Por Walter Ortiz|Historia de lecciones (Opinión)

La historia patria nos encuentra el 5 de diciembre de 1814 con la batalla de Urica, donde en definitiva se va al suelo la experiencia de la II República y donde la independencia nacional adquirirá otra faceta.

Desde la anarquía y la traición contra Simón Bolívar, demostrada por ejemplo en las acciones militares de José Francisco Bermúdez, hasta el carácter de guerra social encabezada por José Tomás Boves, quien representaba los anhelos de libertad de los pardos, indios y esclavos contra los intereses del mantuanaje criollo, Urica y la derrota de la II República dejaron en el Libertador profundas razones para la reflexión y acción ulteriores.

Bolívar comprendió con lucidez y visión estratégica que los derroteros de la guerra de independencia no podían encontrar la victoria hasta tanto el contenido social de la misma no fuese su piedra fundamental.

Sus decretos de liberación de esclavos, entrega de tierras a los pueblos indígenas de nuestras tierras y de instrucción pública y gratuita, demostraron el deseo definitivo del Libertador Simón Bolívar por mas que liberar un territorio, construir una sociedad nueva a partir de una Revolución.

Esto, 200 años después, no podemos olvidarlo.

Porque lo que verdaderamente consolido la III República, Colombia Unida en una Gran Nación, no fue la simple anécdota de la muerte de Boves, sino el contenido social que Bolívar, a partir de ese momento, daría a su lucha independentista, gracias a sus reflexiones y a los inolvidables consejos de aquel prócer de la Independencia de Haití, Alejandro Petión.

Venezuela vive momentos de mucha complejidad política, social y económica, sin duda alimentada por los mismos enemigos que trabajaron sin descansar por romper en forma definitiva la República Unida y consolidada en la Batalla de Ayacucho, y que pretenden hoy retrotraernos a esa vieja historia de la traición al proyecto político que irrumpió con toda fuerza el 4 de febrero de 1992, con el comandante Hugo Chávez a la cabeza de la juventud militar bolivariana.

Nuestra dirigencia revolucionaria, como lo hicieron Bolívar y Chávez, cada vez deben ahondar mas en los esfuerzos para proteger y beneficiar al pueblo venezolano, no por asuntos de menesterosidad o benevolencia, si no por lealtad a sus designios, obediencia a sus instrucciones y decisión de transformar la sociedad.

Coincidiendo con la historia nos encontramos con una nueva cumbre de Unasur, que debe profundizar en lo político y lo económico, saliendo al paso de atajos burocráticos y como respuesta a las pretensiones restauradoras del ALCA, a través de una malintencionada Alianza del Pacífico.

Siempre, recordando la historia, encontraremos razones sagradas para seguir, con el ser humano como centro, transformando la sociedad, no con nihilismos sino con hechos concretos. La tarea nos emplaza, parafraseando a aquel ecuatoriano ejemplar: ¡en la demora esta el peligro!

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