Por José Gregorio González|Habilitante y economía (Opinión)

La economía venezolana resiste desde hace tiempo los embates de los enemigos de la Revolución. La oposición, en su afán de acabar con el proceso progresista, no escatima esfuerzos para sembrar zozobra e incertidumbre en la población.

El saboteo económico no cesa y su fin último es propiciar condiciones para desestabilizar al país e impulsar un gobierno de facto. Lo han ensayado, intentado y casi lo logran en el 2002. Sin embargo, la defensa de la constitucionalidad la asumió el pueblo junto con los militares patriotas.

El capitalismo, expoliador histórico de los colectivos sociales, pretende imponer sus leyes económicas para continuar llenando sus arcas y explotar los haberes de quienes sirven a sus intereses.

Los capitalistas generan escasez, especulación y miseria para amedrentar; pero, en Venezuela ya no funciona esta fórmula.

La ley habilitante permitirá frenar la especulación y la usura. No se trata de darle poderes al Presidente para que legisle como “dictador”; se busca limitar la especulación y la corrupción pues hacen un daño irremediable a los venezolanos.

La oposición alarma con sus cuentos, inventa mentiras, argumenta con falsedades y propicia la desestabilización del país; por supuesto, tiene la venia del imperio y el apoyo de grandes corporaciones.

No es raro que la derecha llame a protestar la ley habilitante con el argumento de que es anticonstitucional y que se está otorgando poderes supranacionales al presidente Nicolás Maduro Moros.

La realidad es otra. La habilitante busca luchar contra la legitimación de capitales, establecer normas que eviten y sancionen la fuga de divisas, luchar contra el acaparamiento de los alimentos, evitar la usura desmedida aplicada en los precios de los productos, reducir la corrupción a su mínima expresión y defender la economía nacional.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela garantiza los derechos económicos. La libertad para ejercer dichos derechos no exime de sus obligaciones a los prestadores de servicios ni de respetar los precios justos. ¡La lucha contra el capitalismo continua!

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