La canalla mediática, de Armando Carías|El bachaquero informativo (Opinión)

Disfrazado de objetivo comunicador, oculto tras el tarantín del medio que le sirve para esconder la verdad, camuflado con los titulares y sumarios que le garantizan inmunidad e impunidad noticiosa; el bachaquero informativo se exhibe sin pudor ante sus seguidores, que pagan lo que sea con tal de seguir siendo bien estafados y mal informados.

El bachaqueo de la información comienza con la escogencia de la fuente, que le dará los insumos para iniciar el ciclo del acaparamiento de los hechos, tan sagrados como lucrativos.

A media luz, bajo la penumbra del informante de turno, el bachaquero se mueve escurridizo, entre entrevistas complacientes que parecen publicidad y calichosas noticias que parecen campañas de imagen de la empresa que bien se baja de la mula para verlas difundidas.

Nada pulcro en sus procedimientos, el bachaquero informativo desafía la sanidad periodística y guarda en la inmunda alcantarilla, datos y cifras que no le convienen, ni a él, ni al seguro y confiable proveedor de los fiambres y pacotillas que pone en la primera página del mostrador.

Sin escrúpulos ni decencia, amparado por la ley de la oferta y la demanda del mercado noticioso, el bachaquero sube los precios del kilo de palangre cada vez que se anuncia un incremento en el bono de información oportuna y veraz: “Meta la mano que si hay mortadela de mentiras, agotada la pechuga de pavo de certezas, lleve sus granos picados por los gorgojos de la censura empresarial, no tengo caraotas empaquetadas en libertad de expresión. Mira que me voy”.

Al final de la jornada, el bachaquero informativo recoge la mercancía periodística que no tuvo salida, le cambia los verbos y la diagramación, la prepara como primicia y espera la cola de la mañana siguiente.

T/ Armando Carías
armandocarias@gmail.com
Caracas