Hilda o cuando la lucha de clases tiene ribetes de terror sicológico

El tema de la lucha de clases llevada al teatro puede ser no pocas veces panfletaria, pero si esa confrontación se hace a través de un drama de terror sicológico la fórmula cambia. Y de manera exitosa la hace el director Ricardo Nortier, cuando monta Hilda, original de la francesa Marie Ndiaye, la cual se presenta en la sala Dedal de La Caja de Fósforos de Bello Monte, en Caracas, viernes 7:00 pm; mientras sábados y domingos a las 6:00 pm.

La sinopsis no cuenta sobre Madame Lemarchand (Diana Volpe), quien ha conseguido a una criada llamada Hilda, quien se convertirá en el objeto de su obsesión, hasta el punto de convertirla en un objeto personal. La pieza muestra una visión muy particular sobre las relaciones de poder, donde la obsesión y fantasías del poderoso se centran, no solo en el gusto por dominar sino también en el placer vertiginoso de convertirse en el objeto dominado. En un clima de suspenso e intriga, el espectador entra en el juego psicológico planteado por el director y un trío de actores, donde la escena se convierte en un reflejo de la realidad.

La puesta en escena es de primera en todos sus aspectos, destacando la actuación de Diana Volpe, quien logró darle el punto exacto a esa madame que, aunque se autoproclama de izquierda, es una explotadora con ribetes de locura, y hasta queda la duda si es una asesina. Volpe logra que el espectador entre en una tensión tal, que provoca hasta estrangularla por lo maléfica que es.

Claro está, una acertada dirección logró que Aitor Aguirre (Frank) y Jeslin Valbuena (Corina) transmitan con certeza, más por los gestos que con palabras, la tensión que les produce la presencia de la madame.

Palabras y gestos

Aitor Aguirre interpreta a Frank, el esposo de Hilda: “Siempre uno termina inspirándose en las vivencias que ha tenido. Es buscar cosas similares que te han pasado. Es siempre indagar por ahí. Es un personaje complicado porque está siempre en escena prácticamente escuchando, pero también es clave porque debes tratar de reaccionar lo más natural ante lo que está pasando: imaginar la situación que está viviendo. Es estar abierto al otro, que parece sencillo pero es bien complicado. Tienes que mantener casi todo el tiempo una rabia contenida”.

Por su parte, la joven Jeslin Valbuena interpreta a Corina, hermana de Hilda: “En principio trabajamos la historia detrás de este personaje, por cuáles cosas ha pasado. La relación con su hermana, ya que Corina es la hermana menor por 10 años, y siempre ha sido como la inferior, la que nunca será suficientemente tan buena como Hilda. Está ese resentimiento y rabia, por lo que al final termina apoderándose de su casa, su marido y sus hijos. Es demostrarse que sí puede llegar a ser como su hermana. Es un personaje pequeño, pero al final cambia el rumbo de la historia”.

El director Ricardo Nortier comentó: “Este fue un texto al cual le hicimos una lectura dramatizada, mucho antes que se abriera La Caja de Fósforos. No me acordaba mucho del texto, pero cuando me lo ofrecieron busqué una lectura distinta de suspenso y terror en ese personaje sicótico, una sicopatía social de la clase alta explotadora de la clase baja, pero también tiene otro toque este personaje (Lemarchand), que quiere convertirse en uno de esos pobres. Es un juego sicológico muy fuerte el que comencé ver en el texto”.

“El texto parece ser de literatura, porque está escrito sin acciones. Es más, la escritora es reconocida primordialmente por su narrativa, no es una dramaturga propiamente. La puesta en escena fueron acciones creadas por mí, explotando ese juego que tenía ella (Lemarchand) con el marido (Frank) de Hilda. Una de ellas es el juego de espejos que permite fragmentar la acción, donde el público puede mirar una escena desde varios puntos de vista a través de los espejos. Es como si el personaje principal tuviera varias personalidades. Este fue mi mayor aporte en la puesta de escena, ese jugar con los espacios y los espejos en una sala muy limitada de espacio como la Dedal… De algún modo estoy trabajando con referencias de películas de terror y suspenso”, profundizó Nortier.

Hilda es la primera obra de Marie Ndiaye escrita en 1999, considerada una de las voces más subversivas y comprometidas de la actual narrativa francesa. En 2009 recibió uno de los premios galos más importantes y prestigiosos, el Goncourt, gracias a la publicación de su novela Tres mujeres fuertes. Y es la única escritora viva cuya obra teatral ha sido incluida en el repertorio de la Comédie Française.

T/Eduardo Chapellin
F/Cortesía AG