En Trujillo, Bolívar apostó a la paz y a la premisa de “independencia o nada”

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Para Pedro Calzadilla el año de 1820 es un año raro, extraño. Rarísimo porque no pasan cosas. El 2020 también es raro, extrañísimo para la humanidad. Hay cierto paralelismo entre los dos: en España se le mueve el piso político al Rey, al que obligan a firmar una Constitución liberal, además se suspende la expedición militar que vendría a Venezuela a reforzar las tropas de Pablo Morillo. Hoy el imperio del Norte, Estados Unidos, ha entrado en otra fase. Calzadilla, como una reflexión curiosa, encuentra semejanzas entre ayer y hoy, entre ambos años. Por otro lado, en Trujillo, hace 200 años, tal día como hoy, se dio un hecho singularísimo y trascendente: se firma el tratado de Armisticio, en el que España reconoce tácitamente a Colombia como república, y a Bolívar, para entonces el sedicioso, como presidente legítimo; esto ocurre por primera vez.

“En 1820 pasan y no pasan cosas”, señala Calzadilla. “No hay una batalla importante. Hay una tensión, como si se estuviesen reorganizando las fuerzas. En España ocurren cambios políticos. En Venezuela Bolívar sigue moviéndose, afianzando posiciones. Se parece al ajedrez, en el cual cada jugador afina su estrategia, sin embargo, esto de la firma de los tratados es una efeméride que no tenemos incorporada en nuestra conmemoraciones porque no es épica. No es Taguanes, Carabobo, Mucuritas, San Félix. En Trujillo no hay un herido, y sin embargo fue un año importante. El 2020 también es un año raro, extrañísimo para la humanidad entera por lo de la Covid-19, pero políticamente han ocurrido cosas. El imperio (Estados Unidos) ha entrado en un estado como especial. Hay paralelismo”.

En contraste, 1819 fue un año esplendoroso para Bolívar. Calzadilla imagina que Bolívar debe haberse dado satisfecho el “feliz año”.

Observa el historiador y director del Centro de Estudios Simón Bolívar, que 1819 arranca con el Discurso de Angostura y cierra con la creación de Colombia, el 17 de diciembre, al aprobarse la Ley Fundamental de Colombia. Son creaciones políticas. El Discurso de Angostura lo ubica como una genialidad de interpretación y de fijación del horizonte. En el medio de este año ocurren las hazañas militares, con Bolívar y su tropa atravesando los llanos inundados, remontando el páramo de Pisba, en los Andes, las batallas de Pantano de Vargas y de Boyacá, la liberación de la Nueva Granada.

Sin embargo, faltaba completar la liberación de Venezuela. Bolívar en 1820 planificaba qué hacer. Se mueve entre Pamplona, Cúcuta, San Cristóbal. Ya sabía que en España estaban armando un ejército de unos diez mil hombres para venir en auxilio de Pablo Morillo, el eje español, cuya tropa se había reducido a la mitad desde su arribo a Venezuela en 1815.

Bolívar ordenaba movimientos, ejecutaba acciones para no dar ventajas al adversario. Daba órdenes contradictorias.

“En eso en España”, relata Calzadilla, “hubo una rebelión de desacato al Rey, quien es obligado a jurar la Constitución liberal de 1812. Eso cambia las reglas del juego,y hace que la expedición que estaba alistándose para zarpar hacia América y reforzar a Morillo no salga. Llega una orden contraria, de ofrecer una especie de entendimiento con los rebeldes como ellos nos llamaban. Ofrecían participación en las cortes de Cadiz, cierta autonomía, pero a condición de mantener la lealtad a la corona. Cuando a Bolívar le llega la noticia de los hechos de España, dice, no vienen. En las cartas asegura que dentro de poco van a venir a ofrecer una tregua. En efecto, es lo que va a ocurrir. Se inicia entonces un proceso de intento de negociaciones. Bolívar lo acepta de inmediato. Desde las primeras de cambio reafirma la condición, de allí la famosa frase “independencia o nada”, que se la dice, en julio del año 1820, a Santander en una carta. Es el principio: podemos negociar con ellos, pero tienen que reconocernos como independientes y que somos el gobierno de una república. Un poco como ahora, podemos sentarnos contigo, pero eso tienes que respetarnos, somos un Estado soberano, libre e independiente. Lo demás lo podemos hablar. Ellos vienen con la orden de negociar, pero con el principio de que se tiene que reconocer la lealtad a España”.

