Por Marcelo Barros|La gracia de la diversidad (Opinión)

Es un hecho difícil de negar: Aun en nuestros días, en América Latina y el Caribe las religiones de matriz indígena y africana son frecuentemente objeto de discriminación e intolerancia. En muchos países todavía existen programas de radio y televisión en los cuales pastores pentecostales y hasta algunos ministros católicos atacan los cultos indígenas o afrodescendientes como idolátricos o hasta demoníacos.

En diversos países la ley y la Constitución defienden la diversidad religiosa y velan porque cesen todos los actos de discriminación y violencia. La ley puede impedir la agresión, pero no puede obligar a nadie a amar. El diálogo y la colaboración entre las diversas tradiciones religiosas solo pueden existir desde una opción espiritual de amor y apertura al otro (al que cree diversamente de nosotros).

De hecho, todas las religiones predican el amor y la compasión. Sin embargo, cuando se hacen dogmáticas, se encierran en el fanatismo y en la intolerancia. Confunden la verdad con su forma de expresar la verdad y acaban justificando la violencia y las guerras en nombre de la fe. Lamentablemente, en la historia, la religión más violenta contra los diferentes fue el Cristianismo. Esto en contradicción con el espíritu del Evangelio de Jesús.

Para acabar con eso, en 1965, el Concilio Vaticano II proclamó oficialmente el valor de las otras religiones y pedía a los católicos la apertura ecuménica y el diálogo con el diverso. También en 1961, el Consejo Ecuménico de Iglesias, que congrega 349 Iglesias evangélicas y ortodoxas, pedía a las Iglesias integrantes una actitud de respeto y diálogo con todas las culturas y religiones.

Actualmente, en todo el mundo, la diversidad cultural y religiosa es, no solo un hecho que aceptemos o no, sino que se impone a toda la humanidad. Es principalmente una gracia divina y una bendición para todas las tradiciones espirituales que pueden aprender las unas de las otras.

En un cárcel nazi, Dietrich Bonhoeffer, pastor luterano, escribía: “Dios está en mi para usted y está en usted para mi. Aunque esté en mí, yo lo encuentro en usted y usted puede encontrarlo en mi”. Así cada religión es invitada a descubrir lo que Dios le revela a través de la otra tradición o camino espiritual.

Recife / Brasil