Escándalos de Guaidó: Verdaderos delitos del mal llamado gobierno de transición

El autoproclamado ejecutó planes tipificados como traición a la patria, conspiración, instigación, asociación para delinquir, negociaciones ilegales, vinculación con células terroristas y paramilitares y también intentó un golpe de Estado

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Detrás de los denominados escándalos del mal llamado «gobierno de transición», encabezado por el diputado del partido Voluntad Popular Juan Guaidó, se pretende esconder un sinfín de delitos, verdaderos hechos punibles que quieren ser impuestos en la agenda de los medios de comunicación como faltas de terceros, cuando realmente son imputables a Guaidó por su acción como autor intelectual, según lo establece el ordenamiento jurídico venezolano.

Entre los delitos más graves de Juan Guaidó se encuentra la transgresión al orden constitucional al apelar falsa y manipuladamente a los artículos 233, 333 y 350 de la Carta Magna para intentar revertir un supuesto régimen transitorio, una falacia con la que logró burlarse de por lo menos 55 países, que le otorgaron reconocimiento como “presidente encargado”, aunque en su mayoría mantienen relaciones con el Gobierno de Nicolás Maduro.

Al mismo tiempo, Guaidó ejecutó planes tipificados como traición a la patria, conspiración, instigación, asociación para delinquir, negociaciones ilegales, vinculación con células terroristas y paramilitares y también intentó un golpe de Estado. Además, tiene corresponsabilidad en varios actos de corrupción y de legitimación de capitales, que se suman a los llamados a la ciudadanía a cometer delitos, a la exaltación de la violencia e incluso instigación al saqueo.

A espaldas del país, el diputado Guaidó, durante la ejecución de delitos comunes y delitos políticos, intentó cambiar apoyo por la reclamación territorial del Esequibo, propició el fallo a favor de la empresa canadiense Crystallex para que se apoderara de los activos de la refinería venezolana Citgo y se vinculó con el ataque al sistema eléctrico, que generó el apagón nacional del mes de marzo, con las revelaciones que él mismo hizo cuando aseveró: “Pronto Venezuela saldrá de la penumbra, pronto iremos a mi oficina en Miraflores” y «Venezuela tiene claro que la luz llega con el cese de la usurpación”.

Por otro lado, cabe indicar que su actuación pareciera responder a una estrategia similar a la del presidente Donald Trump de envolver todas sus actuaciones en escándalos públicos, en los que el factor medios de comunicación suele corear sus declaraciones.

Hay que señalar que lanzar una aseveración como la que hizo el parlamentario Guaidó al acusar de usurpación al presidente de un país que ha llegado a dicho cargo luego de un proceso electoral legítimo, es otro hecho que lo coloca en la ilegalidad.

Quien detenta hoy la jefatura del Parlamento en desacato está a escasos 33 días para el final de su período como presidente de la Asamblea Nacional, ya que de acuerdo con el artículo 11 del Reglamento Interior y de Debates la elección de la directiva del órgano unicameral debe realizarse el 5 de enero o en la fecha más próxima a ese día.

Su lema “Vamos bien” se traduce en hechos inocultables. En principio, nunca ejerció ningún poder político dentro de Venezuela, su circulo más cercano ejecutó robos financieros, despojos de facto, violó la jurisprudencia sobre la gestión de los recursos venezolanos fuera de la nación, estafó a naciones y organismos internacionales con la supuesta ayuda humanitaria, la cual solo sirvió como telón de la gigantesca red de corrupción.

T/ Redacción CO
F/ Archivo
Caracas