Firmas contra Trump son expresión de lucha antihegemónica

El sábado 10 del corriente, con una multitudinaria movilización que culminó al pie de las escalinatas del Parque El Calvario, bajo el lema “No More Trump”, el Gobierno Nacional puso en marcha la campaña mundial de recolección de firmas contra las criminales y sostenidas agresiones del imperio estadounidense y su más reciente expresión, la orden ejecutiva con la cual se formaliza el bloqueo, y se embargan además los bienes de nuestra patria en aquel país, en contra de todas y todos las venezolanas y los venezolanos.

De inmediato, como suele suceder, saltaron las voces serviles a los intereses de los genocidas de Washington, con su inocultable desprecio por el pueblo, a descalificar la iniciativa, llegando al punto, en letra de uno de sus mercenarios comunicacionales, a afirmar que las 13 millones de rúbricas puestas como meta por el Ejecutivo Nacional se recogerían de manera fraudulenta, partiendo seguramente de su propia experiencia con las “firmas planas” para convocar a un referendo revocatorio contra el comandante Hugo Chávez Frías en el año 2003.

Sin embargo, millones de personas, no solamente en suelo venezolano, sino alrededor del orbe, se han volcado a manifestar su rechazo a las acciones delictivas del imperio, a tal punto que el presidente legítimo y constitucional de la República, Nicolás Maduro Moros, informó el martes pasado que en poco más de una semana ya han signado su repudio cuatro millones de personas.

“Llegamos a cuatro millones de firmas. No te quedes atrás, ve, sal a firmar en las plazas Bolívar de todo el país por la paz de la patria, por la felicidad de toda la patria”, dio a conocer en el estado La Guaira, donde inauguró el Terminal de Pasajeros La Guaira-Naiguatá-Caruao la semana pasada.

ANTIHEGEMÓNICAS

Este proceso tiene un significado que supera lo simbólico y comunicacional, tal y como lo apunta el historiador Alí Ramón Rojas Olaya: “El proceso de recolección de firmas contra Donald Trump, actualmente en marcha en el país y en distintas partes del planeta, tiene una trascendencia más allá de lo simbólico, de lo propagandístico, de la movilización popular que genera, porque nace de una cultura nutrida de una espiritualidad y una lógica antihegemónica, que enfrenta al mayor enemigo de la historia”.

El actual rector de la Universidad Experimental de la Gran Caracas (Unexca) hace una hermosa analogía de esta iniciativa con la Sinfonía de Leningrado para dar a entender la fortaleza de esta iniciativa en las actuales condiciones en las cuales se encuentra nuestro país ante la agresión genocida del Gobierno estadounidense: “Si bien sabemos que la carta escrita por nuestro presidente Nicolás Maduro Moros, que se entregará en Naciones Unidas con las firmas incluidas, no es vinculante, su peso específico que tiene en el contexto internacional es el equivalente al que tuvo en medio de las más terribles desgracias el estreno de la Sinfonía de Leningrado, del compositor ruso Dmitri Shostakóvich, bajo la heroica dirección del maestro Karl Eliasberg, cuando Leningrado era víctima de la hambruna a causa de la guerra que le asestaba el imperio alemán de Adolf Hitler. Cuando el pueblo oyó las cuerdas, las maderas, los metales y la percusión, lloró al comienzo y poco a poco cada nota, cada arpegio, cada compás se convirtió en pan del alma e hizo que permaneciera viva la llama de la esperanza, y aparecieron los más poderosos actos de resistencia”.

Luego precisó: “Esa orquesta sinfónica, que organizó Eliasberg, cambió el rumbo de la historia contra el fascismo capitalista. La Sinfonía de Leningrado se convirtió en verdadero himno de dignidad y lucha. Los músicos, debilitados por la hambruna, apenas eran capaces de sostener sus instrumentos, sin embargo tocaron”.

“El día del estreno de la obra se colocaron altavoces en toda la ciudad, no solo para que el pueblo asediado escuchara el concierto, sino también para que las tropas invasoras supieran que allí nadie se rendiría”, señaló.

“Este concierto”, añade el historiador, “tuvo un peso específico de índole moral más allá de lo comunicacional, de lo mediático. Los efectos que acciones como estas generan en el imaginario colectivo y en la identidad de un pueblo que lucha por su liberación sirven de lección humanística a cualquier intento de entredestrucción. No olvidemos las palabras de Simón Rodríguez: ‘Vinimos al mundo a entreayudarnos, no a entredestruirnos’. La narrativa cotidiana de la resistencia antiimperialista debemos convertirla en ofensiva antiimperialista”.

