¡Abriendo paso al socialismo!|Farruco Sesto: Propongo un ejercicio del espíritu (Opinión)

En verdad, pareciera que, para uno, el tiempo es un bala a toda velocidad sin objetivo.

¡Un año ya, de aquel 5 de marzo! Parece mentira.

Pienso mucho en el comandante Hugo Chávez. Todo el tiempo. Y entre las cosas que pienso, está la siguiente: ¿cómo hacer un dibujo preciso de Chávez?

Y me digo: tomemos un hombre sencillo, de origen humilde, un veguero del llano, pero que tenga el mejor corazón del mundo. Esa es la única condición previa: un corazón enorme con la mirada amorosa.

Y ahora vamos a añadirle cualidades y circunstancias.

Vayamos perfilando el desarrollo de su personalidad en el tiempo. Metámoslo de lleno en la cultura, en el deporte, en el conocimiento. Hagámoslo un lector infatigable.

Sumerjámoslo en la historia, y particularmente en el estudio de Bolívar y su legado. Démosle entonces conciencia de su pueblo, sobre todo de los más pobres de la tierra.

Otorguémosle la condición militar. Perfilémoslo como rebelde y siempre subversivo. Démosle la misión de concluir la independencia. Dotémosle de autoridad propia y don de mando. Metámoslo de lleno en la política para que desde allí maneje la praxis emancipadora.

Conectémoslo con las ideas esenciales de que “la Patria es América” y de que “Patria es humanidad”. Hagámoslo un estratega de infinita inteligencia, capaz de sortear todas las dificultades. Reconozcámoslo como líder.

Y tendremos a Chávez. Nuestro Chávez, comandante eterno.

Ahora completemos el ejercicio yendo a la inversa, a ver que pasa. Vayámosle despojando de todos los trazos que pusimos. Uno a uno, hasta llegar de nuevo a la semilla: un hombre sencillo, de origen humilde, un veguero del llano, con el mejor corazón del mundo.

Y entonces ¿Qué tendremos ahora?

Yo digo que, sin duda, tendremos a Chávez. Porque el Hugo Chávez que conocimos es el resultado de un proceso de autoconstrucción por su parte. Un proceso que lo desarrolló a partir de la más grande cualidad de un ser humano: tener una gran bondad en el corazón y una mirada amorosa. Lo demás es la vida y la voluntad de vivirla como se debe.

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