Por Farruco Sesto|De España a Venezuela (Opinión)

Desde hace ya muchos años en España se viene hablando de una crisis generalizada que afecta fuertemente la marcha de la economía y con ello al conjunto de los beneficios sociales, que se ha venido reduciendo y, por tanto, a la calidad de la vida cotidiana del pueblo. Cuando se refieren a ese fenómeno, al que suponen coyuntural, los españoles hablan de “la crisis”.

No hay manera de conversar un poquito con alguien sin que la bendita crisis salga a relucir. Como si fuera una situación relativamente pasajera, muy de un cierto momento. Es la crisis, te explican sobre esto y aquello. Salir o no salir de la crisis es un gran tema. Las opciones políticas para ir superando la crisis, forman parte del imaginario electoral en cada una de las contiendas.

La crisis, la crisis….

Bueno, por mi parte, después de haber pasado algunas semanas por aquí, y a punto de finalizarlas, debo confesar que tengo una visión un poco distinta.

Para mí no es la crisis a secas, sino el capitalismo, y en todo caso su persistente crisis, lo que se vive en estas tierras. Con sus aspectos deslumbrantes, que los tiene el capitalismo sin duda para quien se ciegue con él, pero también con sus aspectos perversos, supremamente injustos, y desigualadores. Esta obscena riqueza de unos cuantos es parte constitutiva del sistema. Pero la pobreza y las dificultades de muchos, también son parte estructural del sistema, que está todo el tiempo ajustándose a sí mismo a costa de las mayorías.

Inducidos por los medios y por la ideología hegemónica impuesta históricamente desde el poder, una buena parte de los españoles cree de buena fe que sus problemas son superables a través de políticas que sean llevadas a cabo por gobiernos “moderados”, sin cambiar demasiado las cosas para no enredarlas. Es decir que piensan, sobre todo, que la solución a la crisis es una cuestión mas bien técnica, al acertar con esas políticas.

No se dan cuenta de que no hay tal cosa como una crisis pasajera. Que lo que España vive, tanto en lo bueno como en lo malo, encaja perfectamente en las razones, las visiones, las contradicciones y los resultados del capitalismo.

De parecido modo, si a ver vamos, a como en Venezuela vivimos también actualmente las consecuencias de no haber podido construir hasta ahora, de manera estructural, una alternativa económica al capitalismo rentista. Con la diferencia de que nosotros, al menos, lo tenemos como una tarea imprescindible. Y de que la estamos acometiendo con fuerza.

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