Refiriéndose a la otra acción de este tipo emprendida por las venezolanas y los venezolanos cuando Barack Obama declaró a Venezuela “amenaza inusual y extraordinaria”, el docente, para continuar remarcando la inestimable importancia de este proceso de expresiones de rechazo en contra del aspirante a dictador del mundo, se remonta a un hecho muy conocido de nuestra lucha por la independencia contra un imperio en declive, el español, respaldado entonces por uno naciente, el estadounidense: “La orden ejecutiva de Obama, refrendada por Donald Trump, nos debe remitir al año 1818, cuando las goletas ‘Tigre’ y ‘Libertad’, de banderas estadounidenses, violaron el espacio marítimo nacional, burlaron el bloqueo impuesto por los patriotas e intentaron vender armas a los realistas. En efecto, Estados Unidos, ‘olvidando lo que se debe a la fraternidad, a la amistad y a los principios liberales que seguimos, han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para dar armas a unos verdugos y para alimentar a unos tigres, que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana’ (carta de Bolívar a John B. Irvine, agente de negocios de EEUU, 29 de julio de 1818), mientras en esta última nación ‘no se permite que se hagan armamentos de ninguna especie por los independientes contra los países españoles, donde han sido detenidos y aprisionados algunos oficiales ingleses que venían para Venezuela, y donde se ha impedido la extracción de las armas y municiones que podrían venir para el Gobierno de Venezuela (carta de Bolívar al mismo Irvine, 6 de agosto de 1818)”.

“Las embarcaciones”, continúa el profesor Rojas Olaya, “fueron confiscadas. Ante los reclamos y amenazas por parte de Estados Unidos, que exigía que sus naves le fueran devueltas, Bolívar le reclama ‘la parcialidad de los Estados Unidos a favor de la España en nuestra contienda (…); la conducta de los Estados Unidos del Norte con respecto a los independientes del Sur, y de las rigurosas leyes promulgadas con el objeto de impedir toda especie de auxilios que pudiéramos procurarnos allí. Contra la lenidad de las leyes americanas se ha visto imponer una pena de diez años de prisión y diez mil pesos de multa, que equivale a la de muerte, contra los virtuosos ciudadanos que quisiesen proteger nuestra causa, la causa de la justicia, y de la libertad, la causa de América’. Y ante la subrepticia amenaza de los estadounidenses y de su representante, que emplea un lenguaje ‘en extremo chocante e injurioso al Gobierno de Venezuela’ y pretende que ‘reciproque los insultos’, Bolívar le responde el 7 de octubre de 1818: ‘No permitiré que se ultraje ni desprecie el Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra España, ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es contra Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”.

El rector de la Unexca, al referirse a antecedentes de iniciativas de este tipo, apunta: “En el mundo, no olvidemos los movimientos de solidaridad con la Revolución Cubana, la labor que hizo la activista estadounidense Angela Davis en el Chile de Allende, los movimientos en Estados Unidos contra la guerra de Vietnam, la defensa de Bolívar que redactó Simón Rodríguez, etc. Y aprovechando que estamos celebrando los 250 años del nacimiento de este último, recordemos que él, fiel al empeño vital de ver el mundo no como es, sino como quisiera que fuera, vuelca todo su arsenal pedagógico para asignar a mujeres y hombres, a niñas y niños, un mundo de auténtico privilegio, donde se haga menos penosa la vida”.

Por eso, “en su teoría y práctica revolucionaria (…), hay toda una direccionalidad a derribar el modelo civilizatorio que él conoció porque nació en una colonia española llamada Venezuela, huye a una colonia inglesa llamada Jamaica, conoce la sociedad esclavista en Estados Unidos y la desolación inhumana de la Revolución Industrial en Europa”.

De tal manera, según el profesor Alí Ramón Rojas Olaya: “Su obligado rol de artífice y demiurgo cósmico, tiene plena conciencia de que la gestación de su proyecto político no parirá un mundo nuevo en el siglo que le tocó vivir físicamente, sino en otro futuro, cuando haya republicanas y republicanos que sepan vivir en sociedades americanas con luces y virtudes sociales y que defiendan al Libertador del Mediodía de América de cualquier agravio que contra él se cometa”.

