Los nuevos retos que tenemos los venezolanos ante las políticas que está implantando el Gobierno Bolivariano nos imponen una aceleración controlada de los procesos de transformación social, especialmente en el área productiva en la que el principal soporte es la formación política e ideológica del pueblo, de nuevo el tema subjetivo de la teoría y la práctica revolucionaria.
Los insurgentes de los años 60 lo vieron, lo expusieron y todavía están advirtiéndolo: es el aprendizaje de un pensamiento revolucionario que se realiza en la práctica, en la calle, con la transferencia de poder al pueblo pero con herramientas tecnológicas adecuadas para la investigación social que permitan entender cómo funcionan los Consejos Comunales, por qué las distorsiones y cómo corregir los errores y cómo aplicar la planificación socialista bolivariana.
En Altagracia de Orituco (Edo. Guárico) el alcalde José Bravo propone la creación de un instituto que ofrezca formación socialista a las comunidades y recursos para que asuman el poder y más allá, el alcalde de Guaribe, Jesús Azocar, propone la necesidad de la planificación socialista bolivariana fundamentalmente chavista, dos municipios llaneros con juventudes llevando la gerencia municipal al lugar donde el comandante Hugo Chávez quería que fuera el pueblo en la ruta a la felicidad posible.
En Carora (Edo. Lara) la experiencia de un municipio bolivariano socialista sigue sembrando nuevos brotes de construcción social para esa nueva sociedad que el pueblo venezolano está adelantando con pasos seguros.
Son verdaderos semilleros de la nueva sociedad que está naciendo aguas adentro de la patria.
Estos semilleros de la esperanza se han regado especialmente porque está entrando una nueva generación socialista a ocupar espacios para la construcción de la insurgencia social que dejará atrás el viejo Estado capitalista; para allá vamos sembrando nuevos senderos con la fe en Dios y en un pueblo consciente.