Hablando con un amigo a quien he catalogado de “tecnopolítico” -siguiendo los criterios del economista Carlos Matus- es decir, una persona que en toda reflexión, análisis y acción sobre una realidad concreta y sus contradicciones tiene presente factores como: el poder, lo estratégico, contexto, la eficacia política en correlación con la eficacia económica, cognitiva, organizativa, etc.
Se preguntaba mi amigo: “¿Cuál libre mercado? -y se respondía- los capitalistas no creen en el libre mercado porque no existe, es un engaño”.
Y le dije: pero los capitalistas atacan al socialismo porque planifica la producción y centraliza la economía en función del la justicia, la igualdad con equidad y solidaridad.
De inmediato respondió: “El capitalismo tiene siglos transformándose y cuenta con una poderosa industria mediática y de persuasión con la que ha impuesto su imaginario al mundo. La competencia y el libre mercado pudieron haber existido durante el periodo de la Revolución Industrial en que el mercado y la producción estaban anarquizados…
[…] El capitalismo hoy centraliza, controla y planifica absolutamente toda la producción; las industrias y corporaciones (oligopolios, monopolios, etc.) no compiten entre ellas: su lucha o competencia es en el mundo de la publicidad, por controlar la mente del consumidor (sembrar sus marcas y productos en el inconsciente) y hacernos creer que nuestra decisión de compra es racional”.
Allí radica el poder fáctico de los empresarios y la eficacia de su guerra económica contra Venezuela: ellos controlan la importación, la producción, la distribución, el mapa y el patrón de consumo de los venezolanos ¿Libre mercado? ¡Es un engaño!