Por Carolina Escarrá G.|Híbrido (Opinión)

Conversando con unos compañeros sobre el tema del Estado Mayor –su significado, su explicación teórica y aplicación en la realidad venezolana– analizamos la guerra con preceptos del Libertador Simón Bolívar, Sun Tzu, Von Clausewitz y el comandante Hugo Chávez para entender que estamos en una guerra que bien puede ser entendida como «la continuación de la política por otros medios»; o sencillamente, la necesidad de control y dominación que pretende el adversario/enemigo que nos quiere llevar a la implosión de la Revolución, a través del ataque mas importante: el ataque a la moral revolucionaria, pues no han podido doblegar al pueblo por otras vías.

Pero en ese análisis había cierto vacío en el cuestionamiento del por qué se ha dado una arremetida tan fuerte del imperialismo estadounidense, y cómo han obrado en esta guerra que están librando, incluso como tema de campaña electoral en Estados Unidos.

En el por qué, además del petróleo, la derecha internacional pretende volver a dominar Latinoamérica, que desde finales de los años 90 se ha resistido y ha buscado y mantenido lo que ha dado en llamar su segunda independencia; para no solo lograr cambiar la correlación de fuerzas en la geopolítica internacional y acabar con la visión multipolar; sino también eliminar definitivamente la fundamentación del orden internacional, sobre los Estados-Nación.

Además, creen que con Mauricio Macri en Argentina, Michel Temer en Brasil, los planteamientos de Paraguay en Mercosur en torno a la República Bolivariana de Venezuela, las condiciones están dadas no solo para dividir al Mercosur, sino dar una estocada en el corazón de Unasur, lo cual necesitan para aislar a Venezuela; aislamiento internacional que constituye uno de los elementos principales de la guerra no convencional para el golpe suave, planteado por Geene Sharp.

En el cómo el imperialismo al jugárselas todas para destruir la Revolución venezolana ha combinado esa sistematización de Sharp con el Manual del Perfecto Golpe de Estado Latinoamericano de la CIA, la terapia del shock planteada por los Chicago boys, la reedición del Plan Tenaza de 2007, lo que el presidente Chávez llamó el “plan de la mecha corta”, que incluía en la planificación situaciones de desabastecimiento, acaparamiento e inflación campante; todo ello aunado al “Plan Freedom2”, y la aplicación de la Carta Democrática de la OEA, según la cual no hay democracia si no es de carácter representativo, dejando ver la lucha de clases intrínseca.

Todo este híbrido de planes de ataque, lo que busca es ver por dónde explota la situación, para pescar en el río que ellos mismos han revuelto, frente a lo cual nuestra tarea es como dijo el comandante Chávez, de ¡unidad, lucha, batalla y victoria!, o como decía Fidel, de ¡resistencia y esperanza!

cescarragil@gmail.com

Tenemos un pueblo, tenemos una Fuerza Armada, la unidad nacional. Si en algo debo insistir en este nuevo escenario, en esta nueva batalla, en este nuevo trance —diría un llanero por allá— bueno es en fortalecer la unidad nacional, la unidad de todas las fuerzas populares, la unidad de todas las fuerzas revolucionarias, la unidad de toda la Fuerza Armada, mis queridos soldados, camaradas, compañeros; la unidad del Ejército, mi Ejército, mi amado Ejército. El Ejército, la Marina, m amada Marina. Digo porque los adversarios, los enemigos del país no descasan ni descansarán en la intriga, en trata de dividir, y sobre todo aprovechando circunstancias como estas, pues. Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta? Unidad, unidad y más unidad. ¡Esa debe ser nuestra divisa! Mi amada Fuerza Aérea, mi amada Guardia Nacional, mi amada Milicia. ¡La unidad, la unidad, la unidad!