Por Néstor Rivero| Fábula del fiero tigre (Opinión)

Recorría el fiero tigre la selva, colocando carteles donde se leía “…declaro al Tío Conejo una amenaza extraordinaria para mi seguridad Y todos los animales se sorprendieron de que el orejudo representase peligro para el gigantón que ruge.

El Tío Conejo se llenó de valor y encarándolo preguntó al tigre “¿Por qué me persigues?”; “… porque haces reir a otros. Y eso en mi selva está prohibido”. Así parece andar hoy el presidente de Estados Unidos Barack Obama, disgustado porque en una nación suramericana, pequeña de tamaño, empero gigante en hidalguía y fuerza moral, se lleva adelante un proyecto de dignificación, inclusión y opción para construir felicidad, a favor de millones que por generaciones, naufragando en el abandono, habían olvidado cómo se ríe.

El acto de ratificación de su decreto del pasado año, por parte del presidente Obama, respecto a prorrogar por un año más la declaratoria de Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria” para aquella nación, se parece mucho al cuento del tigre que recorría la selva colocando carteles. Imagínense a los lobos temiendo la agresión de los venados, con el perdón de los venados que justifican su paso por la Naturaleza con sus gráciles cornamentas.

Si no fuera por el trágico fondo de desestabilización que impulsa dicho decreto, así por como los 43 muertos de la guarimba, con patrocinio desde EEUU, y por el incontrovertible sesgo desestabilizador de la ratificación del decreto absurdo, si no lo fuera, provocaría ciertamente hacer chiste con la fábula de un pequeño país de paz -cuyo liderazgo se somete a una Constitución justiciera, y cuyo armamento pesado es la fuerza de la inclusión y lucha contra los factores de pobreza extrema-, que es considerado por el gigante militar más imponente de la historia como “amenaza extraordinaria”.

Y mire que el espionaje satelital estadounidense rastrea sobre nuestra superficie en labor de espionaje y violación de soberanía sin encontrar el más mínimo indicio de que en los médanos de Coro haya tiendas de Al Qaida, o que en la isla de Margarita se organicen brigadas de asalto contra ciudades de EEUU. Suena a película; empero no es chiste: es así como se moldea la opinión pública estadounidense, muy sometida al chantaje de la seguridad nacional, la construcción de un enemigo externo y las amenazas de terrorismo.

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