Por Mariadela Villanueva|Delincuencia económica (Opinión)

Quien promueve o participa en esta guerra económica delinque contra el país y sus compatriotas. Y quienes defienden a los delincuentes económicos, omiten o falsean información en nombre de la libertad de expresión o del derecho a la propiedad privada, deben ser considerados sus cómplices.

La especulación comercial y financiera forma parte del accionar de los empresarios parasitarios para apoderarse sin mayor esfuerzo del excedente petrolero. Accionar que en algunos casos no es más que la cara legítima de operaciones no incluidas en las cuentas nacionales como el tráfico de personas, drogas, armas o divisas y el contrabando de todo tipo de bienes.

El contrabando de extracción ha sido un mecanismo tradicional de enriquecimiento rápido. Recuerdo de niña el shhhh shhhh de pequeñas embarcaciones que se deslizaban de noche con sus cargas ilegales desde la costa oriental hacia Trinidad y de haber escuchado relatos sobre piratas margariteños que llevaban licor, comida y enseres plásticos hasta Colombia, Guyana y las islas del Caribe.

Pero el contrabando de hoy es muy diferente de aquel casi artesanal, tanto por su organización y magnitud como por los fines políticos de quienes lo promueven o practican y por la cantidad de población afectada.

El Gobierno está haciendo un esfuerzo extraordinario para controlar la situación y necesita la ayuda del pueblo revolucionario para lograr que se acate la Ley Orgánica de Precios Justos y que los “chivos” involucrados en el acaparamiento y contrabando de productos paguen por sus delitos.

Pero activar el apoyo popular requiere recuperar la moral golpeada por la impunidad de los poderosos que juegan a la desobediencia civil con sordina.

Incorporar a la población a la ofensiva económica requiere, además de una campaña comunicacional y acciones legales, ponerle sujeto al predicado. Requiere como medida disuasiva, moralmente punitiva y ejemplarizante, dar a conocer los nombres de los delincuentes económicos responsables del acaparamiento y contrabando: los dueños y directores de las empresas, reales y de maletín, y sus cómplices y colaboradores, aun cuando tengan que ser adjetivados “presuntos”.

mariadelav@gmail.com