Las ilegalidades de las exportaciones de armas alemanas, al descubierto

A Alemania todavía le pesan en la conciencia los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces uno de los principales objetivos de sus mandatarios es presentarse al mundo como un país garante de la paz y del diálogo. Aunque ello no le ha impedido al país desarrollar una de las industrias armamentísticas más potentes del mundo. En 2017, Alemania era la quinta de una lista siempre dominada por Estados Unidos.

Berlín impone controles y normas que los fabricantes de armas tienen que cumplir para obtener el permiso de las autoridades. No obstante, la realidad muestra que, a menudo, los empresarios consiguen vender su armamento a pesar de las prohibiciones.

“Alemania nunca se ha definido a sí misma como pacifista, pero sí tiene altas consideraciones morales respecto a las exportaciones de armas. El país sigue una política muy restrictiva que causa incomprensión en otros Estados”, explica a Público Joachim Krause, experto de políticas de seguridad y defensa de la Universidad de Kiel. “Esta política choca continuamente con las consideraciones de las políticas realistas”.

Una de esas restrictivas normas es la imposibilidad de enviar armas a países que estén en guerra o donde se violen los derechos humanos. Sin embargo, el armamento alemán está presente en la devastadora guerra de Yemen, un conflicto en el que según la ONU han muerto unas 16.000 personas y el 80% de la población depende de ayuda humanitaria para sobrevivir.

Una investigación de la emisora pública Deutsche Welle, en colaboración con otros medios como la cadena regional Bayerischer Rundfunk y la revista Stern, ha localizado armas y sistemas tecnológicos construidos en Alemania en el arsenal de la coalición liderada por Arabia Saudí.

Los periodistas señalan diversos elementos, como dos fragatas con bandera de los Emiratos Árabes Unidos, los sistemas de armamento de vehículos militares también de este país, así como a las evidencias que apuntan a que Arabia Saudí emplea cazabombarderos Eurofighter y Tornado, ambos con componentes fabricados en Alemania.

Acuerdos de “usuario-final”

Otra de las regulaciones que recoge la legislación alemana es el acuerdo conocido como de “usuario-final”. Según esta, el Gobierno solo aprobará la exportación de armas si se detalla en el contrato entre el comprador y el vendedor quién es el usuario final del armamento. Mientras Berlín afirma que esta clausura es vinculante, diversos expertos legales expresan sus dudas al respecto.

“El Gobierno alemán tiene una larga historia exportando armas por todo el mundo a regímenes que violan los derechos humanos”, aseguraba recientemente a la prensa alemana Andrew Smith, portavoz de la ONG Campaign Against Arms Trade. Asimismo, cuando finalmente la justicia entra en acción, los activistas consideran que se aplica una “justicia de dos clases”.

Así reaccionó el conocido activista en contra de la industria armamentística Jürgen Grässlin al fallarse la sentencia contra el fabricante de armas Heckler & Koch, en la que los dos ex directores ejecutivos y otro exempleado fueron absueltos por el envío ilegal de rifles de asalto G36 a México entre los años 2006 y 2009.

Sin embargo, otros dos antiguos trabajadores, encargados principalmente de tareas administrativas, fueron condenados a 22 y 17 meses de cárcel, que podrán cumplir en libertad condicional. La empresa, además, tiene que pagar una multa de 3,7 millones de euros, la estimación del beneficio que logró con la venta ilegal.

La sentencia, en cambio, no hace mención acerca de una supuesta responsabilidad de la empresa ni del Gobierno, con quien la firma mantuvo negociaciones antes de la venta. Durante los últimos años Heckler & Koch ha tratado de mejorar su imagen pública y defender su “ética” a la hora de vender armas.

Ya no venden a países que no sean de la Unión Europea o de la OTAN, pero uno de sus grandes mercados ahora es Estados Unidos, donde desde 2009 ha habido al menos 288 tiroteos en escuelas.

Armas a Colombia

No obstante, Heckler & Koch no es la única empresa armamentística con problemas con la legislación alemana. Esta semana ha comenzado en la localidad de Kiel el juicio contra Sig Sauer por exportar unas 38.000 pistolas a Colombia.

Según la Fiscalía, la firma manufacturó estas armas en su fábrica de Eckernforde, una localidad a orillas del mar Báltico, entre 2008 y 2011 y las transportó hasta otra compañía también de su propiedad pero con sede en Estados Unidos. De ahí, creen las autoridades, se enviaron a Colombia, donde acabaron en manos de la policía.

Tres exejecutivos están acusados y afrontan hasta cinco años de cárcel. La Fiscalía pide una multa de 12 millones de euros. El juicio se estima que terminará en junio, por lo que aún habrá que esperar para conocer si la sentencia es parecida a la del caso de Heckler & Koch. Algo probable, pues los abogados defensores han llegado a un acuerdo con la Fiscalía para lograr sentencias que puedan ser cumplidas en libertad condicional a cambio de confesiones detalladas.

Y mientras que los activistas exigen que se extremen las medidas y los controles de las autoridades para evitar que las armas alemanas acaben en países como Yemen, México o Colombia, entre muchos otros, la sucesora de Merkel al frente de los conservadores alemanes, Annegret Kramp-Karrenbauer, ya ha pedido que se rebajen las restricciones.

En el mismo sentido presionan empresas como Airbus. De acuerdo con la información de Reuters, la firma europea ha decidido modificar el diseño del avión de transporte militar C295, que actualmente fabrica en España, para eliminar las piezas fabricadas en Alemania.

Berlín decidió suspender temporalmente la exportación de armamento a Arabia Saudí tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul. Las presiones en contra de la decisión no solo provienen del mundo empresarial, sino también de Francia y Reino Unido, cuyas industrias dependen de material alemán.

La suspensión termina el próximo 9 de marzo. Su prorrogación o no será la primera señal de hacia dónde quiere orientar Alemania su industria armamentística.

F/Publico.es
F/Reuters