Internet: Cuando al imperio los tiros le salen por la culata

POR: ALBERTO ARANGUIBEL B.

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El problema con Chávez fue que él se leyó un poco de libros en la cárcel”

(conversación entre un grupo de jóvenes antichavistas)

Con la llegada del medio de comunicación a la historia de la humanidad, los sectores dominantes encontraron la herramienta perfecta para ejercer su dominio en la forma mas rentable y socialmente menos traumática jamás alcanzada desde el origen del hombre sobre la tierra.

La posibilidad de llegar a miles de millones de manera simultánea con el poder de convencimiento de una ilusión que solo el medio de comunicación puede hacer realidad, ha sido la oportunidad más valiosa para esos sectores dominantes precisamente por la capacidad de alcance y penetración que esa poderosa herramienta tiene, infinitamente superior a la del más numeroso ejército que pudiera existir para garantizar el sometimiento de los pueblos a los intereses y designios del gran capital. La caída de todos los imperios de la historia estuvo siempre determinada en gran medida por la insostenibilidad del costo de sus ejércitos en la tarea de asegurar el control de los pueblos que se anexionaban.

Hoy el medio de comunicación es imprescindible para la sobrevivencia del modelo capitalista, porque solo así puede exterminar, mediante el engaño y la manipulación, cualquier otro modelo político, social o económico alternativo que le permita al mundo comprobar de manera categórica la insalvable inviabilidad del capitalismo.

Por eso al capitalismo no le interesan en lo más mínimo las muertes de millones de personas inocentes que esos imperios causan en el mundo con sus guerras, dado que lo que las justifica no es la salvación del ser humano sino la de un modelo cada vez más insostenible.

Pero esas guerras, cuyo único saldo es una infinita estela de muerte y destrucción, cada día son más costosas no solo en términos de los inmensos recursos económicos que en ellas se dilapidan, sino en razón del repudio que la humanidad les expresa cada vez con mayor intensidad.

La batalla que debían librar entonces para expandir el poder del medio de comunicación más allá de sus fronteras, más que la militar o económica, era aquella que les permitiera superar las ideas de soberanía que prevalecen hoy en las naciones del mundo, para traspasar territorios y continentes sin mover ni un solo tanque de guerra.

Para eso el instrumento ideal no era ya solamente el medio de comunicación convencional (limitado en principio por los crecientes altos costos y por infinidad de Leyes y regulaciones nacionales a lo largo y ancho del planeta) sino los llamados “medios electrónicos”, es decir, la Internet y las redes sociales. Etiquetar como dictaduras a aquellos países que no cedieran a esa soterrada forma de dominación fue desde un primer momento la justificación utilizada para intentar colocarse por encima de toda normativa extraterritorial que limitara el empeño expansionista del imperio.

La vertiginosa carrera por el desarrollo de esos medios electrónicos ha estado determinada muy particularmente por el afán de Estados Unidos de hacerse de un mecanismo de control de la sociedad a través de herramientas tecnológicamente tan avanzadas y complejas que su desarrollo y posibilidades resultasen inalcanzables para cualquier otra nación o potencia. En eso, y no en la búsqueda del rendimiento económico del progreso científico, ha consistido el concepto de “supremacía tecnológica” tal como se conoce hoy en día.

Esconder ese despropósito del control de la sociedad tras la figura de la lucha por la libertad y la democracia, ha sido para el imperio una tarea de primer orden para asegurar la sostenibilidad y perdurabilidad de su decadente modelo de sociedad.

Ya que la única forma que tiene el capitalismo para tratar de hacer ver que es un modelo eficiente es impidiendo que el socialismo funcione, entonces su mayor prioridad es la destrucción de toda forma de organización que emerja del poder popular, ya sea persiguiendo a los individuos que las promuevan o sancionando a las naciones cuyos gobiernos se orienten en tal sentido.

De esa forma China pasó de ser el “régimen de opresión política” que era durante la Guerra Fría, a la “dictadura que cercena la libertad de expresión” por no haber abierto las puertas a la Internet en la forma irrestricta en que el imperio la pretende.

