Por Walter Ortiz|Estrategia lógica con errores tácticos (Opinión)

Washington obtuvo en 2015 sendas victorias políticas ni más ni menos que en las urnas electorales, fruto más de errores de nuestros gobiernos y dirigentes políticos que de virtudes contrarias. Venezuela y Argentina culminaron el año con sendas derrotas para la izquierda y un camino en apariencia allanado para el avance de esta operación internacional de recolonización estadounidense de su “patio trasero”.

Lo de Brasil es poco menos que terrible. Con una estrategia bastante inteligente y la utilización del binomio Congreso y Tribunal Supremo Federal, la derecha logró perfeccionar el golpe de Estado institucional, luego de las experiencias aplicadas en los casos de Fernando Lugo en Paraguay, así como de Manuel Zelaya en Honduras.

Sin duda alguna una eventual salida del poder de la presidenta Dilma Rousseff sería para Washington tener el bocado principal, dado el verdadero papel de influencia que tiene el país carioca. El gobierno de Barack Obama desarrolló una eficiente táctica de adormecimiento que, ante la ausencia del comandante Hugo Chávez y su rol de vanguardia, sumió a la región en un sueño casi mortal que ha dado ahora la posibilidad de esta nueva arremetida activada con mas fuerza a partir de su paseíllo risueño por La Habana y su viaje con instructivo incluido a uno de sus capataces regionales, Mauricio Macri.

Ahora bien, en Venezuela la subestimación del contrario y una especie de resaca victoriosa, cosa muy propia de nuestra historia política, ha llevado a la oposición a cometer varios errores tácticos que lejos de consolidar su victoria electoral, no solo amenazan con poner en peligro la estabilidad del país, su continuidad como Estado, sino además les ha llevado a perder tiempo en formas políticas para “salir” del presidente Nicolás Maduro, como si ese fuera el principal problema de las venezolanas y los venezolanos.

En razón de esto, las presiones del Pentágono se incrementan de manera feroz, tal vez porque alguien les vendió la idea de una salida de fuerza y precipitada, discurso que es poesía para los estrategas del Nobel de la Paz, con el firme propósito de conseguir mayor inyección de recursos a la agenda de trabajo injerencista que con el pasar de los días se ha vuelto más evidente.

La realidad es muy cruda. La idea de un golpe de Estado clásico al parecer no consigue cajas de resonancia en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), la cual en algún momento fue hasta alabada en la derecha por “defensora de la victoria del 6 de diciembre”, pero hoy es vilipendiada por asumir posturas de rechazo a cualquier forma de ruptura del orden constitucional así como a la legalización de mecanismos violatorios de la Carta Magna venezolana.

En la otra fórmula, pues se durmieron. Le dejaron a un grupo de leguleyos arrogantes del discurso, pero bastante deficientes en sus formas, la tarea de elaborar los petitorios del Revocatorio, así como el inicio de un proceso de convocatoria lleno de errores que no fueron muy difíciles de corregir por el Poder Electoral. Todo ello, sin sumar el hecho que dejaron correr más de 120 días a sabiendas de que su convocatoria no es un proceso corto y sencillo, por las lógicas protecciones legales y constitucionales de los derechos de todos los factores afectados en un proceso de esta índole.

Mientras nuestro pueblo sigue esperando que las acciones económicas del Gobierno den por fin con la salida positiva al calvario con que se ha encontrado en los últimos tres años, que afecta de lleno a su cotidianidad, la oposición parece ahora desesperada tratado de ver qué hacer con el tiempo perdido y procurando echar culpas a otros de errores propios. Por ahora el golpe en Brasil, de concretarse, sería grave para la estabilidad regional.

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