Por Juan Barreto C.|El espíritu de vendetta (Opinión)

Karl Marx decía, a propósito de La Comuna de París, que “más aprende un pueblo en un día de luchas que en 100 años de pasividad”, pero he aquí que las enseñanzas del 13 de Abril no han sido completadas todavía. Ahora bien, todo parece indicar que quien menos aprende es la oposición. Por ejemplo: siguen jugando al inmediatismo cortoplacista; a la salida violenta, De manera reactiva y oportunista, sin confrontar la audacia del Gobierno con una visión distinta, plasmada en un papel que vaya más allá de la retórica mediática, en tal sentido no tiene ni presenta proyecto de país alguno. Se oponen a la existencia en convivencia de los poderes públicos, tal cual lo expresa la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y prometen “en seis meses acabar” con los poderes Ejecutivo, Electoral, Judicial y el Ciudadano.

Ese doble discurso del sector opositor ofende la inteligencia y la sensibilidad de sus seguidores y les resta credibilidad. Los dirigentes opositores no estudian la lección, no aceptan que uno de los factores detonantes de la rebelión popular fue el secuestro y la irracionalidad aplastante contra los poderes de la Republica, así como la descalificación mediática hacia el chavismo.

La ira, la soberbia y la prepotencia que mostraron ayer la siguen mostrando hoy los dirigentes opositores. Esto le dio un indiscutible sello de clase al golpe de Estado y se lo sigue dando a sus actuaciones. Así mismo, la utilización de sus seguidores, para justificar el golpe, dotándole un halo y un barniz popular, para desmovilizarlos al día siguiente; en contraste con la actitud de cenáculo exhibida por el liderazgo ya en el poder, le sumara una nueva derrota.

El espíritu de vendetta, revancha y retaliación sigue presente en el discurso opositor, ahora de manera velada, pero el veneno ya fue inoculado en las filas de los sectores más reaccionarios y atrasados de las clases medias, creando un factor facistoide que presiona permanentemente y que evita que la dirección política de la oposición recaiga en manos de una corriente democrática. Pero la oposición no asiste a la escuela de la historia. Sigue instalada en la doble agenda y es posible que por ese camino, como Chacumbele, se termine dando otro golpe.

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