Fernando “Pino” Solanas: “Debemos registrar y analizar todos los hechos relevantes de nuestra realidad con mirada crítica”

El artista falleció en ejercicio de sus funciones como embajador de Argentina ante la Unesco, luego de ser trasladado a terapia intensiva, junto a su esposa, Ángela, donde eran atendidos tras contraer la Covid-19

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El pasado viernes, todavía con mucha vitalidad y en la plenitud de sus facultades, incluso en ejercicio de sus funciones como embajador de Argentina ante la Unesco, murió a los 81 años, en París, el cineasta argentino y político de izquierda, Fernando “Pino” Solanas, víctima de la Covid-19.

Considerado como uno de los máximos exponentes del cine de contenido político, Pino Solanas supo combinar, como ningún otro artista, el lenguaje cinematográfico con la militancia política en una fórmula bastante equilibrada entre la estética y la denuncia comprometida.

Sus firmes convicciones y su constante posición crítica lo llevaron a convertirse en un personaje incómodo. De hecho, fue frecuentemente señalado por sectores pseudo izquierdistas debido a sus cáusticas observaciones a figuras que llegaron al poder impulsados por esta misma ideología.

De hecho fue fuertemente vilipendiado por criticar la gestión de los Kirchner. Aun así, como corresponde a un contexto verdaderamente democrático, fue la propia vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, una de las primeras en lamentar la muerte del cineasta y escribir en sus redes sociales: «Desde La Hora de los Hornos hasta el Exilio de Gardel, Pino Solanas logró, con talento inigualable, la mágica fusión de cine y política… de arte y militancia. Nuestro homenaje y reconocimiento, junto a las condolencias para sus familiares y seres queridos».

Además de eso, por sus lacerantes críticas al neoliberal Carlos Menem, a comienzos de la década de los 90 del siglo pasado, fue llevado a juicio e incluso recibió unos disparos. Y antes, en 1975, recibió temibles amenazas y se libró de un intento de secuestro que lo llevó a exiliarse en París.

UN ARTISTA EN LA CURUL

En el área política Pino Solanas se desempeñó como diputado durante tres períodos (1993-1997, 2003-2007 y 2009-2013) y también fue senador en una ocasión (2013-2019). En 2007 se postuló como presidente en unos comicios que lo dejaron en un lejano quinto lugar, con apenas el 1,6% de los sufragios.

Como cineasta fue incansable, su último título como director, Viaje a los pueblos fumigados, lo realizó con 79 años. En 2018 y apenas dos años antes estrenó El legado estratégico de Juan Perón. Su primer largometraje, La hora de los hornos, rodada en 1968, se mantiene hoy en plena vigencia porque trata sobre la violencia en Latinoamérica y el neocolonialismo.

El anecdotario sobre la realización de su ópera prima menciona que se rodó de manera clandestina para evitar represalias de la dictadura de Juan Carlos Onganía. El esfuerzo, combinado con sus destrezas técnicas y su estética, le hicieron merecedor de reconocimientos en festivales de Mannheim, Mérida, Locarno y proyecciones durante la reputada Semana de la Crítica en el Festival de Cannes, donde en 1988 se llevó la Palma de Oro como mejor director por Sur, un filme que combina una historia de amor en un contexto político específico, con unos personajes que mantienen la dignidad al decir NO a la injusticia y a la opresión. La obra está aderezada con música de Astor Piazzolla, Fito Páez y el propio Solanas.

SU VISITA

A lo largo de su extensa trayectoria como cineasta, Fernando Pino Solanas siempre insistió en la necesidad de consolidar centros de formación latinoamericanos que estimularan la creación de lenguajes audiovisuales autóctonos, y la producción de obras que contaran nuestras propias historias.

Para Solanas era un despropósito enviar a las nuevas generaciones a formarse en centros foráneos para terminar copiando paradigmas de producción audiovisual que no se corresponden con nuestra realidad en general.

