Golpe electoral en la república bananera de Honduras

El declive brutal en materia de derechos humanos y gobernabilidad se inició con el golpe de Estado de 2009, cuando fue defenestrado Manuel Zelaya, dando lugar desde ese momento al colapso de la incipiente democracia

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Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras

Honduras amanece una vez más al borde del abismo creado por los intereses de la actual cúpula del partido nacional, la que después de tres días de lenta espera optó por consolidar el aparente fraude que venían fraguando desde hace años para así poder perpetuarse en el poder, como en diversas ocasiones señalaron de forma pública.

El pueblo se encuentra enardecido ante las argucias utilizadas por el grupúsculo de políticos de la actual administración. Los que emprendieron a toda costa una manipulación del conteo de actas, con una caída histórica de cinco horas de los servidores del Tribunal Supremo Electoral (TSE) para lograr evitar que miembros de su clan fueran deportados a los Estados Unidos, donde enfrentan acusaciones relacionadas con narcotráfico.

El declive brutal en materia de derechos humanos y gobernabilidad se inició con el golpe de Estado de 2009, cuando fue defenestrado Manuel Zelaya, dando lugar desde ese momento al colapso de la incipiente democracia hondureña, la cual siempre ha estado supeditada al poder militar y por supuesto a las órdenes de la embajada estadounidense.

Con el apoyo irrestricto de la comunidad internacional, las elecciones espurias realizadas en noviembre de 2009, con la participación casi exclusiva del Partido Nacional, fue coronado por el TSE el señor Porfirio Lobo, el que dio rienda suelta al laboratorio político social en que se convirtió Honduras, además de centro de operaciones de los carteles de narcotráfico en Centroamérica. La costa norte de Honduras pasó a ser controlada por el crimen organizado que se apropió además del aparato político del sistema judicial y de seguridad. Los hechos son descritos de forma detallada en los prontuarios de la Corte Sur de Nueva York, donde fueron condenados el hijo del expresidente Lobo y otros funcionarios más afiliados al partido de Gobierno.

Al mismo tiempo que se entrega Honduras a los carteles de la droga, apareció el profeta de la macroeconomía Paul Romer con la receta del siglo XXI, denominada ciudades modelo, una variante de las zonas económicas especiales con el aditamento de la tercerización de la justicia y seguridad. La receta de Romer causó un golpe de Estado en Madagasrcar como rechazo de la entrega de la isla a la empresa Daewoo, filial de la metalúrgica coreana Posco.

Las ciudades modelo fueron declaradas inconstitucionales en octubre de 2012 por la Corte Constitucional, dando lugar a un golpe a dicha corte en diciembre del mismo año dirigido desde el Congreso Nacional, el que en ese momento era feudo del actual mandatario Juan Orlando Hernández.

La defenestración de la corte se prestó para incrustar nuevos magistrados afines al régimen, los que posteriormente permitieron deshacerse de los artículos pétreos que prohibían la reelección presidencial. La ilegalidad tanto del golpe a la Corte Constitucional y la derogación de los artículos de la Constitución que impedían la reelección, forman parte de la distorsión jurídica que empaña el mandato del actual régimen y del proceso de reelección emprendido por Hernández.

Honduras alcanzó en 2012 una cifra de más de 90 homicidios por cada cien mil habitantes. En las urbes superó el promedio de asesinatos a los de países en guerra. El aumento de la violencia se relacionó directamente con la entrega de la costa norte y el occidente del país al crimen organizado, el que para ese entonces aparentemente controlaba la decrépita policía nacional.

Salvador Nasralla reitera que fue legítimo ganador

La actual administración gubernamental, de la mano de la mano de Consultora Mckinsey, comenzó a delinear desde 2015 un plan de acción de gobierno que incluye la resurrección de las fracasadas ciudades modelo, conocidas también como zonas de empleo y desarrollo ecónómico (ZEDE) además de impulsar el turismo como uno de los ejes económicos del país, el cual ante la terrible violencia y corrupción es eludido por los turistas.

Mckensey viene dando las pautas en materia de publicidad y propaganda, convirtiendo lo que debería ser normal en extraordinaria. Un supuesto descenso en la cifra de homicidios se ha convertido en un enorme logro para la actual administración, mientras de forma tardía la justicia estadounidense presionó a la actual administración para la entrega de algunos capos relacionados con el deterioro de la gobernabilidad en Honduras.

