Por Jesús Faría|Enfermedad infantil (Opinión)

El gran Lenin nos legó infinidad de escritos de extraordinario valor. Una de esos es “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el Comunismo”.

En el contexto histórico de la Revolución Bolchevique, Lenin pulverizó el accionar de una tendencia iracunda, dogmática, peligrosa, verborreica, en el seno de la “izquierda” (entrecomillada por el mismo Lenin).

Posteriormente, la historia nos demostró que las revoluciones están acompañadas de descarriladas manifestaciones ultraizquierdistas. Esas fuerzas, en ocasiones incluso han sido penetradas por los enemigos de la revolución y han jugado un papel nefasto en la derrota de los procesos revolucionarios, como ocurrió en el Chile de Salvador Allende.

Esas posiciones se caracterizan por una sistemática ausencia de accionar político.

Sus principales exponentes están divorciados de los grandes movimientos de masas (lo que llamamos revolucionarios de cafetín). En muchos casos, levantan las banderas de la moral, pero se encuentran podridos por los vicios del capitalismo.

Sus tesis se fundamentan en el dogmatismo más irreductible, frases grandilocuentes carentes de valor práctico. Ignoran asuntos tan elementales como que la teoría revolucionaria tiene que sustentarse en el análisis concreto de la realidad concreta. Desarrollan incansables batallas contra molinos de viento.

Con su prédica pedagógica y clarividente, en nuestro país el comandante Hugo Chávez redujo esas posiciones extraviadas en la fraseología “revolucionaria” a niveles microscópicos. Nuestra tarea es garantizar que, lo que en otras naciones y momentos históricos fue una enfermedad trágica, se mantenga en dimensiones de bacterias sin peligro de contagio para las fuerzas revolucionarias.

Jesús Faría
Caracas