ACUÉRDATE DE MARGARITA

En nuestro país, durante una visita que se le extendió al Festival de Cine de Margarita, en octubre de 2010, Pino Solanas repitió que en Latinoamérica es necesario romper con los grandes mitos impuestos por el cine estadounidense. A su juicio, para que nuestro cine avance debemos primero deslastrarnos de algunos paradigmas a los que llamó “patrañas”, como la creencia de que una buena película solo se hace con un gran presupuesto y con equipos costosos.

“Claro, si nosotros mandamos a nuestros cineastas a que se formen en las escuelas de ellos, las de Hollywood o las de Londres, cuando vuelven se sienten frustrados si no cuentan con esas tecnologías”, dijo en aquel entonces.

Para el argentino también era imperante suprimir el apego a las fórmulas que emplean elementos como, por ejemplo, la violencia para atraer al público. Al mismo tiempo, decía, era necesario hacer esfuerzos por construir discursos estéticos atractivos que contaran nuestras realidades, como, a nuestro juicio, logró hacer en nuestro país el insigne Diego Rísquez, entre muchos otros.

“Nos faltan cientos de películas sobre los personajes y acontecimientos de nuestra propia historia, inclusive del presente. Nosotros tenemos que hacer memoria contra el olvido. Debemos registrar y analizar todos los hechos relevantes de nuestra realidad con mirada crítica, por supuesto. También tenemos que tomar los problemas de nuestra realidad para analizarlos e impulsar su transformación, su cambio”, expresó Solanas cuando tuvo la gentileza de compartir su experiencia con un grupo de jóvenes en Margarita.

Como recomendación a las nuevas generaciones, el realizador y político sureño señaló que hay que mantener el ejercicio creativo a como dé lugar: “El cineasta, como el músico, se hace tocando el instrumento, no leyendo y escuchando música. Por supuesto, el cineasta tiene que tener cultura cinematográfica, tiene que ver buenas películas y analizarlas y después tiene que formarse a través de la cámara. El largo camino de saber qué es lo que filma y cómo lo filma es largo; eso significa mucho ensayo”.

“Hay que tener rigor con uno mismo y hay que trabajar varios años; aquel que quiera hacer cine de acción tiene que adjuntar a su formación de la técnica de la toma de imágenes, la técnica de formación de actores y del espacio escénico. Nadie puede pretender dirigir a 100 profesores de música en una orquesta si no tiene idea de cómo tocar un instrumento”, añadió en ese entonces.

VISIONARIO

En aquella visita, durante un evento parecido a un congresillo de cineastas en el que participaron Alquimia Peña, entonces directora general de la Fundación Nuevo Cine Latinoamericano, el realizador argentino Humberto Ríos, el chileno Sergio Trabucco, Luis Alberto Nieto, presidente del Instituto Cubano de Artes y Ciencias Cinematográficas (Icaic), y los venezolanos Tarik Souki, Edmundo Aray y David Rodríguez, entre otros, Pino Solanas pronosticó de alguna manera lo que está pasando ahora con las llamadas trasmisiones streaming que facilitaban las nuevas tecnologías.

En aquella intervención el argentino proponía emplear las nuevas tecnologías para difundir el cine latinoamericano independiente. Lamentablemente, nunca le hicieron caso.

Así mismo, Pino Solanas llamó la atención sobre los beneficios que desde el punto de vista cultural podría reportar la inversión orientada a crear espacios de difusión para nuestro cine. Hasta recomendó suspender temporalmente la inversión en producción para crear estos lugares que a la larga traerían múltiples beneficios a los propios realizadores.

“¿Para qué derrochamos el dinero en producciones si no tenemos la boca de salida?”, Se preguntaba Solanas. “No estamos en condiciones hoy de cambiar las costumbres del hombre urbano. (Los estadounidenses) generaron los multiplex con sus comederos. Del otro lado no hemos sido capaces de inventar nada”, comentó. “El espacio público cultural alternativo lo tenemos que crear. Eso no es algo que no pueda realizar alguno de nuestros gobiernos”, señaló en 2010.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Archivo CO
Caracas

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