«Debemos ser compasivos con la gente que está huyendo de la guerra» dijo Ban Ki-moon |Hungría rocía con gases lacrimógenos a los refugiados que protestan en la frontera serbia

La Policía húngara ha empleado gases lacrimógenos y un cañón de agua contra los inmigrantes y refugiados concentrados en la frontera con Serbia, según informó un reportero de Reuters presente durante los hechos. Según indicó el asesor de Seguridad del primer ministro húngaro, al menos 20 policías y dos niños han resultado heridos a consecuencia de los disturbios.

Cientos de agentes de policía antidisturbios en vehículos blindados, apoyados por unidades especiales antiterroristas, se han movilizado para dispersar a los refugiados que protestaban desde el otro lado de la valla para que les dejen pasar.

Poco antes, la Policía había denunciado que un grupo de inmigrantes «agresivos» había conseguido romper la puerta del paso fronterizo desde Serbia, pero un responsable de la ONU que estaba en el lugar negó que los inmigrantes hubieran llegado a hacerlo.

«La Policía está adoptando medidas legales y proporcionadas para proteger la frontera estatal húngara y la frontera exterior de la Unión Europea», ha argumentado el cuerpo de seguridad en un comunicado.

Un portavoz del Gobierno húngaro ha asegurado que los refugiados estaban «armados con tubos y palos». Las imágenes retransmitidas por la televisión del país mostraban a algunos de los refugiados arrojando botellas y piedras a los policías por encima de la enorme valla que Hungría ha construido para impedir el paso de los inmigrantes.

Tras los disturbios, Hungría ordenó el cierre del paso fronterizo de Röszke-Horgos durante 30 días, según ha informado el ministro de Asuntos Exteriores húngaro.

Desde hace dos días, cuando Hungría terminó de construir la doble alambrada cerrando por completo el acceso al país en plena crisis de refugiados, más de 2.000 personas que huyen de Siria, Irak o Afganistán se encuentran en la frontera de Serbia exigiendo que se les permita la entrada en suelo húngaro.

Hungría ha movilizado a la Policía y al Ejército para prevenir cualquier eventual intento de los refugiados de romper la valla. Paralelamente, ha entrado en vigor una ley que penaliza con entre uno y cinco años de cárcel la entrada ilegal en el país.

El propio secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha declarado estar «impactado» sobre cómo están siendo tratados los migrantes en países como Hungría y dijo que la situación «no es aceptable». «Puede que algunos países tengan problemas nacionales, todos los tienen», pero «debemos ser compasivos con la gente que está huyendo de la guerra y de la persecución», afirmó.

Unas 200.000 personas que huyen de conflictos o la pobreza en países de Oriente Medio y Asia han pasado por Hungría en lo que va de año, aunque la inmensa mayoría sólo quiere abandonar este país cuanto antes y seguir hacia Alemania.

F/Publico.es
F/Reuters