Igual que Florentino al Diablo, la música criolla espanta a la Covid-19

La cuarentena es una invalorable oportunidad para escuchar lo mejor de la música venezolana y su extenso y maravilloso acervo. Además, la música genera un efecto tonificante que aumenta las defensas del organismo. Chávez valoró a los cultores criollos como raíces de Venezuela que se han enfrentado a Superman, a Batman y a Robin

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Entre las facultades que tiene la música, en este caso la venezolana, se afirma que te hace llorar y reír de tanta muela que tengo me llaman el amolao), te sacude de emoción como cuando se escucha el “Alma llanera” en tierras lejanas, te desborda en lágrimas el sentido de patria, como cuando Rubén Limardo oyó el himno nacional al momento de la premiación por su medalla de oro en las Olimpiadas. Que la música criolla te pasea por el llano, la montaña, el mar, te navega por el Orinoco, el Arauca, Nueva Esparta, el lago de Maracaibo, te lleva a la selva, te sube al pico Bolívar y al salto Ángel. Además, con ella celebras que te enamoraste, o te ayuda a sacarte el despecho. Adicionalmente, te complace en el cumpleaños, mientras, inclinado y viendo la torta, esperas el momento propicio en que termine la canción entonada a coro para apagar las velitas. Nunca falta uno que diga: “Todavía sopla”. Por esto es que psicólogos, siquiatras, médicos y demás especialistas recomiendan escuchar música, entre otras actividades, especialmente en estos tiempos de cuarentena por la Covid-19. La música, se dice, opera como bálsamo contra el estrés y el encerramiento, serena el ánimo y alegra el espíritu, lo cual aumenta las defensas del cuerpo.

Por estos , en Facebook, Whatsaap, YouTube y otras redes sociales circulan consejos y métodos para sobrellevar la cuarentena, desde recetas de cocina, ejercicios físicos, juegos de mesa, pasatiempos, leer poesía, novelas, pintar y, por supuesto, escuchar música. En el caso de la venezolana el repertorio es extenso, riquísimo, de calidad y para todos los gustos.

Cecilia Todd, considerada entre nuestras más hermosas voces, en cuya larga trayectoria ha llevado la música venezolana a Inglaterra, España, Argentina, Brasil, Finlandia, Bolivia, Puerto Rico, Estado Unidos, Nicaragua y Canadá, abogó en el programa La Voz de Chávez, que conduce Adán Chávez los domingos por VTV, para que toda esa riqueza musical venezolana se funda en un solo corazón: Corazón venezolano, con su melodía, su canto, sus tradiciones. Aunque no lo dijo literalmente, se pronunció por la necesidad de unificar toda nuestra música venezolana sin distingo de géneros ni privilegios.

En septiembre de 2003, durante un acto en homenaje al Carrao de Palmarito (Juan de los Santos Contreras) en el Teatro Teresa Carreño, el presidente Hugo Chávez, al referirse a las figuras de la música venezolana (compositores, cantantes, ejecutantes, declamadores) los definió como “raíces de Venezuela”. “… Son ellos raíces de Venezuela que se han enfrentado a Superman, a Batman y a Robin”, dijo Chávez.

En un extenso repertorio de más de cien años, los músicos venezolanos, y el pueblo en su creación colectiva, han plasmado en hermosas composiciones todo el sentir de esta tierra y su gente, con sus sueños, sus esperanzas, sus amores y desengaños, sus reclamos y frustraciones, sus creencias, sus desvelos, su fauna, su flora, sus ríos y montañas. Se dice que a veces con humor, con ironía, con inspiración sublime, con hondo pesar, con alegría y jocosidad.

A la música criolla se le señala como un componente robusto de la identidad nacional, que recuerda de dónde se viene, de dónde se es. De allí que se le otorga un papel descolonizador. La copla asoma el carácter del llanero:

Desde el llano adentro vengo
tramoliando este cantar
Cantaclaro me han llamado
¿Quién se atreve a replicar?

