Es el petróleo, estúpido

Por Oscar Schémel

De todo el petróleo que consume Estados Unidos, 40% es importado y 60% lo produce esta nación.

Lo que Ud. no sabe es que 65% de ese 40% de petróleo importado proviene principalmente de Canadá, Venezuela y otros países del continente americano. Es decir, solo 35% del petróleo importado por los norteamericanos llega de los pozos del Medio Oriente y el Golfo Pérsico, pero 65% viene de nuestra propia región.

Añada ahora a estas cifras que Venezuela posee las más grandes reservas petroleras del planeta, calculadas en más de 300 mil millones de barriles. Sin contar con sus extraordinarias reservas en minerales, agua y biodiversidad.

Además, la estrategia del actual presidente norteamericano, Donald Trump, para colocar a Estados Unidos a la cabeza de un capitalismo productor de bienes y no solo de servicios, exige del control absoluto sobre aquellas regiones del mundo con materias primas estratégicas.

Cabe afirmar que las economías del mundo continuarán vinculadas al desarrollo de fuentes de energía, como el petróleo y el gas, por lo menos durante 60 años más.

Que no quepa la menor duda: Venezuela ocupa hoy un lugar preponderante en la agenda energética estratégica de la principal potencia mundial.

Por eso, ahora en Venezuela está en desarrollo un profundo conflicto político y una muy peligrosa guerra en puertas, diseñada y dirigida por los Estados Unidos, para acabar de una vez por todas con la Revolución Bolivariana, debilitar la soberanía nacional y finalmente apoderarse de nuestras inmensas riquezas petroleras y gasíferas.

Está en marcha la segunda fase de 15 días de esta guerra no-convencional contra Venezuela. Durante la primera fase se realizaron operaciones psicológicas y mediáticas, movilñización de calle, protestas violentas, presión internacional, sanciones contra funcionarios y dirigentes del Gobierno Bolivariano, entre otras acciones.

La fase actual es de ofensiva militar o de insurgencia armada y se desplegará sobre el foquismo violento y el paramilitarismo articulados con bandas criminales, con más sabotajes y asesinatos, más odio y más intolerancia, para crear un clima de ingobernabilidad, caotización, neurotización, guerra civil y desbordamiento que le abra paso a una intervención multinacional, supuestamente humanitaria, y a la implosión del Estado-Nación.

La guerra ya comenzó. La intervención está en marcha. Se requieren respuestas políticas y gestión económica, que ya se están ejecutando, pero también respuestas militares.

Es la guerra por el petróleo ahora bajo nuestros propios pies.

LA CONSTITUYENTE

El éxito de la comvocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente y la derrota del plan insurreccional van a depender principalmente del entusiasmo, la movilización y la participación de las mayorías populares, así como de la inclusión activa de diversos sectores de la sociedad venezolana, aunque quede al margen la oposición violenta.

Sin embargo, la clave de una amplia y militante participación del poder popular estará en la capacidad del gobierno bolivariano para resolver los problemas del desabastecimiento y la inflación, ya que la fuente de la actual crisis hegemónica es la crisis económica.