Por Ramón Alirio Contreras G.|Ilusión y representación de la Nación (Opinión)

Quiero referirme en estas líneas a los elementos caóticos como unificadores de la sociedad en torno a un símbolo que representa a la Nación. En las sociedades modernas no puede deslumbrarse la idea un sujeto colectivo, homogeneizado en esencia. Cada sujeto se reescribe o inscribe en un discurso espectacular que lo define o que le dé acceso a los espacios que le interesa y que el constructo de sociedad le permite. El espectáculo es el mecanismo que permite sustentar, virtualmente, a la Nación. Pero más allá del espectáculo por el espectáculo está la imposición de fetiches que inflaman el valor de los individuos de las sociedades.

Cuando la selección venezolana de fútbol comenzó, en los últimos años, a tener un papel destacado en la escena deportiva, se convirtió en bien de consumo e infló el patriotismo de unos cuantos miles que antes no daban nada por la selección y ni se enteraban de las participaciones en las diferentes competencias.

Las derrotas no representan un modelo de integración colectiva de la nacionalidad y, por lo tanto, la selección nacional de entonces no era tan nacional como la de ahora. A la hora de la victoria nadie quiere quedarse por fuera, pero en la derrota la sociedad baja la mirada y se desvincula del representante de la Nación. Lo mismo acontece con otros sujetos, cuyo caso es específicamente más difícil de comprender.

Todo sentimiento de construcción de la Nación está entonces asociado al sentimiento de victoria: es el triunfo de los símbolos lo que redime las diferencias y logra unificar el sentido de lo nacional en quien lo representa. El sujeto–símbolo se convierte en cabeza del cuerpo de la Nación y capitaliza la nacionalidad de los espectadores o consumidores culturales.

Entra además en juego la explotación capitalista de este asunto, en el que los intereses económicos de los sectores que manejan los medios de comunicación los convierten en ejecutores permanentes de sus políticas para crear una industria de consumo irracional en torno al referente.

Así vivimos y crecemos bajo esquemas permanentes de formación ideológica para el consumo.

@aliriocontreg