En inolvidables canciones, arrinconadas por los medios de comunicación sonoros u ocultas en espacios de madrugadas, prácticamente todas las regiones han quedado plasmadas por la música criolla. Algunas se han convertido en piezas representativas como “Fiesta en Elorza”, “Puerto Cabello”, Brisas del Zulia”, “Barquisimeto”, “Valencia”, “Esteros de Camaguán”, “Alma cumanesa”, “Brisas del Torbes”, “Sombra en los médanos”, “Guardatinajas”, “Barlovento”, “Adiós a Ocumare””, Amanecer tuyero”, “Conticinio”, ”Calipso del Callao”, “Apure en un viaje”, “Dama antañoña”.

La lista es infinita cuando se trata del amor, el despecho, y la extensa variedad de temas que han inspirado a compositores, arreglistas, cantantes e intérpretes de todos los tiempos.

Conny Méndez en una de sus composiciones afirma que “Venezuela habla cantando”, y luego señala que “se arrulla a los niños con el himno nacional”.

Durante su permanencia en Miraflores, el comandante Chávez jamás dejó de enaltecer a estos hombres y mujeres que en circunstancias adversas y difíciles mantuvieron en alto la música venezolana en todos sus géneros y modalidades. Incluso, reconociendo su poca privilegiada voz, incursionó como intérprete acompañado por Eneas Perdomo y luegporCristóbal Jiménez.

Cristóbal Jiménez dijo tiempo atrás al Correo del Orinoco que en cada viaje del comandante Chávez al exterior en algún rinconcito del avión iban el arpa, el cuatro y las maracas.

Matices musicales

En un artículo de 2006 escrito para el desaparecido Conac, Felipe Izcaray se refiere a la música venezolana y detalla algunas de sus características.

“La posición geográfica de Venezuela”, afirma en el largo primer párrafo, “ha servido de plataforma para el desarrollo de una música especialmente rica en contrastes y en combinaciones de elementos rítmicos, melódicos y armónicos. La extensa costa caribeña de Venezuela la hace receptora de la influencia cultural europea y africana. Por otra parte, los Andes de Venezuela la convierten en parte de la columna vertebral de todo el continente; mientras que las fronteras entre Colombia y Venezuela se disipan en los llanos, y la selva amazónica hermana a Venezuela con Brasil y las Guayanas vecinas. Es por eso que Venezuela presenta una gran variedad de matices musicales a través de su geografía. Si bien los ancestros musicales indígenas, europeos y africanos están identificados en distintos géneros musicales, a veces ciertas piezas poseen características tan entrelazadas que es imposible identificar un origen específico. Un calipso guayanés tiene marcada influencia de las islas caribeñas de habla inglesa, y la cadencia andaluza del polo margariteño o coriano se identifica plenamente con su origen peninsular, pero ciertos movimientos del tamunangue larense presentan una intricada combinación de elementos africanos y europeos. El joropo, fiesta originaria de los llanos y de los valles del Tuy, ha prestado su nombre para identificar géneros musicales de identidad propia como el corrido, la chipola, el golpe y el seis por derecho. En las costas centrales venezolanas y sus ciudades circunvecinas se encuentran los ritmos inspirados por una rica percusión con identidad propia pero de evidente origen africano, tal es el caso de la fulía, el merengue, la parranda y, curiosamente, el aguinaldo navideño. Una interesante combinación se genera en el estado occidental del Zulia, donde la danza y la gaita combinan elementos europeos y africanos a base de un poderoso acompañamiento percusivo. La región oriental es también rica en ritmos como el galerón y el golpe y estribillo. En el plano más poético, Venezuela toda es prolífica en canciones, serenatas, valses y bambucos en los que el texto enriquece el pausado ritmo. La región andina ha sido especialmente privilegiada por esta atractiva combinación de texto y poesía”.

Indica Izcaray sobre la música académica que tuvo un desarrollo paralelo a la música popular desde la colonia hasta mediados del siglo XIX, cuando el vals europeo y el vals popular experimentaron una feliz unión a manos de compositores de música para piano como Ramón Delgado Palacios, Federico Vollmer, Manuel Guadalajara y Salvador N. Llamozas.