MENSAJE AL MUNDO

En términos similares a lo expuesto por Rojas Olaya, se pronuncia el politólogo Walter Ortiz, para quien “en líneas generales, esta iniciativa permite a todos las venezolanas y los venezolanos sin distingo, y a los pueblos del mundo, expresarse decididamente en torno al respeto de la soberanía de los pueblos y del derecho que tenemos a vivir en paz, en democracia, en libertad y en armonía, en relaciones de fraternidad y respeto, sin imposiciones ni chantajes”.

Sostiene el analista: “Experiencias de guerra prefabricada que hemos visto en Irak, Libia, Afganistán o Siria, así como la histórica acción de agresiones al pueblo de América Latina por parte de la élite estadounidense, están levantando la conciencia y posiblemente la acción de los pueblos para una nueva ola antiimperialista, que reivindique nuestro sagrado derecho a vivir en libertad, democracia e igualdad con contenido concreto y de cara al bienestar futuro de nuestros ciudadanos”.

Considera que “la recolección de rúbricas para presentarlas al secretario general de la ONU tiene que ver con un mensaje político al mundo desde el pueblo de la República Bolivariana de Venezuela, es decir, trasciende al tema Gobierno, sobre el repudio a un conjunto de acciones que en sumatoria agreden al pueblo venezolano, a millones de mujeres y hombres que, en democracia, libertad y pleno ejercicio de nuestros derechos, somos los llamados a decidir el futuro que nos acomode de acuerdo a nuestros intereses sin injerencias de ningún tipo”.

A su juicio: “Además, el contexto político es adecuado, ya que en septiembre se llevará a cabo en Nueva York la 74a Asamblea General de las Naciones Unidas, siendo un marco necesario para elevar la denuncia sobre estas agresiones constantes, que nada tienen que ver con el bienestar del pueblo venezolano, sino que procuran un cambio violento de régimen político en Venezuela (derrocar el Gobierno constitucional, disolver el Estado constitucional y derogar la Constitución Bolivariana de 1999) para instaurar un régimen de facto, cuyo accionar responda exclusivamente a los intereses estratégicos de la élite que gobierna en Washington”.

Ortiz visualiza cómo “a lo interno, este proceso pretende consolidar una voluntad nacional, un frente nacional, más allá de las diferencias propias del sistema político democrático en cuanto a partidos, pensamiento; tiene que ver con promover la paz y estabilidad nacional como condición imprescindible si queremos construir una solución política real, duradera y perdurable que permita la coexistencia entre venezolanos, sin intromisiones que obstaculicen el proceso”.

“También es un mensaje a los pueblos del mundo sobre la necesidad de no rendir banderas, ni principios, ni propósitos por amenaza alguna que pretenda amedrentarnos como pueblos libres que somos. Los poderes fácticos del mundo pretenden condenar al chavismo por promover la consolidación de un modelo político de inclusión real, libertad real e igualdad real, establecida y practicada como fue la máxima de Simón bBolívar; en el contexto de una democracia viva, en la que el pueblo sea dueño de su propio destino”, enfatiza el politólogo.

“Lo anterior”, asegura, “rompe además con la lógica de relacionamiento tradicionalmente anclada en los intereses estadounidenses, ya que nuestra doctrina es multilateral y promueve el desarrollo compartido con otras naciones a partir del estratégico uso de nuestros recursos, por los cuales se nos pretende condenar a la conversión de un campo de guerra para saciar la nefasta lógica de acumulación, y su desigualdad asociada, acicateada desde las élites de Estados Unidos y Europa”.

Recuerda Walter Ortiz: “En el caso de la recolección de firmas para rechazar la orden ejecutiva de Obama, marco de todo el siguiente proceso de agresiones, sirvió para elevar la denuncia del pueblo venezolano en la Cumbre de las Américas de Panamá, al punto que el entonces Presidente de Estados Unidos tuvo que reconocer que Venezuela no es una amenaza para ese país y que, históricamente, la actuación de las diversas administraciones para con América Latina no había sido nada constructiva. Lamentablemente no hubo derogación de la mencionada orden ejecutiva ya que esto responde a una política de Estado, más allá del Presidente”.

T/ Jimmy López Morillo
F/ Archivo CO
Caracas