Por Manuel López|Hechos alternativos (Opinión)

Muchos analistas y especialista en temas electoral de las salas situacionales que analizaban las propuestas de los candidatos presidenciales en Estados Unidos aseguraban que la excandidata demócrata Hillary Clinton era la consentida de Wall Street, mientras que Donald Trump estaba enfrentado al poder fáctico financiero.

Tratándose de un millonario cuya principal actividad era la inmobiliaria surgía la duda de si Trump podía ser enemigo de los bancos, pues la fortuna de su familia se levantó en parte con los préstamos que realizaban instituciones financieras para llevar adelante sus proyectos.

La ecuación del negocio inmobiliario funciona así: compras un terreno, solicitas un préstamo al banco, construyes y vendes o explotas la construcción para amortizar el crédito y vuelves a invertir tu ganancia para seguir reproduciendo el capital.

Esa sospecha sobre las verdaderas intenciones del multimillonario ahora en la Presidencia de Estados Unidos se van decantando poco a poco. La última orden ejecutiva del Mandatario apuntan hacia el inicio de la desregulación financiera

El constructor neoyorquino firmó la semana pasada dos decretos que inician el proceso de revisión las medidas reglamentarias adoptadas Barack Obama, tras la pasada crisis financiera desatada en 2008 por el desplome de Lehman Brothers, para poner a raya a los grandes bancos y evitar abusos.

La decisión no es mas que un cheque en blanco a la banca para que manipule a su antojo el dinero de los ahorristas, con los riesgos que eso acarrea. Pero no solo eso, Trump ha nombrado en puesto claves tanto en el Ejecutivo como en los cargos de asesorías a connotados exdirectivos de las mas poderosas banca de inversión.

Luego de la toma de posesión, Trump pasó la página de sus promesas electorales, con base en la realidad virtual, y ahora se decanta por los hechos alternativos: asumir la línea de los poderes fácticos.

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