Franz Kafka: “No todo el mundo puede ver la verdad, pero puede serla”

Ya se ha dicho todo, y más allá de un todo, de este autor. Y si queda algo por decir, de importancia e interés, en torno a sus libros y su vida, obviamente, no se leerá aquí, en esta sencilla y limitada página dominical. No nos disminuye semejante verdad, por el contrario, cumple un efecto liberador al momento de la redacción del texto, y avala entonces el recordar que el pasado 13 de septiembre se cumplieron cien años, y discúlpese lo bochornoso, del vómito del escritor nacido en Praga que cambiaría el curso de una de las obras literarias más importantes de toda la historia

1.

Aunque muchas veces suele ser un alivio, -nos referimos al acto de expulsar algo de nuestra vida que no nos trae ningún beneficio-, nadie lo desea. Muchas veces es la expresión más genuina de lo que sentimos ante algo que merece nuestro más absoluto rechazo. Y, en incontables oportunidades, es la prueba más contundente de la concreción de un exceso, ya sea de corte gastronómico o alcohólico. Sea como sea, no hay quien haya podido huir, al menos por una vez en su existencia, de una realidad incuestionable: todos, en algún momento, hemos sido seres nauseabundos.

2.

Pero solamente la historia de la literatura, es decir, de la palabra que nos (d) escribe, registra un vómito importante, trascendental: el pasado 13 de septiembre se cumplieron cien años de la indisposición física, -su indisposición espiritual abarcaría, si fuera posible, toda la historia de la humanidad-, del escritor Franz Kafka (1883-1924), malestar que decidiría un nuevo rumbo en su obra, y un nuevo hito en la lectura de la literatura occidental.

3.

Fue un violento vómito de sangre. Antes de que apareciese semejante malestar, el escritor recuerda que cumple cinco años con la duda torturante de casarse o no con Felice Bauer, su prometida. El dilema existencial no le resulta nada sencillo: o se casa con Felice, cumpliendo así con las convenciones sociales, contraer matrimonio, establecer un hogar, construir una familia, o complace su deseo irrefrenable de soledad y, en consecuencia, de consagrarse definitivamente a corresponderle a su anhelo de escritor.

4.

Esa noche, Kafka, que se sabe enfermo (en su momento le fue diagnosticado tuberculosis pulmonar), duerme tranquilamente. Según su propia confesión, se entregó al mundo de Febo plácidamente, como nunca lo había hecho en los últimos tres años.

5.

¿Hay que decir cuál fue la decisión que tomó Kafka? ¿Acaso no está claro? En uno de los textos escribió: “Se ha marchado F. (Felice). He llorado. Todo duro, injusto y sin embargo, bien hecho”.

6.

En ese contexto, en esos días, en ese ambiente, Kafka, que ya no vomita sangre, viaja a Zürau, una aldea de Bohemia, donde vive su hermana menor. Allí, en ese campo, se queda a vivir alrededor de ocho meses, la mejor época de su vida, según sus propias palabras. Ya sabe que será de su vida: morir y escribir hasta el último día.

6.

De allí, de esa postura, de ese vómito, salido tanto de sus entrañas como de su alma, el escritor apuntala una obra breve, diario, aforismos, anotaciones, que contrasta, y que marcha paralelamente, con su obra en el género narrativo, nos referimos, claro está, a sus cuentos, el más célebre “La metamorfosis”, y sus novelas, “América”, “El proceso”, y “El castillo”.

7.

No son muchos los lectores que saben o tienen acceso a esta otra literatura de este abogado atormentado. Desde finales del siglo pasado se ha acentuado el interés de su obra fragmentaria, quizás más acorde ahora, en estos tiempos, que antes. No faltará quien arriesgue que hoy en día los hombres como Gregorio Samsa, -el protagonista de “La metamorfosis” que un día amanece convertido en insecto-, abundan como nunca antes se ha visto y que, por lo tanto, es propicio releer atentamente al autor europeo.

8.

(Paréntesis)

(La huella más clara que deja un bar en su puerta es la de un vómito. Allí, alguien deja su informe de felicidad o tristeza, la prueba más fehaciente de su exceso. Se expulsa del cuerpo lo que sobra, lo que sobrepasa, lo que excede. Pero nunca se sabe si en esa arcada dejamos ir algo que debió quedarse adentro de uno).

9.

De las siguientes ediciones, “Diarios. 1910-1923” (ed. Tusquets, España, 1995), “Cuadernos en octavo” (ed. Alianza, España, 1999), “Aforismos, visiones y sueños” (ed. Valdemar, España, 1999), y “Aforismos de Zürau (ed. Sexto Piso, México, 2005), hemos realizada una apretada y atrevida selección de sus breves expresiones. Las dos primeras, por considerarlas una suerte de himno, la privilegiamos en esta entrada.

*“Todo hombre lleva dentro una habitación. Se puede comprobar este hecho incluso acústicamente. Cuando alguien anda a paso ligero y se escucha con atención, de noche tal vez, cuando todo está en silencio, se oye por ejemplo el tintineo de un espejo mal afianzado en la pared”.

*“No es necesario que salgas de casa. Quédate junto a tu mesa y escucha atentamente. No escuches siquiera, sólo espera. No esperes siquiera, quédate totalmente en silencio y solo. El mundo se te ofrecerá para que le quites la máscara, no puede evitarlo; arrobado, se retorcerá ante ti”.

10.

“La historia de la humanidad es el segundo que transcurre entre dos pasos de un caminante”.

11.

“No todo el mundo puede ver la verdad, pero puede serla”.

12.

“No librarse de sí mismo, sino consumirse a sí mismo”.

13.

“La crueldad de la muerte reside en que aporta el dolor real del fin, pero no el fin”.

14.

“En el combate entre tú y el mundo, apoya al mundo”.

15.

“Aún juegan en el patio los sabuesos, pero la presa no se les escapará, a pesar de que atraviese ya corriendo los bosques”.

16.

“Existe una meta, pero no un camino; lo que llamamos camino son vacilaciones”.

17.

“El momento decisivo de la evolución humana es permanente. Por eso tienen la razón los movimientos intelectuales revolucionarios que declaran nulo todo lo sucedido con anterioridad, pues nada ha pasado todavía”.

18.

“A partir de un cierto punto, ya no hay regreso posible. Éste es el punto a alcanzar”.

19.

“¿Qué tengo en común con el Judaísmo? Apenas tengo algo en común conmigo mismo. Debería colocarme tranquilamente en un lugar retirado, satisfecho de poder respirar”.

20.

“Amor significa que tú eres para mí el cuchillo con el que remuevo mi interior” (en carta a su amada Milena).

21.

“He muerto toda mi vida y ahora moriré realmente”.

22.

“Soy un enfermo mental, la enfermedad pulmonar es sólo un desbordamiento de la enfermedad mental” (en carta a su amada Milena).

23.

“Aún sin nacer, y ya obligado a deambular por las calles y a hablar con la gente”.

24.

“Quiero escribir con un temblor constante en la frente”.

25.

“Cuando, de un modo apremiante, le preguntaron a Zenón si había algo en reposo, dijo: sí, la flecha que vuela está en reposo”.

26.

Permitámonos despedirnos, querido lector, seducidos ante tanto asco dulce del gran escritor checo, si alguna vez, desde que nació, ha dejado en alguna oportunidad de vomitar… de vomitarnos a nosotros mismos.

Texto/Rubén Wisotzki
I/Edgar Vargas
Caracas

 

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