El golpe electoral perpetrado el día de ayer, después de más de 72 horas de haber concluido las elecciones, demuestra la ausencia de espíritu democrático de la actual administración, que aparentemente cuenta con la venia de la OEA, los Estados Unidos y la Unión Europea, los que ante el evidente fraude han preferido permanecer en el silencio.

La amenaza de la represión se cierne sobre el pueblo hondureño, y la ilegalidad del régimen se agudiza a pesar de su mascarada electoral. La pesadilla que vive el pueblo hondureño es instigada en cierta medida por los países padrinos de la narcodemocracia, y es hora de que asuman su responsabilidad en los hechos.

Repudiamos el fraude electoral y hacemos un llamado a la fuerzas de seguridad a que eviten derramamientos de sangre.

Heridos por la represión gubernamental
T/ Organización Fraternal Negra Hondureña
(Ofraneh)
F/ Agencias
I/ Iván Lira
Tegucigalpa

La posibilidad de fraude había sido anunciada una y otra vez por observadores y analistas

Honduras: el horror después del fraude

 

Bajo un Estado de Sitio que suprime las garantías constitucionales y en medio de violentas represiones policiales, Honduras continuaba este sábado cargando dudosos datos de la elección presidencial del domingo pasado, casi una semana después de la votación. Las protestas contra el Tribunal Supremo Electoral comenzaron el jueves, cuando por primera vez la tendencia anunciada a comienzos del lunes cambió: Juan Orlando Hernández (JOH) comenzaba a superar, misteriosamente, a Salvador Nasralla, quien se anunciaba como nuevo presidente electo de Honduras, y ya había recibido el saludo del tercer candidato en cuestión, el liberal Luis Zelaya, además de presidentes latinoamericanos, entre ellos Evo Morales Ayma.

La posibilidad de fraude había sido anunciada una y otra vez por observadores y analistas que siguieron los comicios, dentro y fuera de aquel país. Incluso la agencia francesa AFP, a quien nadie podría tildar de partidaria de Nasralla, había destacado esta posibilidad el sábado previo a la elección, en un informe audiovisual donde se presentaba el testimonio de diversos hondureños de a pie. Por este escenario el expresidente Manuel Zelaya Rosales, quien fuera depuesto por un golpe de Estado en 2009, pidió el viernes que se cuenten todas las actas en presencia de todos los sectores políticos, seguro del triunfo de Alianza, el amplio espacio político que se unificó contra la reelección de JOH.

Pero todo se agravó: Hernández no solo hizo caso omiso a este pedido, sino que decretó el estado de sitio. La imágenes que circulan en videos amateurs son elocuentes: gases lacrimógenos cayendo cerca de periodistas, torturas a detenidos en protestas, tanques por doquier en las calles. La impunidad de quien decide quedarse a como de lugar. Y, sobre todo, silencio internacional: los grandes medios continentales, aquellos que cubrían minuto a minuto -aunque de modo parcializado, claro- lo que sucedía en Venezuela hace apenas meses, ahora hacen mutis por el foro ante el cuadro que se despliega en Tegucigalpa, San Pedro Sula y otras ciudades. “El Presidente de la República y el presidente del Tribunal Supremo Electoral son los principales culpables” declaró Nasralla sobre lo sucedido.

Párrafo aparte merece la dubitativa actuación de las instancias regionales latinoamericanas y sudamericanas amesetadas por el cambio de color político en algunos países del Cono Sur. No han actuado y no parecen dispuestas a hacerlo. La doble vara de algunos es evidente: el autodenominado Grupo de Lima, que una y otra vez expresó preocupación por la situación en Venezuela meses atrás, no puede emitir palabra porque precisamente Honduras, el Estado de JOH, es uno de sus integrantes.

El horror después del fraude ha llegado a Honduras, lamentablemente, en forma de estado de sitio. Y será por diez días más, de acuerdo a la disposición. JOH y la derecha regional parecen dispuestos a todo para no perder un país estratégico de Centroamérica.

T/ Juan Manuel Karg (politólogo UBA, @jmkarg)
F/ Agencias
Buenos Aires