Iraida Vargas: “Venezuela seguirá siendo un faro de luz para América Latina”

La investigadora y docente universitaria señala que la situación es preocupante de acuerdo a los antecedentes de cómo se comportan los imperios, y este es capaz de acabar con la vida en el planeta, pero dice sentirse optimista ante el comportamiento del pueblo venezolano, que siempre se ha resistido a las potencias. Da gracias a la vida por vivir en este tiempo y participar en este proceso. Considera que irse es una traición

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Iraida Vargas ha dedicado gran parte de su brillante carrera como profesora universitaria, académica e investigadora, a estudiar los pueblos indígenas, de aquí pa’ atrás, digamos unos 15 mil años. Habla del pueblo caribe como una gran nación que se extendió desde las bocas del Amazonas, toda Venezuela, el mar Caribe, al cual le debe su nombre, La Florida, gran parte de Centroamérica, gran parte de Colombia. Es más, los caribes fueron quienes llevaron la agricultura a Las Antillas, fueron hasta La Florida y los enseñaron a cultivar papa, maíz, yuca. De manera que esta maracayera, reencauchada en Caracas desde 1959 y conquistada por la pujanza de esta ciudad, no le sorprende que en un futuro se retome el proyecto colombiano de Bolívar y se funde una gran nación, como él lo soñó y creó, y Chávez retomó.

“Los caribes fueron los que generaron un poco la tesis bolivariana, porque de alguna manera ellos crearon la gran nación caribe (…). Allí hay un ejemplo histórico que puede ser emulado. Bolívar no se inspira en los caribes, pero sin saberlo lo hizo”, asienta.

En esa misma línea reafirma su certeza sobre las posibilidades reales de construir el socialismo que a su juicio, su premisa principal se sustenta en organizarse en sociedad para vivir en armonía con los demás y con la naturaleza. Y los pueblos indígenas vivieron miles de años en armonía con la naturaleza y entre ellos.

A pesar del difícil trance que estamos atravesando como pueblo, y de que padecemos una de las más fieras y terribles situaciones por parte de un imperio, Iraida se se siente optimista y le reconforta el alentador comportamiento popular.

“… estoy segura que Venezuela seguirá siendo faro de luz para América Latina. Siempre lo ha sido”, dice.

Abordada en la oficina del cronista de Caracas, ubicada frente al Parlamento nacional, en el edificio municipal caraqueño, afirma sentirse bien en ese recinto, junto a su esposo Mario Sanoja Obediente, nombrado meses atrás como cronista de Caracas.

“Es una faceta nueva de una larga trayectoria que tenemos Mario y yo. Hemos trabajado, discutido sobre cómo llevar adelante un proyecto que suponga una diferencia con respecto a lo que se ha hecho hasta ahora para conocer más en cuanto a la formación de la ciudad, no solamente en términos históricos sino en su dinámica. De manera que es un proyecto más de nuestra carrera juntos, trabajando, y como se trata de su ciudad natal, eso hace que este proyecto sea particularmente significativo”, refiere.

-¿Hay alguna particularidad de Caracas que a usted le atraiga?

-A mí me gusta mucho Caracas como ciudad. Yo soy maracayera. Conocí a Caracas ya grande, en 1959 cuando vine, una vez graduada de bachiller, a comenzar mis estudios universitarios. Caracas me enamoró de alguna manera, me pareció muy dinámica, incluso en aquel entonces cuando cayó la dictadura de Pérez Jiménez. Era una ciudad muy revuelta, con mucha participación de la juventud sobre todo, lo cual me impresionó mucho. Maracay no era una ciudad totalmente provinciana pero sí era una ciudad tranquila, en cambio esa vorágine en la cual me vi inserta me gustó mucho. Soy amante del campus universitario de la UCV. Me gusta mucho su vida, aunque ahora ya no tanto porque todo se ha venido un poco a menos, particularmente la UCV, pero me gusta mucho la dinámica de la ciudad. Y sobre todo en lo últimos 15 años que estamos en el proyecto del casco central de Caracas y ahí uno un poco calibra la dinámica de la ciudad.

-¿Qué le queda de maracayera?

-En Maracay viví hasta los 19 años, cuando muere mi padre, ya yo estaba estudiando en la universidad. Luego mi madre, que era valenciana, se va para Valencia, entonces, perdí el contacto con Maracay. De maracayera diría que no me gusta el calor (se ríe) pero me queda la comprensión del papel que jugó la ciudad en la historia nacional. Ese eje Maracay-Valencia, hasta Caracas, han sido central en la vida nacional a lo largo de la historia. Me quedan mis recuerdos. Yo viví una vida feliz. Mi madre, Carmen Teresa Arenas González de Vargas, era maestra, y mi papá, Pedro Manuel Vargas Manzanilla. Vivimos en una zona muy peculiar. La casa quedaba al frente de la Maestranza de Maracay, de manera que estuvimos siempre ligados a las manifestaciones taurinas, aunque en lo personal no soy muy afecta a las corridas de toros, pero las viví. Otra cosa que me quedó de Maracay es el reconocimiento de lo que es una tiranía. No me pueden decir que hay una tiranía sin que yo recuerde todo lo que supuso para ese momento, tanto Gómez como Pérez Jiménez. Maracay era la ciudad que centralizaba en gran medida la actuación de esos dos gobiernos, particularmente de Gómez, aunque no había nacido para ese momento, pero casi toda la gente que conocía hablaba del período gomecista en Maracay, la Ciudad Jardín, que prácticamente Gómez decidió que era la capital de la República.

-¿Visitó el Zoológico de las Delicias?

