Por Walter Ortiz|Implacable historia (Opinión)

Solo algo de superior calibre moral o un hecho que develara las intenciones políticas, ideológicas –de alguien, un grupo o un partido político– podría desplazar comunicacionalmente el rotundo éxito, inesperado para muchos, de las elecciones internas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el pasado 28 de junio.

Si uno viniera de otro país y no tuviera ninguna información de la historia política de Venezuela hubiese quedado perplejo al escuchar que un partido político o, lo que es mucho peor, un representante de una coalición de partidos políticos, afirma con naturalidad que ampliar los derechos políticos de la mujer es un “obstáculo”.

Más vergonzoso aún, que toda esta coalición derechista despache el evento democrático del 28 de junio como fruto de prebendas, clientelismo o coacción, como si el pueblo de Simón Bolívar fuera cobarde, comprable o bruto. Son estos mismos pseudolíderes quienes en reuniones secretas o abiertas se disfrazan de defensores de los derechos sociales buscando “enamorar” a las bases del chavismo.

Pero como dice la ranchera aquella, qué de raro tiene, si la historia de Venezuela ha estado plagada de posturas así, caracterizadas por el desconocimiento de la burguesía y sus cancerberos partidistas, de cualquier proyecto que huela a bienestar para el pueblo venezolano.

Las posiciones de la derecha sobre las elecciones del domingo y la paridad de género para las postulaciones a las elecciones parlamentarias son respuestas históricas de acuerdo a su trasnochada y retrograda visión del mundo.

Ellos son los herederos de los enterradores del proyecto bolivariano en 1830; se encargaron a sangre y fuego de desmontar todo el proceso político que desembocó en la Guerra Federal con las banderas de Ezequiel Zamora al frente, quien término traicionado y asesinado por sus “progresistas” compañeros de proyecto.

Esta gente derrocó a Isaías Medina Angarita y traicionó a mujeres y hombres del 23 de enero de 1958; ilegalizaron cualquier cantidad de movimientos políticos (el más significativo del ellos el Partido Comunista de Venezuela), luego de suspender las garantías de la recién creada, por ellos y en cenáculos claro está, Constitución de 1961, generando así la estela de muerte ejemplarizada en masacres como la de Cantaura, Yumare y El Amparo, al igual que en la intervención de la Universidad Central de Venezuela, eventos que sumados a muchos más, terminaron en la desaparición de miles de venezolanas y venezolanos.

Para remate, el reclamo popular de 1989 sería ahogado en sangre por la clase política adeca, que ni asumió la responsabilidad de lo que hizo. Luego, por el pecado de votar por el comandante Hugo Chávez nos regalaron un golpe de Estado, un paro petrolero y un sabotaje económico, perfeccionado hoy cuando contamos 16 años en el poder.

Siendo así, que a nadie le extrañe estas posiciones tan adecuadas a sus pensamientos políticos. La derecha es eso, y debemos impedir a toda costa que alcancen la mayoría en la Asamblea Nacional (AN). ¿Qué de raro tiene que sean así? Si esa es su verdadera forma de hacer política, la exclusión y la violencia, sea verbal, escrita o de hecho.

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