A cinco meses de su periplo por el Lejano Oriente, el panorama no luce muy alentador que se diga para Barack Obama, quien había llegado el domingo 22 de mayo a Hanoi con los bolsillos cargados de espejitos, cual conquistador español.
Uno de esos espejitos era el llamado Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, siglas en inglés), que sería para Vietnam una especie de milagro, según el alegre viajero, pero para despecho de Obama, septiembre significó una nutrida agenda Vietnam/China, con varios intercambios de delegaciones, incluidas comisiones partidistas y misiones militares.
El nuevo premier vietnamita, Nguyen Xuan Phuc, regresó feliz de su visita a Beijing, y no es para menos, porque se tocaron temas vitales: seguridad y distensión regional para “fortalecer la confianza política”; ampliación de nueve acuerdos; cooperación económica y comercial, cooperación económica y técnica, aumento de capacidad productiva, y de colaboración educativa (2016-2017 a 2020-2021) y un préstamo adicional ($250 M) para la construcción de un tren urbano.
Por su parte, la presidenta de la Asamblea Nacional, Nguyen Thi Kim Ngan, aclaró que “…Vietnam no se precipitará en la ratificación del TPP esperando el resultado de las elecciones de EEUU,” pero sobre todo se espera la decisión política final del Comité Central del Partido Comunista. Y como corolario, expresó que para este segundo periodo de sesiones parlamentarias vietnamitas no figura en agenda el tema TPP.
La guinda estuvo a cargo del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, en su visita a Hanoi el pasado fin de semana, cuando anunció que no habrá mas patrullajes conjuntos con EEUU en el Mar del Este. Además, anunció una pronta visita a Beijing y otra a Moscú. ¡Toma tu tomate, Obama!