Esperanza del pueblo

La conciencia del pueblo pobre, repito, del pueblo pobre, se ha elevado a niveles muy altos, y era de esperarse porque una cosa es la esperanza, que existe sobre la superación de la pobreza y la miseria extrema, de los que están por fuera de ella, ya sea por su posición social, política y/o económica,  y otra cosa es la esperanza que nace y brota desde el dolor y el sufrimiento de quienes viven la pobreza en carne propia.

La esperanza del pueblo pobre, en medio de la calamidad que está viviendo, hizo que se viera nuevamente hacia adentro como colectivo, ¡si!, desde el interés colectivo y no desde el interés individual.

La esperanza del pueblo pobre hizo que se viera nuevamente como Comunidad Política, como Poder Colectivo, como Fuerza Colectiva para alcanzar la tan anhelada felicidad colectiva.

Hizo que se viera nuevamente hacia sus adentros para buscar soluciones objetivas, reales y concretas a sus agravados problemas cotidianos, y no hacia afuera, hacia el entramado institucional, que cuando se presenta delante de ellos, se presenta prepotente e indiferente, y tan dominante como inoperante para entender y satisfacer sus más grandes y sagradas expectativas políticas, sociales y económicas.

La esperanza del pueblo pobre inobjetablemente se convirtió en conciencia colectiva, en el redescubrimiento de su poder desde lo colectivo, y lo que viene es una inevitable y necesaria revolución de las bases.

¿Y dónde se observa la conciencia revolucionaria del pueblo?

La conciencia del pueblo se  ve en la retoma de la empatía con el otro, con el resurgimiento del amor profundo por el hermano y la hermana de la comunidad, en el respeto a la diversidad y a las opiniones del otro, asumiéndose como verdaderos entes de trasformación, desde la unión comunal, desde la fuerza y la movilización colectiva.

La conciencia del pueblo se observa en la disposición y empleo de la participación popular en asambleas de ciudadanos y ciudadanas, hoy más que ayer, como expresión de su poder para combatir todos los males que los hacen sufrir.

La conciencia del pueblo se ve innegablemente en la exacerbación de su rebeldía colectiva, en su molestia y denuncia social, en su inconformidad por lo que se puede hacer y no se hace por indiferencia e indolencia en la gestión pública, que para que sea pública tiene que ser general, y para que sea general tiene que ser para todos por igual; se ve en su enojo y bravura hacia quienes ellos en un momento depositaron su confianza y le fallaron; se ve en la impotencia que le genera el tener que apoyar a personas en las que no se ven representados durante contiendas electorales…

Se ve en la intervención de una mujer irreverente, corajuda y arrecha, cargada a la vez de amor, ternura y lealtad por la revolución bolivariana y chavista, exigiendo calidad política y eficiencia revolucionaria; se ve en la reconexión del interés individual con el interés colectivo, para volver a vivir en comunas; se ve cuando el miedo desaparece y la valentía colectiva se impone para pensar, hablar y actuar libre de toda atadura, amarras, criterios o condiciones institucionales, se ve cuando sus límites para hacer la revolución popular es tan infinito como su amor por el Comandante Chávez.

La conciencia de un pueblo revolucionario se ve definitivamente en su rebeldía y no en la sumisión, se ve cuando alza la voz contra lo mal hecho y no cuando calla y se resigna, cuando impone su sabiduría y voluntad colectiva, y no cuando va en contra de ella por voluntad e interés de una minoría, cuando es la que da los lineamientos y no cuando los recibe.

Y esa belleza de lo colectivo y de la fuerza para transformar la realidad que se consagra hoy en las comunidades más vulnerables, se la debemos a la esperanza de ese pueblo empobrecido, que en el medio de la batalla por la independencia y la soberanía nacional, ha elevado su conciencia colectiva y ahora más que ayer se presenta y participa valiente, rebelde y confiado, sin miedo, en las asambleas de ciudadanos y ciudadanas, para establecer y señalar la dirección política y social que se debe asumir para construir el socialismo venezolano, de abajo hacia arriba.

El pueblo pobre ha salvado y fortalecido el concepto y la esencia de la conciencia política revolucionaria, que es rebelde y subversiva, para que sea liberadora y trasformadora.

II

La esperanza del pobre le da sabiduría a su rebelión, ya que se revela contra todo aquello que niega sus sueños de vivir viviendo, como lo dijo Hugo Chávez.

Tenemos que hablar de la Conciencia Colectiva, la Esperanza Colectiva, la Rebeldía Colectiva, la Sabiduría Colectiva y la Astucia Colectiva.

Buscar obligar al pueblo de Chávez a la sumisión a lo mal hecho, es el peor error político que  pueda cometer alguien que se haga llamar revolucionario.

Los sacrificios de un dirigente construyen lealtad en las bases, los privilegios la destruye.

La participación y el voto del pueblo revolucionario es un acto de rebeldía para abrirse los espacios, hacer una revolución popular y consolidar la liquidación definitiva de la política de élites.

La conciencia del pueblo se observa en su capacidad de exigir sin miedo la debida atención que se merecen.

Quien no pueda ir a abrazarse con la llagas de nuestro pueblo más pobre, nuca estuvo con Chávez.

La conciencia revolucionaria es rebelión permanente contra lo mal hecho.

Nos vemos en la próxima edición.

Por: Christian Medina

#BolivarSeLevanta @medinamacero @enfoquechavez