Multitud de Juan Barreto|Febrero rebelde (Opinión)

Año 1989. La piel de esa fecha quedó tatuada en rojo en las aceras y calles de los barrios caraqueños, haciendo de su dolor un registro y una memoria. ¿Cómo cargar al hombro con esos días testarudos, que desde un equivalente imposible no se dejan intercambiar con nada? “El muro del intercambio imposible”, dice Jean Baudrillard, es el lugar simbólico en donde lo delirante e irracional se torna en una verdad irrefutable.

Así ocurrió aquel 27 y 28 de febrero que se incrustó en lo más profundo del ADN social, en la urdimbre espesa de la multitud revolucionaria. Luego, la gente de verdad fue recogiendo los trozos de sus pedazos para rehacer sus consignas y levantar hoy las banderas del pueblo en lucha, junto al presidente Nicolás Maduro, junto a la Revolución Bolivariana, siempre en el camino de nuestro comandante Hugo Chávez Frías, quien también es hijo de ese histórico y verdadero febrero rebelde.

Los cientos de millares que vivimos las intensidades puras de esos días gemelos tuvimos que aprender a vivir con esa cicatriz, a pasearla de cuando en cuando y hacer con ella gimnasia para que se mantenga en forma y se haga presente de ser necesario.

Existen muchas formas de aprender, pero pocos momentos de aprendizaje colectivo, en los que, como dijera Marx, más aprende un pueblo en un día de lucha que en 100 años de pasividad. ¡Vaya usted a saber quién sabe cuánto aprendimos como pueblo!

Poco a poco fuimos invocando un discurso para una subjetividad otra, esto es, de las luchas y las memorias colectivas por la liberación del trabajo. Fuimos creando islas de afectos y solidaridades, desde donde fundarse y respirar para resistir al imperium del modo extenso de expresión de la forma capitalista de existir.

La vigencia y legitimidad de dicha pretensión tiene que ver con la persistencia y el entronque de dichas ideas, con el conjunto de prácticas cotidianas transformadoras de la vida real, con sus rituales y lenguajes; es decir, con las formas del intercambio y producción de la vida.

¡Pero cuidado! Aquel febrero también nos enseñó que en política todo es cuestión de poder, vale decir, de expresión de la fuerza, lo demás es recuerdo e ilusión.

juanbarretoc@gmail.com