Grandes contrastes

Por Daniel Córdova Zerpa

Esta nueva oleada de violencia guarimbera-terrorista ha representado un desafío y a la vez un gran aprendizaje. Quizás lo mas importante ha sido constatar, en vivo y en directo, todos los días, que mientras actúan pequeños grupos cada vez mas reducidos y virulentos, empeñados en ocasionar daños físicos, materiales y psicológicos, hay un país que se levanta, que resiste con heroico estoicismo y no se deja arrastrar al abismo de la guerra fratricida.

Pasado mas de un mes de ataques irracionales, ha sido una constante, incluso en las propias zonas neurálgicas del foquismo, como por ejemplo la urbanización El Paraíso del Distrito Capital o los Altos Mirandinos, que las zonas arrasadas por estos bárbaros no se paralizan completamente.

Es decir: los comercios que pueden siguen abriendo, las personas continúan desplazándose hacia sus sitios de trabajo, ciertamente con mayores dificultades que de costumbre, pero no han dejado de hacerlo; las transacciones económicas se siguen llevando a cabo; en fin, la gente sigue trabajando, estudiando, avanzando, amando, porque el trabajo, la producción y la vida no se detienen.

Mas allá de la locura promovida en redes sociales, donde sobreabundan los mensajes incendiarios, trucados, amañados, cargados de violencia, odio e intolerancia, hay un país de verdad que sigue luchando.

El pasado fin de semana mientras paseaba con mi esposa y mi pequeño hijo Diego por el parque El Laguito, contiguo al Paseo Los Próceres, no pude evitar pensar en esta suerte de bipolaridad que aqueja a nuestra amada Patria: de un lado decenas de niños correteaban, como queriendo alcanzar las coloridas guacamayas. Todo eran sonrisas, ilusiones, cotufas, helados y colorido; varios kilómetros mas allá pequeñas bandas armadas con morteros, molotov, frascos con heces, “miguelitos”, cascos, escudos y máscaras provocando el terror.

Grandes contrastes de esta coyuntura, nuestros niños tienen derecho a la paz. ¡Ya basta de violencia irracional!

dcordovaster@gmail.com