“Es un manual para el pueblo. Aquí está todo lo que el pueblo necesita para poder construir su vivienda . Distintas opciones sobre cómo hacerlas, con qué materiales, cómo arreglarlas, cómo hacer un soldador, fabricar un taladro”, así describió el arquitecto Fruto Vivas, su nuevo libro titulado Las casas más sencillas, que ya se puede conseguir en toda la red de tiendas de la distribuidora estatal Librerías del Sur, a un precio de Bs. 5.
Según el autor, la obra es un homenaje al poeta Aquiles Nazoa, “creador de ese maravilloso programa de televisión que se llamó Las cosas más sencillas, en donde nos enseñó, de forma simple, asuntos cotidianos como por qué la plancha plancha, cómo se forman las burbujas en el agua, por qué el mar es salado. Nos enseñó a hacer un gurrufío, una muñeca de trapo y tanta cosas. Yo tomé el nombre y le cambié ‘cosas’ por casas porque soy arquitecto y este libro es para el pueblo, para que el pueblo haga casas, ese es el objetivo”, explicó el ganador del Premio Nacional de Arquitectura en 1987.
En entrevista con el Correo del Orinoco, el creador reveló que la elaboración de esta obra le tomó cerca de tres años, sin embargo, lo que se recoge en este volumen es el resultado de toda una vida de ejercicio e investigación en el arte de hacer viviendas.
En tal sentido, su colega y amigo Alfonso Ramírez Ponce, comentó en el prólogo epistolar, dirigiéndose directamente al autor, que en esta obra “no hay una parte de tus ideas y tus experiencias durante una parte de tu vida. No es una parte de una parte, sino un todo dentro de un todo”. “Me atrevo a decir, que es tu vida volcada sobre el personaje central del libro, el Saber Popular que es, como canta la copla llanera, el saber de todos los saberes”.
AL ALCANCE DE TODOS
La edición, realizada en conjunto entre el Museo Nacional de Arquitectura y El Perro y la Rana, esta estructurado en 11 capítulos en los que se explican métodos de construcción sencillos y económicos que el arquitecto ha recogido a lo largo de su vida, en diferentes lugares del mundo y presentado con un lenguaje simple. “No es un libro para profesionales, es un libro para el pueblo”, insistió.
En la primera parte, Vivas toca el tema de esos constructores de la naturaleza, como los insectos y los plumíferos. De seguido dedica un apartado a las formas naturales, humanas de vivienda: las cavernas, los iglúes y otras fórmulas similares.
El capítulo tres habla de las viviendas de los pueblos originarios de diferentes lugares del mundo y muy especialmente de Latinoamérica. Las cúpulas y bóvedas, sistema que Frutos Vivas propone como alternativas para resolver uno de los problemas más complicados de la construcción (el techo), son el tema del capítulo 4.
BARRO, BAMBÚ Y MADERA
En los apartados del cinco al siete, el autor dedicó 37 páginas a explicar diversas técnicas de “bioarquitectura”, en las que se emplean materias primas naturales como el barro, el bambú y la madera.
La sección número ocho tiene como título “tecnologías populares”. Se explican las técnicas para fabricar, siempre de forma económica y sencilla, desde soldadores, taladros, nodos y zócalos, pasando por pilas, calentadores y flotantes, hasta, sanitarios, cocinas y lavadoras, entre otras cosas.
“Tecnologías de la necesidad”, son el motivo del capítulo 9. El arquitecto empleó estas páginas para enseñar a hacer adobe, moldes y cortadores de adobe, adoquines, bloques, ladrillos, tejas, losetas, paredes, paneles y puertas.
Vivas reservó el penúltimo capítulo para escribir sobre las “Tecnologías innovadoras”. Se trata de “planteamientos trascendentes de muy fácil interpretación y aplicación”, que tienen como objetivo, entre otras cosas, reducir la cantidad de material para hacerlas más livianas y, al mismo tiempo, más seguras y resistentes a eventos naturales como los sismos.
El último capítulo es donde figuran las propuestas propias del arquitecto Fruto Vivas, basadas en lo que llama “Árboles para vivir”, donde reposa el eje fundamental de toda su obra como arquitecto y expresada en el Pabellón de Venezuela, en la Exposición Mundial de Hannover, Alemania, en 2000.
Las casas más sencillas finaliza con “El manifiesto de Fruto Vivas”, suscrito y aprobado en el Seminario de Ecología Urbana, celebrado en Quito, Ecuador, en febrero de 1998. En estas líneas el arquitecto plantea, entre otras cosas, la necesidad de regresar a las culturas ancestrales y a la tecnología de lo necesario para no continuar destruyendo nuestro planeta.