Cuba, que desde hace más de medio siglo ha visto limitadas sus posibilidades de masificar el acceso a la red en virtud del criminal bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, es también acusada por el imperio de ser una nación sometida a un régimen tiránico, básicamente por la misma razón. Negarle el ancho de banda que se necesita para lograr masificar la Internet en la isla es parte del bloqueo del imperio contra el pueblo cubano, porque los servidores y toda la estructura corporativa que conforma la red son en su casi totalidad activos empresariales del poderoso capital privado norteamericano.

Pero la lucha del imperio por extender al planeta sus redes de control hegemónico a través de Internet le ha llevado hoy a tener que redimensionar la concepción misma de libertad y de democracia que hasta ahora le había servido para justificar su insaciable sed de sometimiento de los pueblos del mundo a través del discurso mediático.

De acuerdo a esa nueva lógica, no pueden ser libres los pueblos que se expresen a su antojo a través de las redes sociales, ya no como lo hacen en Japón, en Bélgica, o en Inglaterra, sino también como lo están haciendo en Rusia, en Venezuela y hasta en Cataluña.

Tal afirmación se desprende del absurdo comportamiento de las noticias internacionales difundidas esta semana por los más importantes noticieros de EEUU y de Europa, en los que en una misma sección (tal como lo ubicaron los noticieros de Euronews y de la Deutsche Welle, por ejemplo) reportaban jerarquizando casi en los mismos términos redaccionales, por una parte la noticia de la investigación que adelanta el congreso norteamericano para determinar la supuesta intromisión de Rusia en la elección presidencial a través de una cantidad enorme de mensajes en redes sociales; y por la otra, la supuesta protesta de un número no precisado de rusos contra las regulaciones de Internet aprobadas por el gobierno de esa nación asiática, mejor conocidas como la “Ley Putin”.

En el primer caso se daba cuenta de la búsqueda norteamericana de sanciones contra la Federación Rusa por permitir que gente no afecta a Estados Unidos se pronunciara a través de las redes para promover a un candidato contrario al interés de los norteamericanos.

En la segunda información, se acusaba al presidente Vladimir Putin de “coartar la libertad de expresión” en las redes sociales.

La única forma de encontrar alguna coherencia entre esas dos notas tan contradictorias en un mismo noticiero, es entenderlas como parte de un discurso hegemónico que busca establecer ahora como norma universal la unidireccionalidad en la libertad de expresión, de acuerdo al criterio y al interés del imperio norteamericano por supuesto.

Es exactamente lo que pretende hacer el Gobierno de España para justificar la masacre contra la democracia que ha llevado a cabo mediante la desalmada represión que el señor Mariano Rajoy ordenara las últimas semanas para aplastar la sed de libertad del pueblo catalán.

Ha dicho Rajoy que la rebeldía del pueblo catalán habría sido desatada por un cuerpo de “bots” que actuarían bajo las órdenes del Presidente venezolano. Pero en definitiva, no ha hecho sino acusar a los usuarios de Internet por no haber usado las redes a conveniencia del Gobierno español. Acusando a la vez a los catalanes de tontos, por cierto.

Millones de seres humanos en el mundo aprendieron ya a hablar a viva voz por las redes sociales, que el imperio vendió en sus inicios como el mayor salto de la humanidad hacia la libertad. Pero para el imperio no son las voces correctas. Son, según los amos del mundo, voces que hacen un uso indebido de ese poderoso instrumento que los sectores hegemónicos secuestraron para su beneficio propio y no para la causa de la justicia social ni mucho menos.

Algo le está saliendo mal al imperio, que sus guerras invasoras fracasan en todas partes. Que su poderío económico se viene abajo con el surgimiento de nuevos y muy poderosos referentes monetarios para el mercado internacional. Que sus elecciones están siendo determinadas por gente mas allá de los océanos a la que ni siquiera ha visto jamás. Y que sus instrumentos electrónicos de dominación se le escapan de las manos, porque la gente ha terminado por usarlas para decir la verdad antes que para ninguna otra cosa.

En el habla popular mas sencilla y descarnada, a eso se le llama “salir el tiro por la culata”.

@SoyAranguibel
Caracas