Carabobo nació en Trujillo

Pedro Calzadilla explica que al inicio de las negociaciones cada parte designa a sus tres representantes. Antonio José de Sucre encabeza el trío criollo. Se produce un cruce de cartas entre Bolívar y Morillo, quien argumenta que no está en capacidad de decidir el reconocimiento de la independencia. Ofrece participación en las cortes, rectificar algunas cosas. Hubo momento en que el diálogo se trancó. Bolívar como jefe supremo, que si estaba en capacidad de decidir, da un paso atrás, pero le dice a Morillo en una carta que cuando se dirija a su persona lo haga como presidente de la República de Colombia y no como presidente del Congreso de Angostura.

Bolívar sabía que al firmar un armisticio, poner un alto a la guerra, cada quien se queda donde está. Por eso aprovecha para avanzar y tomar posiciones. Se mueve hacia Mérida y Trujillo, que a la hora de la firma quedan del lado patriota.

“Se hace el acuerdo, se llega a esa fecha en Trujillo, Sucre está al frente de las negociaciones, esa es la consagración de Sucre como diplomático, por eso la Casa Amarilla se llama Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre. Se consagra como un gran diplomático, no solo ahí, sino que Bolívar después le da otras grandes tareas diplomáticas.

-¿Ahí nace la diplomacia venezolana

– Sí, porque esta es la primera batalla diplomática fina. Aquí hay acción diplomática genial de Bolívar que Morillo deja pasar, ya que su interés era irse rápidamente de América; estaba desmoralizado. Se acuerdan seis meses de tregua, mantener las posiciones, pero Bolívar se saca la baraja debajo de la manga, que era el Tratado de Regularización de la Guerra, que es una pieza maestra de la diplomacia y los principios bolivarianos que nos enorgullece. El tratado de regularización no tuvo mayor discusión, en cambio el armisticio tuvo más puntos por los territorios, el tiempo de discusión y también un tema con los desertores. El Rratado de regularización de la Guerra pauta normalizar las acciones bélicas, las consecuencias de esas acciones, darle un sentido de humanidad a la guerra, respetar a los heridos, darles un trato digno a los prisioneros, curarlos, respetar la población civil. Son un conjunto de principios valiosos que al decir de los especialistas en derecho internacional humanitario es un acuerdo fundador.

Una vez firmados los acuerdos en la ciudad de Trujillo, Morillo propone un encuentro con Bolívar, el 27 de noviembre, en el pueblo de Santa Ana. Allí se dan el famoso abrazo y erigen un monumento.

Calzadilla observa que aquel encuentro, los tratados, contienen un mensaje: en los momentos de mayor agudeza de los conflictos, sentarte con el adversario, darle la mano, reconocerlo. Hoy estamos en tiempos de guerra, aunque de otro tipo, pero es la misma guerra de independencia.

“Bolívar”, sostiene el historiador, “fue capaz de sentarse justamente con el jefe militar que durante cinco años le había hecho la guerra, lo había perseguido, matado a sus compañeros, y por un propósito superior, los militares saben muy bien lo que vale la paz y evitar la guerra, firman ese armisticio, esa regularización, y apuesta a una solución de otro tipo. Bolívar sale triunfante. Morillo se va a los pocos días. No podemos decir que se va por eso, pero sí podemos decir que se va desmoralizado, y creo que influyó mucho el haber conocido a Bolívar, su liderazgo. Ya él estaba impresionado al ver el coraje, la valentía y lo resuelto que estaba el pueblo venezolano a ser libre, pero cuando conoció la magnitud, la escala de ese líder, dijo que esto no tiene manera de ganarse, este pueblo con este líder, estos principios, esta voluntad, es invencible”.

