Hace 185 años cerró sus ojos en Santa Marta|Desaparición de Bolívar frustró el proyecto de una nación de repúblicas en Suramérica

El 17 de diciembre de 1830 falleció Simón Bolívar en la quinta de San Pedro Alejandrino, en el puerto colombiano Santa Marta principal adalid de las Guerras de Independencia y de los procesos de unificación de los países suramericanos durante el siglo XIX.

Desde sus primeros tiempos en la vida pública, mostró Simón Bolívar su propensión a la forja de una gran nación suramericana, como se deja ver en su célebre Discurso ante la Sociedad patriótica del 3 de julio de 1811, su Manifiesto de Cartagena de diciembre de 1812, o en sus comunicaciones de abril de 1814 con el prócer oriental Santiago Mariño, donde esboza la idea de la unión entre Venezuela y Nueva Granada. Y luego, tras las victorias de Boyacá (1819) y Carabobo (1821), cuando se da concreción a este proyecto de unificación territorial bajo el nombre de la Gran Colombia.

Y a nivel continental, las grandes ideas del Libertador irradiaron hacia el norte y el sur del continente. En Panamá fue tal la impresión del nuevo Estado creado por Bolívar, que el entonces jefe militar realista Tomás Herrera, declaró la independencia del Itsmo y seguidamente este se anexó como un Departamento, a la Gran Colombia. Y en México, el general realista Austín de Iturbide nativo del país azteca y quien entre 1810 y 1815 logró destruir las fuerzas revolucionarias de Miguel Hidalgo José María Morelos, animado por el ejemplo del héroe caraqueño, se declara a favor de la independencia de su país, la cual es proclamada en septiembre de 1821. También los patriotas de Santo Domingo declaraán su emancipación frente a España, y en 1825 solicitarán su anexión a la Gran Colombia.

FUERZAS DISGREGADORAS

Sin embargo, fuerzas históricas con hondo anclaje en la estructura feudal de las sociedades hispanoamericanas, en primer lugar las clases poseyentes de terratenientes y los comerciantes e importadores vinculados a las casas comerciales extranjeras, así como la hábil política de exterior del Departamento de Estado de EEUU de promover su modelo federalista sustentado en el generalato que emergió de las guerras emancipadoras suramericanas, en medio de territorios con una población mayoritariamente analfabeta y víctima del discurso antibolivariano de las élites regionales, daría al traste con aquel sueño anfictiónico que se plasmó en el Congreso Anfictiónico de Panamá. Dichas fuerzas disgregadoras, bajo la conducción de José Antonio Páez en Venezuela, Francisco de Paula Santander en Nueva Granada y Juan José Flores en Ecuador, configurarían la hora menguada de la Gran Colombia

HORA OSCURA

Mientras tomaba en Bogotá las disposiciones de sus últimos meses al frente del Estado, presto a entregar el poder ante el Congreso Admirable que se instalaría el 20 de enero de aquel año, escribe, el 27 de diciembre de 1829, su última carta a José Antonio Páez, por entonces el ‘hombre fuerte’ del país: “En Venezuela nadie es capaz de levantar su voz contra la autoridad que Ud sostiene”, le dice y le expresa su interés de que se finiquite en tribunales de Caracas, el pleito sobre las minas de Aroa, únicos bienes con que el Libertador contaba para sobrevivir en el exilio.

El círculo paecista tenía alto influjo sobre los tribunales de Caracas. Bolívar desnuda ante Páez su pobreza, al exponerle su propósito de salvar las minas “no quiero perderlas, quedándome en la calle como indigente y tramposo (…) no sé con qué me he de ir de este país el día que sea preciso”. Y el ‘hombre fuerte’ de Venezuela nada haría para dar celeridad a la solicitud del Libertador. Y, no obstante perentorio reclamo del héroe caraqueño, el Centauro a poco más de un año después “Nunca se me acreditó el caso de que yo hubiee podido acreditarle -a Bolívar-, bien fuera con mis bienes o de cualquier otro modo particular (…) Mi mayor sentimiento consiste en no haberle dado una prueba de amigo como yo deseaba” [Contestación del 24 de febrero 1831, a Rafael Urdaneta sobre la muerte del Libertador]

GRANDEZA QUE RENACE

“Bolívar tiene que hacer en América todavía” escribió José Martí en la penúltima década del siglo diecinueve. Y en lo que va del siglo XXI, las tareas que dejó inconclusas, prosiguen su curso, dentro de las grandes líneas trazadas por el héroe inmortal. Dichas tareas inconclusas hoy son retomadas por los pueblos suramericanos que crean el ALBA-TCP Petrocaribe y Unasur entre otras entidades que perfilan el futuro de la gran “República de Naciones” prefiguradas por el Padre de la Patria.

“CON LA ESPADA DESNUDA
CUMPLISTE TU MISIÓN TERRIBLE…”

“Bolívar, tú sobre la cumbre de ese monte de frente altiva, que parece pasea miradas de señor sobre la América entera, te ostentas como genio creador de un Universo…tú oyes sin duda armonías inefables, que el cielo derrama sobre tu frente de guerrero y de poeta: con tus sonrisas y tus miradas hacen estremecer de amor las almas (…) La montaña que te sustenta parece bajo tus pies crecer en dimensiones.

Sobre la cumbre de ese monte que los incas soberbios…saludaron en su último furor con gritos agonizantes de venganza, tú pareces envuelto en las nubes de tu poder mágico mágico y formidable, frente a frente al tiempo, que te habla con sereva paz…dando cuenta con la espada desnuda y ensangrentada, al mensajero del gran vengador, de haber cumplido tu misión terribleívar, yo te saludio sobre ese pedestal grandioso que dominas en tu vuelo, sobre esa pirámide sublime que, vecina a las nubes y sentada en medio de la américa, lleva el sello de tu genio (…) americano…venero…al vengador de un mundo; habitante de la tierra, hijo de la humanidad, yo te proclamo, en medfio del entusiasmo que me arrebata, el primer bienhechor del hombre; como la figura de dios, como el profeta de la américa” [Francisco Aranda y Ponte, ‘A Bolívar sobre el Chimborazo!, en Colección Blanco y Azpúrua, Tomo 14, pág 454, Cs, 1875]

T/ Néstor Rivero
I/ Edgar Vargas
Caracas