Walter Ortiz | Facturas políticas y hambre petrolera (Opinión)

Las recientes posiciones manifestadas por personeros del Gobierno de Estados Unidos, dejan a las claras su decisión impostergable de “salir” de la Revolución Bolivariana.

Esto se observa claramente dado el hecho de un proceso de necesaria acumulación de fuerzas en la región, para proceder luego a librar los combates, en cualquier terreno, contra los gigantes Rusia y China. Para ello deben procurar hacer con Venezuela, lo mismo que actualmente hacen en Libia, Irak y en parte de Siria. Robarse el petróleo.

Venezuela es estratégica en esta batalla, no solo por sus recursos energéticos sino por el desarrollo de una política latinoamericana que rompió la imposición estadounidense de una renovada Doctrina Monroe, a través del ALCA, mientras otros países divagaban en pragmatismos y falsas promesas de desarrollo de nuestros pueblos.

Fue Venezuela, por alla en el año 2000, la que decidió abrir las puertas de la región a China, como un gigante en expansión. Fue Venezuela la que empezó a frenar las pretensiones de convertir nuestros Estados en “conserjerías” manejadas desde los poderes de EEUU, al impedir la victoria del ALCA, consagrada con el apoyo de varios países en Mar del Plata, Argentina.

Fue Venezuela la que decidió acabar con las leoninas relaciones de chantaje de los poderes petroleros en el área del Caribe, con un acuerdo con hermanos caribeños que no significara colocar en estado de sufrimiento a sus pueblos, como sí lo hacen los poderes económicos europeos y estadounidenses.

Estos detalles son apenas parte de la gran factura que el Gobierno estadounidense nos tiene por cobrar. Ni siquiera les interesará un proceso de diálogo porque éste va en contra de sus intereses geopolíticos que son petróleo, una nueva “Alianza para el Progreso” estadounidense en la región, y demoler el “mal ejemplo” de Venezuela en América Latina.

Tienen dos actos teatrales bien montados y toda una táctica contra Venezuela. El “cambio de política” hacia Cuba, que se ha convertido en puros manifiestos de buenas intenciones que terminarán en alguna audaz propuesta estadounidense en la Cumbre de las Américas a efectuarse en abril próximo en Panamá y, el cuento de que con el petróleo de esquisto ya no necesitan del oro negro del extranjero, mientras saquean al convulsionado Medio Oriente y generan una guerra fratricida en Ucrania, se han convertido en sus cartas actuales de presentación.

Mientras desarrollan con toda fuerza este par de pantomimas, se barajan en qué hacer con nosotros. Si tumbarnos como lo hicieron con los presidentes Fernando Lugo (Paraguay) o Manuel Zelaya (Honduras), por vía del Poder Legislativo, o tienen fuerza para hacer algo parecido a lo de Chile en 1973. Tal vez hasta piensen, luego de una campaña bien elaborada, invadirnos como lo hicieron en Panamá después de acusar a Manuel Antonio Noriega de narcotraficante.

Este es el momento en que debemos estar alertas y preparados para afrontar el próximo paso, llevamos 16 años sufriendo ataques.

A la región le queda asumir posiciones claras, ya que por lo visto la Celac y la Unasur se han quedado en la simple elaboración de hermosos y filosóficos documentos en los que todo el mundo dice su partecita. La unidad y la conversión de nuestra región en una Zona de Paz necesita más que palabras y escritos, necesita hechos. De lo contrario repetiremos la anfictionía de Panamá de 1826, que no terminó en nada para felicidad de nuestro enemigo histórico.

T/ Walter Ortiz