Hace 75 años lo asesinó un escuadrón de exterminio franquista|La intolerancia del fascismo apagó la voz del poeta Federico García Lorca

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Hace 75 años, el poeta y dramaturgo Ferderico García Lorca fue asesinado en algún paraje de Viznar, a las afueras de Granada. Sus verdugos formaban uno de los muchos escuadrones de exterminio al servicio del caudillo fascista Francisco Franco, que un mes antes se alzó contra la República Española.

El escritor fue arrestado en casa de una familia amiga, el 16 de agosto, por guardias civiles y militantes falangistas a la orden de Ramón Ruiz Alonso, un exdiputado de la Confederación Española de Derechas Autónomas, que agrupaba a las fuerzas políticas católicas. Su cuñado, que era Alcalde de Granada, ya había sido apresado. Fue asesinado un mes más tarde.

García Lorca no era un activista político en el sentido tradicional del término, pero incomodaba mucho a la derecha. Era una figura pública respetada que no sólo apoyaba a la República Española, sino que cuestionaba la desigualdad social y expresaba abiertamente su adhesión al socialismo. De ello dan fe declaraciones como ésta, extraída de una entrevista que ofreció en abril de 1936:

El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos. Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa. Yo lo tengo visto. Van dos hombres por la orilla de un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio el aire con sus bostezos. Y el rico dice: ‘¡Oh, qué barca más linda se ve por el agua! Mire, mire usted el lirio que florece en la orilla’. Y el pobre reza: ‘Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre’. Natural.

El día que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la gran revolución. ¿Verdad que te estoy hablando en socialista puro?”

ROJO Y HOMOSEXUAL

El hispanista irlandés nacionalizado español Ian Gibson, que investiga el crimen desde hace décadas, y ha publicado libros sobre el tema, asegura que Ruiz Alonso -a quien llegó a entrevistar- odiaba a García Lorca “porque era homosexual y porque pensaba que era un ‘rojo’ vendido a los intereses de Moscú”.

Esta afirmación la confirma la acusación que este personaje presentó ante el Gobierno Civil de Granada y en la que señala al artista andaluz de “ser espía de los rusos, estar en contacto con estos por radio (…) y ser homosexual”.

PROGRAMA DE EXTERMINIO

El internacionalista vasco Mikel Koba señala que el autor de La Casa de Bernarda Alba fue víctima de “un plan de asesinato masivo de toda la intelectualidad española, aplicado metódicamente por la feroz derecha” de ese país. Sin poner en duda el odio que pudiera haber contra el poeta, recalca que “la oligarquía financiera-terrateniente, el alto clero, el mando militar fascista y el partido de la Falange se dedicaron a asesinar sistemáticamente tanto a los artistas, científicos e intelectuales más notorios y encumbrados, como a los más humildes fotógrafos y animadores de ateneos hasta en las aldeas más remotas”.

Un conocido estudioso de García Lorca, Miguel Caballero Pérez, confirma que en los escuadrones que ejecutaban a republicanas y republicanos había muchos voluntarios. Pero advierte que muchos policías “corrían el riesgo de ser fusilados” si no cumplían las órdenes de aniquilar a las personas detenidas por ser socialistas, anarquistas, comunistas, liberales u homosexuales. Recibían, incluso, una tarifa de 500 pesetas extra por este “trabajo”, señala el investigador en el libro Las últimas 13 horas en la vida de García Lorca, que acaba de publicarse en España.

Koba recalca que la matanza respondía a las convicciones político ideológicas del fascismo acaudillado por Franco: “Esa voluntad criminal la expresó el general Millán Astray, quien en un acto en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca en 1938 dio a conocer el programa cultural del fascismo español mediante su famoso grito: ¡Viva la muerte, muerte a la inteligencia!”.

De esa sentencia, que alcanzó a García Lorca, Miguel Hernández, Blas Infante y otros miles, se salvó apenas minoría que logró salir de España antes de que la tiranía de Franco terminara de instaurarse.

Texto/Carlos Ortiz
Foto/Archivo CO