Por Marcelo Barros|El espíritu de los Juegos Olímpicos (Opinión)

Los Juegos Olímpicos comenzaron este viernes 5 de agosto, en Río de Janeiro y en todo Brasil se respira el ambiente propio de los juegos. Al Brasil, llegan delegaciones de 205 países y una multitud de espectadores. Serán 19 días de competencias en 306 tipos de juegos y eventos que representan medallas en 42 modalidades diferentes.

Brasil está viviendo una crisis política que, cada vez mas, la mayoría de la sociedad internacional identifica como un golpe parlamentario contra la democracia. El mundo dominado por un sistema social y económico cruel y desigual vive bajo un clima de inseguridad permanente. Después de los ataques terroristas en Niza, Francia, las autoridades refuerzan los sistemas de seguridad en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Sin embargo, el deporte sigue dando signos y ejemplos de la convivencia democrática y fraternal.

En estos días, en un partido de fútbol entre Portugal y Alemania, el jugador que hizo el gol de la victoria decisiva nació en Guinea-Bissau. Y Cristiano Ronaldo dedicó la victoria a todos los inmigrantes. Una señal contra la xenofobia y el racismo. Quién sabe, si Europa logra pasar del deporte para una coexistencia pacífica con los hermanos migrantes.

A lo largo de la historia de la humanidad, el deporte siempre ha sido una relación de espacio entre diferentes pueblos y culturas. La bandera muy olímpica, formada por cinco anillos entrelazados, representando los cinco continentes y sus colores, muestra cómo la unidad se puede vivir en la diversidad.

No debemos entrar en una atmósfera de pánico que termina en una especie de guerra preventiva, tan a gusto de todos aquellos que viven de la violencia. Sin lugar a dudas, en el mundo de hoy no se puede descuidar la seguridad.

Las fuerzas armadas garantizan 38.000 mujeres y hombres en la vigilancia de Río de Janeiro los días de los juegos. Sin embargo, es importante que apostemos a la paz y el diálogo entre los pueblos. Para muchos caminos de la espiritualidad, la competencia no es un valor positivo, sino que debe ser sustituida por la colaboración.

Casi todos los tipos de deportes son entrenados en común y las y los atletas aprenden unos de otros para apoyarse unos a los otros en las luchas comunitarias. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo escribió a los corintios: «¿No saben que en los estadios, todos corren, pero solo uno obtiene el premio. Todos corren para ganar un recipiente (un premio) para ganar una corona perecedera, los atletas se abstienen de todo lo que hacemos esto para alcanzar una corona incorruptible»(1 Co 9, 24 y 25).

T/ Marcelo Barros
irmarcelobarros@uol.com.br
Recife / Brasil