La tarde del primero de agosto de 2012 fue una jornada diferente para el deporte venezolano.
La mirada y el tono de voz de Rubén Limardo, después de derrotar (15-11) al suizo Max Heinzer en los octavos de final de espada (esgrima), en los Juegos Olímpicos Londres 2012, sirvieron como señales para alimentar un prestigio vivido por todos los venezolanos que estaban presentes en el ExCel Center de la capital londinensa.
Venezuela tenía en las pedanas a sus mejores exponentes de la esgrima; por lo tanto, había espacio para soñar con alguna medalla.
Mientras Limardo y Silvio Fernández, poco a poco, iban avanzando, la nerviosa posibilidad de verlos en el podio hacía estragos en la mente de la afición venezolana que estaba pendiente de sus actuaciones.
A los cuartos de final pasó primero Fernández; luego, Limardo colocó otro toque a la emoción con triunfo (15-12) frente al italiano Paolo Pizzo, para prácticamente decretar lo que venía después.
“Sé la expectativa que hay en el país. Hasta por tuiter me han escrito para felicitarme. Mi entrenador me regañó porque no debo desconcentrarme y tiene razón. Aunque ustedes no lo crean yo sé a lo que vine”, dijo Limardo, en plena zona mixta a los únicos tres periodistas que lo buscaron.
MUY SEGURO
Las competencias de esgrima tienen la particularidad de que todas las fases se efectúan el mismo día; es decir, en una sola jornada todos se van eliminando hasta conocer las posiciones finales.
Después de cada combate, Limardo se hidrataba, hablaba con su tío y entrenador, Ruperto Gascón, para comenzar a enfocarse en el siguiente enfrentamiento.
Luego de eliminar a Pizzo, el estadounidense Seth Kelsey lucía como un rival grande para Limardo. La altura del norteamericano podía afectar al criollo, quien lo combatió a punta de velocidad y precisión en los toques; de hecho, el combate fue en el que mejor movimientos de piernas tuvo Rubén. La cerrada pizarra (6-5) con tiempo extra incluido, habla de lo complicado que fue el combate.
En las tribunas, José Velásquez, preparador físico del criollo, se reía al ver cómo respondió su pupilo y recordó que tuvo que hacerle un trabajo combinado de velocidad y fuerza.
Con el triunfo sobre Kelsey, Limardo la aseguró una medalla al país, la misma que Fernández no pudo obtener tras caer, precisamente ante el norteamericano; sin embargo, el joven culminó su coartada con otro combate más. El final.
“Ya sabía que ganaba uno más y tenía el oro. Fue el más importante; por eso, le hice poco caso a Piasecki cuando me dijo: vamos a jugar. Ahí me di cuenta que él estaba satisfecho por llegar a la final. Yo no, tenía que ganar”, explicó Limardo.
En efecto, el criollo estuvo arriba 12 veces entre los rounds 1 y 3. Cuando estaba 14-6, Piasecki le marcó cuatro puntos consecutivos, como si se estuviese negando a perder; sin embargo, a falta de 2:22 para el final del tercer round, Limardo colocó el punto 15 para dejar 15-10 la pizarra final.
EL PRODUCTO
Con el último toque, Venezuela rompió la sequía de 44 años sin ganar una medalla de oro. Limardo se convirtió en un héroe nacional que le trasladó su alegría a los ingleses.
La premiación fue histórica, así como su manera de celebrar. Limardo, tomó a un grupo de amigos que lo acompañó en tren al centro de Londres con su presea ganada.
El nativo eludió al protocolo que le debía aportar la seguridad necesaria, para caminar hacia la estación del metro Prince Regent del metro londinense. Fotos, saludos y varias felicitaciones recibió por parte de varios transeúntes, quienes se encontraron a un campeón olímpico en su camino.
“En el metro, mis amigos empezaron a gritar que andaban con un campeón olímpico. La gente no lo creía hasta que saqué la medalla y se la coloqué a unos niños (ingleses) y personas mayores. No creían como un campeón olímpico se montaba en el tren”, le explicó Limardo al departamento de prensa de la embajada británica en Venezuela.
“Creo que Londres fue el mejor lugar para ganar el oro”, destacó, antes de regresar a su país que lo esperaba con un especial festejo encabezado por el presidente Hugo Chávez Frías.