Si julio es el mes de las fiestas de Independencia, agosto es el de los días que conmemoran los derechos humanos. ¿Esclavitud, desapariciones forzadas, ensayos nucleares, asistencia humanitaria, pueblos indígenas? Todos estos temas encuentran exposición en este mes, cuando gran parte del mundo tira el periódico y mira el mar.
Nuestro ahora se compone así de realidades con parches. Hablamos del día de la asistencia humanitaria con una campaña de disimulo, pues las Naciones Unidas quiere dar un abrazo fotográfico a las personas que llama “héroes humanitarios” a la vez que baja la voz cuando denuncia que estamos ante la situación declarada más comprometedora de la historia del derecho humanitario.
El problema está allí, en Europa del este, en América Central, en los Estados Unidos de Norteamérica, en Palestina, en Irak. Justo esta semana encontramos una decisión de la Corte Europea de los Derechos Humanos llamando a España a respetar los derechos de los migrantes y sigue sin solución la migración infantil en la cintura americana.
¿Dónde hemos caído? Ver esto agudiza nuestro sentimiento de orfandad universal. ¡Cuánto dolor causa la falta de un Martín Luther King guiando, frente a la represión, al colectivo cansado de no ser ciudadano sino “negro”! ¡Cuántas ganas de ver despertar en México alguna voz de Emiliano Zapata que se enfrente al robo que significa la reforma energética y la complicidad vergonzosa con la migra estadounidense! ¡Cuántas veces más hondo es el silencio de no tener la voz en presente de un Hugo Chávez que parecía muro de contención de la locura mundial!
Howar Zinn, famoso por haber escrito La Otra Historia de los Estados Unidos reflexiona sobre este tema y tras haber expuesto su blanco pellejo por la causa negra cerró su vida diciendo “la esperanza en los momentos malos no es romanticismo desatinado. Se basa en el hecho de que la historia de la humanidad no está tan solo hecha de crueldad sino también de compasión, sacrificio, valor, afecto. (…) si solo vemos lo peor, destruirá nuestra capacidad de actuar. Si recordamos aquellos tiempos y lugares –los hay y muchos- en los que la gente se ha comportado de manera magnífica, nos infundirá energía para actuar y nos brindará como mínimo la posibilidad de proyectar la peonza en una dirección diferente.”
Idea que pienso debe compartirse en momentos amargos y agrestes como este cuando ante la complejidad de la realidad algunos pretenden que con hacer viral la estupidez de echarse baldes de agua fría podrán cambiar un mundo que con juegos de luz y oscuridad, nos pretenden ocultar.