes en el pesebre y con cantos al Niño Jesús, guiados por el maestro Valderrama Patiño.

En la mañana se realiza una misa con cantos tradicionales neoespartanos. Luego, la tradición que comienza con unas 80 personas inicia el recorrido por todas las calles y algunas casas. El recorrido culmina aproximadamente con la participación de unas 800 personas. Durante la jornada la gente abre las puertas de su casa, se comparten comidas y bebidas.

Pérez Mendoza rescató que se trata de una manifestación que convierte a todo El Cercado en una fiesta, registrada en el Catálogo de Patrimonio Cultural.

 

T/ Redacción CO
F/ Cortesía
Caracas