Hace 100 años nació en Caracas|El escritor y crítico Juan Liscano también incursionó en la controversia política

El 7 de julio de 1915 nació en Caracas Juan Liscano Velutini, una de las plumas más reconocidas del siglo XX venezolano. Promotor cultural, poeta y ensayista, así como polemista desde posturas de centro, que algunos consideraron más bien de “derecha”. La suya fue, en todo caso, reconocida la reflexión más lúcida de quienes los años sesenta y setenta del siglo XX polemizaron con la izquierda de entonces.

Liscano demostró entereza y gallardía en los años ’50 del pasado siglo cuando como pocos intelectuales reconocidos, acompañó a Leonardo Ruiz Pineda en la resistencia clandestina contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, debiendo por ello partir al exilio en 1953.

LETRAS Y POLÍTICA

En los años cuarenta del siglo XX, el poeta dirigió el Papel Literario de El Nacional. Y en el primer gobierno de Acción Democrática, hasta 1948, se desempeñó como presidente del Instituto Nacional de Folclore. Ya con una reconocida obra literaria recibió, en 1950, el Premio Nacional de Literatura. De su producción poética se recuerda Nuevo Mundo Orinoco ambicioso “poema-río” según algunos críticos, que se inscribe en la tendencia de Alturas de Machu Picchu, de Pablo Neruda; y Piedra de Sol, de Octavio Paz.

Como promotor cultural dio inicio en el país a una interesante investigación en el campo de las tradiciones, con Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera, organizando el Primer Festival Nacional del Folclore con motivo de la asunción de Rómulo Gallegos a la Presidencia de la República.

En los años setenta del pasado dirigió la comisión organizadora del Consejo Nacional de la Cultura, y presidió Monte Ávila Editores entre 1979 y 1984. Tras salir de la editorial, se dedicó a la publicación de la revista Zona Franca, con buen éxito. Y en los inicios de los años ’90, se involucra políticamente en la constitución del opositor Frente Patriótico, en el marco del descontento producido por el II gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuya salida de la Presidencia era solicitada.

CRÍTICAS AL CAPITALISMO

El autor de ‘Los fuegos apagados’ había sostenido en los años sesenta, una agria polémica con la izquierda venezolana que entonces postulaba la lucha armada, señalando “Betancourt provocó verbalmente a la izquierda marxista y esta respondió saliendo a la calle a tirar piedras” [Pensar a Venezuela, 278 páginas]. Liscano fustigaba en sus artículos semanales lo que, según confiesa en su libro de memorias, consideraba “el absurdo (…) la carencia de base doctrinaria y dialéctica de esa insurgencia”.

La postura de Liscano lo distanció de la intelectualidad progresista de izquierda en la época “Fui acosado y marginado en un guetto”, puntualizando “yo no condené esa violencia en nombre del capitalismo, sino en nombre de su propia inconsistencia”.

En todo caso, el autor de ‘Reflexiones para jóvenes capaces de leer’, y “Nuevas tecnologías y capitalismo salvaje”, también se abocó en distintos momentos de su creación intelectual, a criticar a profundidad el modelo consumista y de banalidad de la industria cultural del entretenimiento.

Recibiendo al comienzo objeciones de sectores juveniles. Sin embargo, para los años ’80 y noventa del siglo XX, se le invitaba a centros universitarios donde recibía buena acogida de estudiantes y profesores.

¿DE DERECHA O POLEMISTA?

Iluminadoras opiniones da Liscano en la revista “Del día y la hora”, acerca de su postura ante la civilización y la política, cuestionando que se de prioridad al asunto económico para la formación del hombre nuevo. Si bien admite la necesidad de reformas sociales, insiste en que para llegar el hombre nuevo “no basta con comer mejor”, siendo el único camino “la literatura y la cultura al servicio de ese cambio”. Respuesta que contiene verdades, pero que requiere de otras condiciones, como el enfrentamiento a los factores de disolución de la espiritualidad y la bondad humana: la maquinaria del capitalismo.

La verdad resulta más compleja, puesto que el cambio de civilización requerirá la acometida simultánea del plato de comida, y brindar acceso a los bienes espirituales de la educación, el arte y la cultura, sin lo cual no habrá ciertamente, integración de la perspectiva de hombre y de mujer que formule propuestas para una nueva civilización.

En esa oportunidad, el escritor expresa una idea reveladora de sus convicciones raigales, al impugnar la llamada ‘literatura de crueldad’ cuando -al referirse a la obra “Esperando a Godot” de Samuel Becket, sostiene “Yo no creo en la literatura miserabilista ¿Por qué denigrar sistemáticamente al hombre? Esa literatura cumple una función al denunciar una condición inhumana. Falla al no presentar una salida(…)Esa literatura negadora del hombre refleja una sociedad donde impera el lucro y el mercantilismo y un Estado que aplasta a la persona humana”.

“AL HOMBRE NUEVO POR LA VÍA INTERIOR”

“El único camino para lograr un hombre nuevo es la vía interior, el conocimiento propio, la literatura y la cultura al servicio de ese cambio. No basta con comer mejor. Están bien las reformas sociales(…)Pero la cuestión económica no es la decisiva en la búsqueda de un hombre nuevo. La civilización del confort norteamericano ha producido una literatura nihilista y una juventud indiferente. El ocio significa para algunos la desesperación. En algunas sociedades se ha resuelto el problema económico y no ha desaparecido el malestar, al contrario, se ha planteado la cuestión metafísica, el por qué del hombre(…)La cuestión social, con ser importante no lo es todo(…)La literatura es un medio de conocimiento del hombre. Es una forma de acercarse por una vía interior a la verdadera transformación del ser humano(…)Veinte siglos de civilización se han resumido en la construcción de la Bomba A ¿Hay mayor ironía que el progreso técnico coloque al hombre al borde de la destrucción?” (Juan liscano LISCANO; Entrevista publicada en ‘Del día y la hora’/fuente: http://gumilla.org)

T/ Néstor Rivero
F/Cortesía