-Claro. Mi infancia esta ligada a ir a visitar a la elefanta, había un hipopótamo. A los niños de entonces nos llamaba la atención ese zoológico. Al parecer no había muchos lugares en Venezuela que tuvieran un zoológico. Gómez lo desarrolló, de manera que en mi más tierna infancia, los paseos dominicales al zoológico eran necesarios.

Volteando la mirada

Ubicada en las actuales circunstancias, en este tiempo y este lugar, Iraida Vargas asienta que la situación general del país es preocupante. Aunque acumula toda una vida de combatiente por la vida y por este país, inevitablemente, tanto ella como Mario Sanoja, son historiadores y conocen el papel que han jugado los imperios a lo largo de la historia en Europa, África, América Latina. Dice que venimos de un imperio y entramos en otro, salimos de este y viene el siguiente.

“Esta es una de las más fieras y terribles situaciones contra el país por parte de un imperio”, afirma. “Es una situación bien difícil, pero a la vez es alentador ver el comportamiento popular. Nosotros Mario y yo escribimos recientemente un libro que se llama La fragua del bravo pueblo, donde revisando la historia venezolana de los últimos 500 años, el pueblo siempre ha sido combativo. No es nuevo. Siempre se ha resistido a los imperios, a los intentos de dominación o la dominación plena, de manera que hay que rescatar ese espíritu combativo del pueblo venezolano y lo hicimos en ese libro. Creo que esta es una más, pero creo que es muy fuerte”.

Admite que es muy difícil ser protagonista de una situación, y que cuando se hace el análisis histórico, de alguna manera lo vez en perspectiva, logras tener todos los factores que intervinieron en una circunstancia. Cuando lo vives, las emociones personales intervienen.

Señala ser optimista, aun reconociendo que todos los imperios son inclementes con sus colonias, aunque nosotros no lo somos totalmente, seguimos luchando por la independencia plena, total. La segunda independencia la llamaba Chávez.

El imperio, indica, ahora utiliza otros recursos, y nunca como ahora hemos tenido un imperio tan amenazante para el planeta . Sus acciones no son como antes, someter a un pueblo, llevarse los recursos como han hecho siempre, sino eso que al hacerlo pueden acabar con la vida en el planeta.

“Pero yo me siento, no alegre porque suena contradictorio, pero sí satisfecha de poder participar todavía a mi edad, con más de 50 años en esta lucha, y todavía ser tomada en consideración y participar directamente, no solamente con mis colegas, mis alumnos, sino con las organizaciones populares, con las que tengo contacto cotidiano.

-Hay quienes piensan que también se trata de una brillante oportunidad para construir la patria soberana con la que soñaron Bolívar y Chávez…

-Hay mucha gente que dice, pero es que se ha ido tanta gente. Cuando leía lo que sucedía con el imperio romano, que trataba de abusar de un territorio, una gente, o el imperio incaico, los imperios en general, yo decía, pero se hubiesen ido para que no sufrieran tanto. Digo que los que se van son como aquellos que abandonan el barco (cuando arrecia la tormenta).

-Algunos lo hacen por ignorancia…

-Después de vivir 20 años con Chávez no se justifica la ignorancia en Venezuela. Chávez le dio la oportunidad a todo el mundo para estudiar. Lo que pienso es que el que se va no hace falta. Si se van deberían mantener el contacto con su patria, pero si no lo asumen como patria, para qué los necesitamos. Hace falta es que los que nos encontramos aquí seamos más conscientes de lo que estamos pasando. Busquemos mecanismo, no solamente quejarnos. Hace 10 años era una fase muy común verlos quejarse en un supermercado. Yo les decía qué haces aquí, vente y si no te vas, lucha. No tiene sentido quejarse de algo que te molesta pero que no haces nada por solventar. Yo no me pongo como ejemplo pero sigo luchando. A veces, cuando estoy muy cansada, digo hasta cuándo trabajo. Ya estoy pisando los 80 años, el 7 de agosto cumplí 77 años, pero volteo la mirada, veo a mis nietos, amis amigos y amigas. Veo a mi pueblo, la gente haciendo cola, peleando, viendo cómo sobreviven, y me digo, es una traición irse, es una traición no luchar.

La esperanza de la tierra

Iraida Vargas, puesta a reflexionar sobre la posibilidad de reeditar la Colombia de Bolívar, asegura que Hugo Chávez hizo posible esa utopía en términos contemporáneos. El Libertador lo logró en su tiempo, y todos le cantaban loas mientras se mantuviese en el siglo XIX. Chávez lo trajo al XXI y logró proyectarlo hacia América Latina soliviantando los ánimos e impulsando lo que se ha llamado el “ciclo progresista”. El imperio ha reaccionado e intenta recuperar su hegemonía pero serán los pueblo los que al final decidirán. Ya los pueblos están reaccionando, dice.

-¿Por qué es un imperativo construir una sociedad socialista?

-Tal como lo decía el Comandante, el socialismo es la esperanza de la Tierra. Implica amor, comprensión, solidaridad, cooperación, reciprocidad que es un elemento que pocas veces se menciona, la ayuda mutua. Yo aprendí con el Comandante, he leído mucho y he escrito sobre eso, cada socialismo tiene su apellido: el venezolano, el chileno, el portugués, el inglés, del que se trate, creo que hay peculiaridades que le dan unas características, pero al final el socialismo es uno, es un sistema socioeconómico, no es un modelo. Es un sistema total de sociedad, donde prevalecen la coherencia entre el sistema de valores que he mencionado, como la solidaridad, y la manera de organizarse para vivir en estos términos, vivir en armonía. No es adaptarse a la naturaleza, a los demás, es armonizar con la naturaleza y armonizar con los demás.

T/ Manuel Abrizo
F/ Luis Graterol, Archivo CO, y cortesía Omar Pérez