Por Kenia Lugo de Contreras| El equilibrio entre cuerpo y alma (Opinión)

En Terapia Gestalt trabajamos con el concepto de polaridades, es uno de los conceptos más hermosos que he internalizado en mi camino como terapeuta. En la naturaleza todo tiene su opuesto, el día y la noche, el ying y el yang, el odio y el amor. Ya en una columna anterior hablábamos sobre la integración de la parte femenina y masculina, de lo importante que es para nuestra salud mental que esas partes coexistan sin conflicto dentro de nosotros y las dejemos expresarse, ya que si no lo hacemos podemos caer en neurosis o enfermarnos.

El trabajo con las polaridades permite el contacto con esas partes de nuestro ser que a veces permanecen ocultas o que no nos atrevemos a mostrar, y a potenciar aquellas con las cuales nos sentimos más identificados, con el fin de ampliar la visión que tenemos de nosotros mismos y aprender a aceptarnos con nuestras fortalezas y debilidades como un todo. No somos blanco o negro, somos una maravillosa gama de sentimientos y características.

Esta integración es súper importante para lograr ser una persona sana, porque aunque neguemos alguna de nuestras polaridades, éstas se manifestarán de alguna manera, se nos presentarán proyectadas en los otros o en situaciones de nuestra vida.

Hoy quiero hablar especialmente de la polaridad materia y espíritu, cuerpo y alma, de ese equilibrio que debe existir en nuestra vida cotidiana entre lo terrenal y lo espiritual.

Si bien tenemos un cuerpo que atender, unas necesidades básicas que si no están satisfechas, pueden desestabilizarnos, también es bueno mirar más allá y alimentar nuestra alma con la belleza del mundo, ya sea con el arte, la música, la filosofía o cualquier otra práctica mística.

No olvidemos que somos seres humanos con una conciencia espiritual, que puede ser desarrollada para sentirnos completos. Si nos excedemos en el trabajo, si nos sobreexigimos, el cuerpo se resentirá, si por el contrario nos dedicamos solo a meditar, entonces, nos estaremos negando a ricas experiencias terrenales. Lo material también es importante.

No podemos pretender ser monjes en aislamiento, pero tampoco solo pensar en consumir. Podemos disfrutar de todo sin quedarnos conectados en una sola área, lo sano es moverse entre toda la gama. Nada está en conflicto, el conflicto lo creamos nosotros desde nuestros prejuicios. ¡Liberemos nuestra mente!

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