“A partir del desarrollo del vals, la identificación del compositor venezolano con los ritmos y melodías de su pueblo se hace más intensa que en otros países latinoamericanos. La generación inicial de músicos como José Antonio Calcaño, Juan Vicente Lecuna, Juan Bautista Plaza, Moisés Moleiro y Vicente Emilio Sojo, que en el siglo XX enriqueció esta unión del elemento popular con el académico, dio paso a la Escuela de Santa Capilla (llamada así por el nombre de la esquina donde está situada la Escuela Superior de Música), conformada por alumnos de la cátedra de composición del maestro Sojo. Vicente Emilio Sojo, eminente prócer civil venezolano, no solamente organizó los estudios formales de composición, además de fundar el Orfeón Lamas y la Orquesta Sinfónica Venezuela, sino que enriqueció el repertorio nacional con cientos de arreglos de melodías venezolanas que estaban en peligro de caer en el olvido”, detalla Izcaray.

Como ejemplo del nacionalismo musical venezolano del siglo XX, podemos destacar algunas obras de Vicente Emilio Sojo: Obertura festiva, Bordoneo, Solo de marimba Endecha y Quirpa para guitarra. De Juan Bautista Plaza: Fuga criolla, El picacho abrupto, El curruchá, Vigilia, Pico-pico y Campanas de Pascua. De Evencio Castellanos: Suite avileña, Santa Cruz de Pacairigua. De Antonio Estévez: Cantata criolla, Mediodía en el llano, Mata del Ánima Sola, Concierto para orquesta y 17 piezas infantiles para piano. De Inocente Carreño: Margariteña, La Ciudad de los Techos Rojos, Suite para orquesta, Gota de breve rocío, Obertur. Galleguiana y Poema a Carabobo. De Antonio Lauro: Natalia, Yacambú y valses diversos para guitarra, Giros negroides, Concierto para guitarra y Misterio de Navidad. De Gonzalo Castellanos: Suite caraqueña, Imitación y Antelación fugaz. Y de Modesta Bor: Son venezolano, Obertura sinfónica, Genocidio, Manchas sonoras, Acuarelas y Concierto para piano y orquesta, dice.

El amor de un pueblo

Durante su intervención en el homenaje al Carrao de Palmarito, el presidente Chávez saludó a algunos de los presentes, glorias del canto venezolano: “Rafael Montaño, Eneas Perdono, Reina Lucero, Víctor Morillo (declamador), Cristóbal Jiménez, Antonio Durán, también nuestro saludo, Joffre Rivas, y por ahí está también, no la he visto, pero desde aquí, pero está por allí Magdalena, Magdalena Sánchez. Magdalena, Magdalena, Magdalena, te amamos Magdalena, venezolana infinita, inmortal, Magdalena Sánchez. Glorias verdaderas de estas tierras, leyendas, ellos han recogido el amor de un pueblo y lo han hecho inmortal. Magdalena, y a muchos otros y a todos ustedes, cantores de lo viejo y cantores de lo nuevo, muchachos del arpa del cuatro y de las maracas, maestros”.

“Ah, Valentín Carusí. Hola, Valentín. Valentín Carusi, hermano, paisano y amigo, mi afecto y mi recuerdo de siempre. Valentín, gran poeta, compositor. Gracias, hermano, lamentablemente. ¿Lilia Vera está por allí? Un beso para ti, muchacha. Lilia Ver. Un beso, venezolanas y venezolanos. Esta también Adilia, Adilia Castillo. ¿ásta aquí? ¿Dónde anda Adilia Castillo? Pero, ¿cómo no vamos a nombrarla? Pido un aplauso para Adilia Castillo, soberanísima”.

En seguida se dirigió Eneas Perdomo: “Querido viejo y amigo, un abrazo para ti, lo que representas, Eneas Perdomo, el coplero de las llanuras. Estos son los venezolanos del siglo XX y del XXI y muchos otros y muchas otras. Venezuela está en deuda con ellos, ellos enfrentaron con sus gargantas, han enfrentado con su voz, con su alma, con su música, con su canto, el atropello cultural, la transculturación, el desconocimiento de nuestras raíces, pero ahí están como los viejos samanes: de pie y firmes, cantándole a Venezuela, cantándole al renacimiento venezolano”.

Chávez afirmo que estos hombres y mujeres “…son nuestros héroes de la cultura profunda, de lo que somos, de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que cada día debemos ser: venezolanos integrales, venezolanos profundos, asentándonos en nuestras raíces”.

T/ Manuel Abrizo
F/ Archivo CO
Caracas