Calzadilla se pregunta qué obtuvo la causa de la patria con los acuerdos de Trujillo. Pues varias cosas: la monarquía estaba de facto reconociendo la existencia de otro Estado, aunque el documento no lo señala explícitamente. Y se reconocía a Bolívar como presidente de la República de Colombia. También se obtiene una tregua que permitió reordenar posiciones, la estrategia.

“Muchos sostienen que Carabobo nació en las montañas de Trujillo, que allí comenzó el triunfo de Carabobo. Cuando vamos a Carabobo, el presidente Maduro lo ha dicho, cuando fuimos a Carabobo ya habíamos ganado la batalla de las ideas, la batalla moral, porque era un ejército desmoralizado contra uno moralizado. Trujillo remolarizó las tropas enormemente. De allí salimos con mucha fortaleza a pesar de que muchos compañeros de Bolívar no lo entendieron en su momento y lo acusaron de que estaba traicionando. Hoy ocurre lo mismo con la invitación al diálogo que ha hecho el presidente Maduro. Incluso al presidente Chávez lo acusaron de sentarse a dialogar con los golpista en abril de 2002”, destaca.

Apuesta a la paz

Calzadilla apunta que Bolívar se llevó la victoria en Trujillo. La posterior Batalla de Carabobo lo confirma, pero agrega: “Tenemos que sacar lecciones de eso”.

-¿Qué lecciones?

-Los principios: independencia o nada, nada fuera de ese principio. Hoy le añadimos independencia como principio, soberanía, y el otro es la Constitución. Es posible dialogar con quienes nos adversan desde el imperialismo hasta los sectores apátridas internos. Sentarse a hablar con el propósito superior de la paz, del bienestar de la población, buscar el bien de nuestro pueblo, pero nunca traicionando esos principios. Ahí se movió Bolívar. En ningún momento firmó nada que significara claudicar en esa idea, pero al lado de ese principio está el otro complemento: poner todo a favor de la paz, hacer lo posible para que reine la paz. Por eso el coloquio que estamos organizando se llama De los tratados de Trujillo a la diplomacia bolivariana de paz. Es una línea directa de una manera de entender la vida, de entender las relaciones internacionales.

-¿Pero hoy el imperio quiere sumisión o nada.

-Claro, pero fue lo que hizo España. Fueron diez años de guerra porque España nunca aceptó un término medio. Estaba convencida de que con guerra, bloqueo, acoso diplomático, persecución financiera y económica entonces, como hoy, pensaban que con esos elementos, más la agresión militar, iban a poder doblegar una decisión que ya estaba en marcha desde el años 10. Igual que hoy, pero en eso estamos. Hay muchas conexiones. A veces uno se sorprende con la cantidad de hechos que confirman cómo se comportan los imperios de manera semejante, o cómo se comportan los pueblos de manera semejante ante iguales adversidades.

-¿Qué actividades tienen previstas para hoy?

-Hoy la comisión presidencial tiene actividades en Trujillo, en Caracas y otras partes. Tenemos una agenda interesante. Esto se combina con el centenario de la Aviación Militar Bolivariana. El 27 de noviembre son 200 años del encuentro entre Bolívar y Morillo y cien años de la aviación militar bolivariana. En Trujillo se inaugurará un monumento. Hay publicaciones de libros, desfile. El 27 tendremos una sesión especial en Santa Ana. El orador será Sergio Rodríguez Gelfenstein. En Caracas se inaugurará un monumento. Hemos completado un ciclo de publicaciones, charlas, encuentros, conferencias, y vamos a estrenar un documental que se llama Trujillo 1829, la guerra y la paz. Tenemos el coloquio internacional que se realiza hoy.

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La frase

“Yo no creo que en América haya una figura de mayor trascendencia que el Libertador Simón Bolívar en su condición no solo de libertador, de genio político, militar, intelectual, sino también por la idea de la unión de nuestra América”.

T/Manuel Abrizo
F/Archivo CO, Miguel Romero
Caracas