Red de Apoyo | El hijo de Elsa (Opinión)

Elsa es una mujer que se vino de Barlovento hacia Caracas, buscando mejorar sus condiciones de vida. Aquí se unió en concubinato con Frank Riera y tuvo seis hijos. El mayor, Daniel Alfredo, alias “El Pincho”, tiene 20 años. No ha concluido el bachillerato y es reconocido como uno de los principales azotes del barrio. Pasa las tardes en los alrededores de la cancha distribuyendo y consumiendo drogas, y tramando –conjuntamente con los demás miembros de la banda “Los Sicarios”– los próximos “golpes” que darán a vecinos o habitantes de los barrios cercanos. Pese a su juventud se dice que tiene unos 14 muertos encima, aunque esta cuenta solo la lleva él.

Esta pudiera ser la historia del joven que vemos en la ilustración; pero también pudiera ser otra muy diferente:

Siendo el mayor de los seis hijos de Elsa, Daniel Alfredo representa para ella su orgullo y esperanza. A los 20 años, cursa Turismo en el Tecnológico de Barlovento y es un estudiante aventajado tanto en el desempeño académico como en el deporte. Su equipo de básquetbol ha logrado el primer lugar en las competencias estudiantiles por dos años consecutivos.

Pero Daniel Alfredo tiene un dilema, ya que su sueño es fundar una escuela deportiva para instruir a las niñas y los niños que se perfilen como valores deportivos de la zona de El Guapo, y para ello debería aceptar la beca que le ofrecen las Panteras de Miranda para jugar en la próxima temporada. De ser así interrumpirá por un tiempo sus estudios, lo que representaría un retraso en su otra meta: dedicarse al desarrollo turístico de la región de Barlovento.

Estos ejemplos nos sirven para ver que en Venezuela es muy común que nos enfrentemos a los prejuicios que se desprenden de la condición de pobreza. Ésta nos hace más vulnerables a convertirnos en víctimas de violación de los derechos humanos, precisamente porque nuestra población, nuestros policías, nuestras instituciones, están llenas de prejuicios; sin ver más allá, señalan a los habitantes de los barrios como “delincuentes”, reprimiéndolos y castigándolos.

Una de las formas de evitar la discriminación es la “acción positiva”: adoptar leyes o medidas que favorezcan al grupo que es socialmente discriminado o que está en desventaja, como es el caso de la Ley Orgánica de Protección de los Niños, Niñas y Adolescentes o la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

¿QUÉ SON LOS PREJUICIOS?

“El prejuicio, como su nombre lo indica, es un “pre”–juicio, una opinión que se emite anticipadamente, sin tener la información suficiente como para emitir un verdadero juicio, fundado y razonado. Los prejuicios son opiniones antojadizas, arbitrarias. Pero no surge de la nada. Ni, contra lo que pudiera creerse, son opiniones individuales.

Por lo general nacen de repetir irreflexivamente prejuicios que hemos oído una y otra vez antes. Al final, a fuerza de tanta reiteración, terminamos por aceptarlos como verdaderos (…)”1

EL PREJUICIO LLEVA A LA DISCRIMINACIÓN

Muchas personas son discriminadas por motivos de etnia, sexo, orientación sexual, discapacidad o por padecer enfermedades como el SIDA. Para que se produzca la discriminación, por tanto, es necesario ver a la persona discriminada formando parte de un grupo o colectivo por el que se siente rechazo o desagrado.

La base de la discriminación suele encontrarse casi siempre en los estereotipos, que son creencias, ideas y sentimientos negativos o positivos hacia ciertas personas pertenecientes a un grupo determinado.

Cuando se realiza una valoración negativa de un grupo con base en el estereotipo, el resultado es el prejuicio. Cuando los prejuicios llevan a una persona a actuar de un modo determinado respecto al grupo o individuo prejuzgado, el resultado es la discriminación (por ejemplo, impedir que alguien de raza negra -afroamericano- entre en un determinado local).

La no discriminación es un principio reconocido en los pactos y tratados internacionales en materia de Derechos Humanos y en la legislación venezolana.

Al respecto, el Artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, establece:

“Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia, no se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona”.

ABC DE LA TOLERANCIA

Descubre y reconoce tus propios prejuicios;

Combate activamente estas creencias prejuiciosas. Comprométete a cambiar;

Desarrolla la empatía (ponte en el lugar de la otra persona e intenta saber qué está sintiendo) y,

No te calles ante un comentario o chiste prejuicioso. Demuestra que no te hacen gracia.

Discriminar es rebajar una persona o grupo en su dignidad. Todas y todos somos iguales en esencia y tenemos los mismos derechos humanos. Es fundamental que desde nuestros espacios combatamos los prejuicios y estereotipos que nos hacen discriminar a las personas o grupos.

T/ Diana González M. e Ileana Ruiz