Un sondeo difundido este lunes por la televisión francesa indica que el mandatario del país, François Hollande, no superaría la primera vuelta si se realizara en la actualidad unas elecciones presidenciales. El mandatario galo sufre la mayor baja de su popularidad a menos de un año de gobierno.
La encuesta, hecha por el instituto CSA y divulgada por la televisión «BFMTV», especifica que el Presidente francés no superaría el 19 por ciento de la intención de voto, frente a un 34 por ciento que obtendría el exmandatario, Nicolás Sarkozy y un 23 por ciento que tendría la líder ultraderechista, Marine Le Pen.
De esta manera, la indagación muestra que el conservador Sarkozy aventajaría a Le Pen y Hollande por un amplio margen.
Específicamente, Sarkozy, retirado de la línea política, sería apoyado por el 61 por ciento de los votantes en una hipotética elección donde tendría como rival a Hollande, así como también obtendría el 67 por ciento si fuera la política de ultraderecha.
Hollande habría tenido en las pasadas elecciones celebradas el 22 de abril de 2012, consiguió el 28,63 por ciento de los sufragios, mientras que Sarkozy alcanzó el 27, 18 por ciento y Marine Le Pen 17,90 por ciento.
En el sondeo de este lunes, el 41 por ciento de los encuestados que afirmaron haber votado por Hollande, aseguraron que cambiarían el sentido de su voto en la actualidad.
Sumado a esto, los indagados consideraron que era necesario sustituir al primer ministro, Jean-Marc Ayrault, así como también dan un mayor respaldo al ministro del Interior, Manuel Valls.
Esta investigación se realiza una semana antes de que Hollande celebre el primer año de haber conseguido ganar las presidenciales en segunda vuelta, en la que derrotó a Sarkozy con el 51,6 por ciento de los sufragios.
Un sondeo publicado el pasado 18 de marzo, indicó que Hollande sufría la mayor caída de su popularidad desde que fuera electo Presidente en 2012, detallando que el mandatario sólo contaba con un 35 por ciento de aprobación, así como también que el 80 por ciento de los franceses consideraba su administración ineficaz.
Este descontento hacia el Gobierno francés se observa en momentos en que la nación gala sufre unos elevados índices de desempleo y se han incrementado los impuestos con el fin de bajar el déficit del presupuesto público.