Resulta hasta aburrido ver como la estrategia del Norte Imperial, se replica en cada uno de los países que detentan gobiernos no proclives a sus políticas, pero también es cierto que resulta preocupante que todavía tengan tanta efectividad.
Es por ello que la revolución naranja ucraniana o la de tulipanes de Kirguistán, se aplica (esta vez con el verde) en contra del gobierno electo de Irán usando a las ONG’s y el poder mediático.
Lo que conocemos como “golpes suaves”, tiene su origen conceptual y estratégico en el llamado “desafío político” del norteamericano Robert Helvey y de la “no violencia” de Gene Sharp, quienes al querer diferenciarse del pacifismo indican que la no violencia se trata de una “deliberada provocación a la autoridad mediante la desobediencia”.
Haber elegido a Irán en esta oportunidad no es casual, sobre todo cuando este año debería culminar la construcción del gasoducto que alimentará a Pakistán e India y, en un futuro, a China.
EEUU no quiere perder la oportunidad de tener una enorme influencia sobre esos tres Estados que –además de poder nuclear– tienen enormes poblaciones y economías emergentes que podrían poner en peligro su hegemonía.