No es una mueca aprendida|Investigación señala que la cara de enfado es inherente al ser humano

Fíjese en la cara de la niña que ilustra este texto. Cejas arqueadas, labios apretados, las aletas de la nariz abiertas, mofletes colorados, la barbilla levantada… Un gesto inequívoco de enfado.

Que el rostro es el espejo del alma es un tópico tan recurrente que la antropología le ha tenido que dar la razón. Mientras que los gestos que hacemos con la mano varían de significado según cada país, los gestos de expresión son universales. Incluso los niños ciegos de nacimiento ponen la misma cara de enfado que el resto, lo que significa que no es una mueca aprendida sino inherente al ser humano, tal y como refleja un reportaje realizado por la revista The Atlantic.

La mayoría de los estudios realizados hasta ahora aseguraban que la cara de enfado era una sucesión arbitraria de gestos que la sociedad entendía como indicador del estado de “malestar”. Sin embargo, nuevas investigaciones mantienen que las muecas como las que hace la niña de la imagen dan la impresión de hacernos parecer más fuertes psicológicamente, según la misma publicación.

En un estudio realizado por miembros de la Universidad de California y publicado en la revista “Evolution and Human Behavior” se compararon los gestos en estado normal con siete identificadores de una cara de enfado en algunas partes del rostro: nariz, labios y barbilla, frente, cejas, pómulos y boca.

Los investigadores crearon con un ordenador una cara estándar de un chico de 20 años. Después hicieron réplicas con el rostro en modo normal y otras a las que le añadieron un indicador de enfado en alguna de las partes antes mencionadas. Después preguntaron a los voluntarios que votaran los rostros según el grado de intimidación y el resultado fue el siguiente: los voluntarios aseguraron que la cara con un gesto de enfado extra pertenecía a un hombre más fuerte.

La conexión entre estas respuestas podría venir de nuestros ancestros: los hombres que mostraban estos gestos tenían mayor capacidad para resolver conflictos ya que la cara de enfado ejercía un poder de influencia y amenaza sobre el otro contendiente. La selección natural y el éxito en la resolución de conflictos estaría detrás de la cara de enfado de la niña que no se quiere comer el desayuno.

Fuente/ABC.es
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